Critica a la Iglesia por su opción por los pobres.
| Luis Van de Velde
“Es inconcebible que se diga alguien cristiano y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres. Es un escándalo que los cristianos de hoy critiquen a la Iglesia porque piensa por los pobres.” (9 de septiembre de 1979)
Para Monseñor las y los pobres están en el centro porque ahí está Cristo. La vida, el sufrimiento, la cruz, la muerte, la desesperación y la esperanza de las y los pobres son para Monseñor “lugar teológico”, o “cristológico”. Es decir, el encuentro con Cristo se da en primera instancia en el encuentro honesto, fraterno y solidario con las y los pobres de la historia; sus gritos (por hambre, en la explotación, en la falta de atención de salud, en su exclusión en educación y oportunidades de formación, …) es el grito de Dios.
Esta convicción creyente ha estado ausente durante muchos siglos en el quehacer eclesial, a pesar de las grandes y valiosas excepciones evangélicas. Las jerarquías de las iglesias han sido aliadas de los poderes económicos, políticos y militares, ofreciendo culto, salvación en el cielo y algunas limosnas. El despertar de los pueblos, especialmente en América Latina, desde los años 60 del siglo pasado, ha provocado que también las Iglesias volvieran a comprender que el camino del Evangelio parte de la cercanía real (no teórica) con las y los pobres de la historia concreta de aquí y ahora. Monseñor Romero en El Salvador ha sido una expresión profética y pastoral de ese despertar y conversión eclesial en nuestro continente y el mundo.
Monseñor denuncia en la cita que reflexionamos que “es un escándalo que los cristianos de hoy critiquen a la Iglesia porque piensa por los pobres.” El sufrió y se decepcionó por el hecho que cristianos/as de la clase media y alta criticaran a la Iglesia, al arzobispo, a la pastoral arquidiocesana por esos pasos evangélicos hacia las y los pobres (explotados y reprimidos). Pero tuvo el valor de denunciar ese verdadero “escándalo”, una contradicción con el Evangelio, una traición al Reino de Dios.
El Papa Francisco inició su discurso[1] en el encuentro de movimiento populares el 24 de septiembre de 2024 con lo siguiente: “ Conmemoramos un momento que ha marcado nuestra historia común, la de ustedes y la mía. Se cumplen diez años del primer encuentro mundial de movimientos populares. Aquel día, en Roma, plantamos una bandera: Tierra, techo y trabajo. Tierra, techo y trabajo son derechos sagrados. Que nadie les quite esa convicción a ustedes, que nadie les robe esa esperanza, que nadie apague los sueños. La misión de ustedes es trascendente. Si el pueblo pobre no se resigna, el pueblo se organiza, persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social, más tarde o más temprano, las cosas cambiarán para bien. Como ven, nada de ideología aquí, nada. El pueblo. Ustedes salieron de la pasividad y el pesimismo, no se dejan abatir por el dolor ni por la resignación. No aceptaron ser víctimas dóciles. Se reconocieron como sujeto, como protagonistas de la Historia. Este es, quizás el aporte más lindo de ustedes: ustedes no se achican, ustedes van al frente. Tampoco trazan planes en el aire, una de las cosas que me gusta es que no escriben documentos ideológicos, no se la pasan de conferencia en conferencia, jarabe de pico, ¿no?: es decir que van paso a paso sobre la tierra firme de lo concreto, trabajan cuerpo a cuerpo, persona a persona. No sólo protestan —que está muy bien protestar— sino que realizan innumerables obras, incluso desde la más absoluta precariedad de los medios, a veces sin ninguna ayuda del Estado, y otras perseguidos. Los acompaño en su camino. Sigo creyendo, como les dije en Bolivia, que de la acción comunitaria de los pobres de la tierra depende no sólo su propio futuro, sino tal vez el de toda la humanidad. De esta acción depende. Sí, de los pobres dependemos todos, todos, también los ricos. Lo dije al principio del pontificado. Me cito a mí mismo: “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y, en definitiva, ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”. Sé que esto molesta, pero es verdad.”
Es una concreción del mensaje de Monseñor Romero y actualización de la misión de la Iglesia acompañando a las y los pobres en sus procesos de liberación.
Cita 2 en el capítulo IV (los pobres) en 'El Evangelio de Monseñor Romero'
[1] https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2024/september/documents/20240920-movimenti-popolari.html