El P. Aguilera explica el significado mundial de la Semana Mayor Semana Santa en Sevilla, un catecismo en la calle

Con el aproximarse de la Semana Mayor, entramos en el corazón de la Semana Santa española, donde procesiones, costaleros, penitentes, bandas musicales, colores, incienso, son elementos para llegar al corazón de la gente. La entrevista al sacerdote andaluz, Salvador Aguilera

La Semana Santa de Sevilla es una de las más importantes del entero panorama mundial y una cita  infaltable para los habitantes de esta ciudad andaluza que participan activamente acompañando las imágenes con un vestuario particular y no sólo. Entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección, 60 hermandades salen en procesión hacia la catedral de la ciudad y 11 lo hacen dos días antes, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, sin pasar por la catedral.

Para conocer a fondo cómo se vive la Semana Santa no sólo en Sevilla sino también en España, nuestra colega Sofía Lobos conversó con el Padre Salvador Aguilera, Oficial de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Oriundo de Ronda, Málaga, el padre Aguilera explica lo que para los católicos del mundo significa la Semana Mayor:

“Son siete días santos en los que celebramos los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo” cuyo momento central es el “Triduo Pascual”, que va desde el “Jueves Santo al Domingo de Resurrección”. “Aunque decimos 3, triduo, en el fondo vemos que son 4 días, porque para los judíos la tarde de un día es el día siguiente, por eso tenemos la tarde del jueves, que es el día en que celebramos la Cena del Señor, el Viernes la Pasión y el Sábado, que es el día para estar en silencio acompañando a María, en la ausencia del Hijo sepultado. Para llegar al Domingo y gozar con toda la Iglesia porque Cristo ha resucitado, dando vida a aquellos que yacían en los sepulcros”.

Devoción popular nace de la liturgia

“La devoción popular o las tradiciones brotan de la liturgia, es decir, celebramos la Cena, la Muerte de Cristo, su sepultura, su Resurrección o más aún, en el domingo de Ramos celebramos su entrada triunfal en Jerusalén. Todo eso se lleva a la calle a través de las procesiones. Es el modo para que todos, pequeños y grandes, vean una catequesis artística desfilando por las calles”. 

De lo externo al corazón

Procesiones, cofradías, costaleros, penitentes, bandas musicales son los elementos que caracterizan la Semana Santa española, para que a través de “la música, los colores, el incienso, se pueda llegar al corazón de la gente, esto es lo que se pretende a través de las tradiciones y la devoción popular”, agrega el p. Aguilera.

Devoción mariana, la Macarena de Sevilla

Protagonista de la Semana Santa sevillana es indudablemente la Virgen María:

“Sevilla es exageradamente mariana” afirma con fuerza el padre Salvador y agrega: “Yo creo que se puede llegar a cualquier hijo a través de su madre. El misterio de María se entiende a la luz del Hijo. Gracias a su ‘sí’ fue posible la encarnación”.

“En Sevilla, la Virgen de la Esperanza, más conocida como la Macarena, desencadena un fervor muy grande cuando sale a las calles y los fieles le gritan: ¡Guapa! para decirle a la Madre que es bella, y le lanzan flores, le cantan saetas…”

Refiriéndose al “espíritu” de la Semana Santa en las diversas ciudades españolas, el padre Salvador habla de una Semana Santa “más ruidosa” en el sur de España, mientras que en el norte del país se celebra una Semana Santa “más sobria”, en donde destaca la “Semana Santa de Valladolid y las imágenes de Gregorio Fernandez”. 

Semana Santa en dos palabras: sentimiento y fe

Según el padre Aguilera las dos palabras que definen la Semana Santa son “sentimiento y fe” porque “la fe no está alejada del sentimiento, ya que el Señor se vale del sentimiento para llegar al corazón”. Y antes de concluir, insiste en la importancia de la participación en los “divinos misterios porque una Semana Santa sin participación en las celebraciones eucarísticas, no tiene sentido. Para celebrar en la calle una procesión, hemos de celebrar antes en la Iglesia la Cena, la Muerte y la Resurrección del Señor porque de otra manera sería una fe de cáscara, sin fruto en el interior, una fe vacía”.