Justicia y movimientos populares con el Papa Francisco, signo de los tiempos
Otro profundo mensaje del Papa Francisco a los movimientos populares (MP), esta vez reunidos en California, que expresa muy bien el significado de la justicia social, cuyo Día Mundial celebramos este 20 de Febrero. En dicho mensaje a estos MP, exclamó el Papa: “¡me alegra tanto verlos trabajar juntos por la justicia social!”; y anima y fortalece a dichos MP, “a cada uno de ustedes, a sus organizaciones y a todos los que luchan por las tres T: “tierra, techo y trabajo”.
El Papa señala así las claves de la justicia social que, tal como nos revela Dios en Jesús el Cristo Salvador-Liberador y Crucificado/Resucitado, está inspirada en la mística y cultura samaritana de la misericordia. Con la espiritualidad y ética de la compasión ante el sufrimiento e injusticia que padece el otro, y que se realiza en la opción por los pobres, en su protagonismo, promoción y liberación integral. Lo que supone promover de forma solidaria la vida, dignidad y derecho de toda persona para el bien común. Como es la equidad en el reparto de la tierra, el destino universal de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad. Una vivienda digna y un trabajo decente, con un salario justo, que está antes que el capital.
Estos valores y principios, que constituyen la justicia social, conforman el denominado "estado social de derechos". Con un sistema laboral justo, que promueva la dignidad en el trabajo y decencia: en el salario, jornada, seguridad, prestaciones por desempleo, pensiones, derecho a la organización laboral y sindical, etc. Un sistema fiscal equitativo que manifiesta la justicia legal o general, que las partes contribuyan al todo, y la justicia distributiva, que el todo reparta a las partes. Con una re-distribución en equidad de la tierra, de los recursos y bienes. En donde contribuyan y tributen más quienes más tienen. Esto es, los patrimonios y herencias con más riqueza, el capital, las empresas como son las multinacionales y corporaciones financieras-bancarias con sus operaciones e inversiones.
Erradicado por tanto los paraísos fiscales, evasión de capitales e impuestos y demás fraudes tributarios que constituyen una auténtica estafa fiscal, una verdadera corrupción. Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad…El servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política… La corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuesto” (CIC 2239-40). Este estado social y solidario de justicia posibilita, pues, unas políticas públicas y servicios sociales de calidad, que aseguran los derechos humanos. Como son la vivienda e infraestructuras básicas (agua, luz, energía, saneamientos, transporte…), la educación y cultura, la salud y sanidad con medicamentos o tratamientos farmacéuticos.
De lo contrario, como nos enseña el Papa Francisco, si se niega todo este estado social de derechos: se comete un grave pecado, mal e injusticia; se impide la solidaridad, el bien común y la justicia social que son los pilares de la ley, de la autoridad y de la democracia. La autoridad primera y última reside en el pueblo, en la comunidad y sociedad civil. Con sus ciudadanos como son los MP, sociales y espirituales u organizaciones civiles que son los principales sujetos y gestores de la realidad: de la política y de la economía; de la autoridad, de las leyes y de la democracia real. Las personas y los pueblos con sus MP, con los pobres y oprimidos de la tierra son los protagonistas-sujetos primeros de su promoción, desarrollo y liberación integral.
Efectivamente, por el principio de la encarnación-pasión en la realidad, toda esta misericordia, compasión y justicia social se realiza en nuestra historia actual. Una realidad social e histórica que niega la solidaridad, equidad y justicia. Ya que domina cada vez más la desigualdad, injusticia e inequidad entre los ricos y pobres. Tal como ya nos enseñaba S. Juan Pablo, II siguiendo a Pablo VI (PP), “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” (Puebla III, 4). Como nos muestra el Papa Francisco, es la “crisis del paradigma imperante, un sistema que causa enormes sufrimientos a la familia humana, atacando al mismo tiempo la dignidad de las personas y nuestra Casa Común para sostener la tiranía invisible del dinero que sólo garantiza los privilegios de unos pocos… Las heridas que provoca el sistema económico que tiene al centro al dios dinero y que en ocasiones actúa con la brutalidad de los ladrones de la parábola, han sido criminalmente desatendidas.. Una estafa moral que, tarde o temprano, queda al descubierto, como un espejismo que se disipa. Los heridos están ahí, son una realidad. El desempleo es real, la violencia es real, la corrupción es real, la crisis de identidad es real, el vaciamiento de las democracias es real. La gangrena de un sistema no se puede maquillar eternamente porque tarde o temprano el hedor se siente”.
Frente a lo anterior, en contra de la globalización de la indiferencia en la pasividad y complicidad ante todo este mal e injusticia, continua el Papa Francisco, a todos “nos toca vivir y actuar en este momento. Es una responsabilidad grave, ya que algunas realidades del mundo presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante. Son los signos de los tiempos que debemos reconocer para actuar. Hemos perdido tiempo valioso sin prestarles suficiente atención, sin resolver estas realidades destructoras. Así los procesos de deshumanización se aceleran… De la participación protagónica de los pueblos y en gran medida de ustedes, los movimientos populares, depende hacia dónde se dirige ese giro histórico, cómo se resuelve esta crisis que se agudiza”. Por lo tanto, los signos de los tiempos, donde está habitando el Espíritu que revela a Dios en la realidad e historia, son todos estos MP que hacen frente a toda esta desigualdad e injusticia social-global. Como manifiesta el Papa, los MP “han asumido el compromiso de luchar por la justicia social, defender la hermana madre tierra y acompañar a los migrantes. Quiero reafirmarlos en su opción”
Efectivamente, como nos muestra el Papa Francisco, debemos hacer frente al sistema e ideología que domina hoy en día, el liberalismo economicista (neoliberalismo) con el capitalismo global. Esta ideología y sistema idolátrico del dinero-capital, del mercado y de la riqueza-ser ricos, convertidos en falsos dioses, está produciendo “la crisis ecológica que es real. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático… Y sabemos qué pasa cuando negamos la ciencia y desoímos la voz de la naturaleza... No caigamos en el negacionismo. El tiempo se agota”. Y de la misma, para encubrir toda esta injusticia y mal, este sistema con sus poderes “acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres. Pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”.
El Papa nos muestra muy bien los signos de los tiempos: en los pueblos crucificados por la desigualdad e injusticia social, generada por el sistema del liberalismo-capitalismo; y en lucha por la justicia de los MP y los pobres de la tierra, para hacer frente a este sistema injusto con sus destrucción social, humana y ecológica. En todas estas luchas por la paz justa, que se realiza en la justicia social-ecológica y en la liberación integral de los MP con los pobres la tierra, está presente el Espíritu de Dios que se manifiesta en Jesús. Con el Reino de Dios y el Don (Gracia) de la salvación y su justicia liberadora de la maldad, del pecado personal y sus estructuras, de la ley y sistema perverso (pecado del mundo) que oprimen a la creación. Para transformarlo en el bien, en el amor fraterno y justicia, en la humanidad nueva de la santidad y justicia que libera de toda desigualdad e injusticia, de la violencia y de la muerte. Es el Dios de la justicia, de los pobres y de la vida, de la vida plena y eterna, frente a todos estos ídolos de pecado, mal e injusticia que dan muerte.
El Papa señala así las claves de la justicia social que, tal como nos revela Dios en Jesús el Cristo Salvador-Liberador y Crucificado/Resucitado, está inspirada en la mística y cultura samaritana de la misericordia. Con la espiritualidad y ética de la compasión ante el sufrimiento e injusticia que padece el otro, y que se realiza en la opción por los pobres, en su protagonismo, promoción y liberación integral. Lo que supone promover de forma solidaria la vida, dignidad y derecho de toda persona para el bien común. Como es la equidad en el reparto de la tierra, el destino universal de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad. Una vivienda digna y un trabajo decente, con un salario justo, que está antes que el capital.
Estos valores y principios, que constituyen la justicia social, conforman el denominado "estado social de derechos". Con un sistema laboral justo, que promueva la dignidad en el trabajo y decencia: en el salario, jornada, seguridad, prestaciones por desempleo, pensiones, derecho a la organización laboral y sindical, etc. Un sistema fiscal equitativo que manifiesta la justicia legal o general, que las partes contribuyan al todo, y la justicia distributiva, que el todo reparta a las partes. Con una re-distribución en equidad de la tierra, de los recursos y bienes. En donde contribuyan y tributen más quienes más tienen. Esto es, los patrimonios y herencias con más riqueza, el capital, las empresas como son las multinacionales y corporaciones financieras-bancarias con sus operaciones e inversiones.
Erradicado por tanto los paraísos fiscales, evasión de capitales e impuestos y demás fraudes tributarios que constituyen una auténtica estafa fiscal, una verdadera corrupción. Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad…El servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política… La corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuesto” (CIC 2239-40). Este estado social y solidario de justicia posibilita, pues, unas políticas públicas y servicios sociales de calidad, que aseguran los derechos humanos. Como son la vivienda e infraestructuras básicas (agua, luz, energía, saneamientos, transporte…), la educación y cultura, la salud y sanidad con medicamentos o tratamientos farmacéuticos.
De lo contrario, como nos enseña el Papa Francisco, si se niega todo este estado social de derechos: se comete un grave pecado, mal e injusticia; se impide la solidaridad, el bien común y la justicia social que son los pilares de la ley, de la autoridad y de la democracia. La autoridad primera y última reside en el pueblo, en la comunidad y sociedad civil. Con sus ciudadanos como son los MP, sociales y espirituales u organizaciones civiles que son los principales sujetos y gestores de la realidad: de la política y de la economía; de la autoridad, de las leyes y de la democracia real. Las personas y los pueblos con sus MP, con los pobres y oprimidos de la tierra son los protagonistas-sujetos primeros de su promoción, desarrollo y liberación integral.
Efectivamente, por el principio de la encarnación-pasión en la realidad, toda esta misericordia, compasión y justicia social se realiza en nuestra historia actual. Una realidad social e histórica que niega la solidaridad, equidad y justicia. Ya que domina cada vez más la desigualdad, injusticia e inequidad entre los ricos y pobres. Tal como ya nos enseñaba S. Juan Pablo, II siguiendo a Pablo VI (PP), “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” (Puebla III, 4). Como nos muestra el Papa Francisco, es la “crisis del paradigma imperante, un sistema que causa enormes sufrimientos a la familia humana, atacando al mismo tiempo la dignidad de las personas y nuestra Casa Común para sostener la tiranía invisible del dinero que sólo garantiza los privilegios de unos pocos… Las heridas que provoca el sistema económico que tiene al centro al dios dinero y que en ocasiones actúa con la brutalidad de los ladrones de la parábola, han sido criminalmente desatendidas.. Una estafa moral que, tarde o temprano, queda al descubierto, como un espejismo que se disipa. Los heridos están ahí, son una realidad. El desempleo es real, la violencia es real, la corrupción es real, la crisis de identidad es real, el vaciamiento de las democracias es real. La gangrena de un sistema no se puede maquillar eternamente porque tarde o temprano el hedor se siente”.
Frente a lo anterior, en contra de la globalización de la indiferencia en la pasividad y complicidad ante todo este mal e injusticia, continua el Papa Francisco, a todos “nos toca vivir y actuar en este momento. Es una responsabilidad grave, ya que algunas realidades del mundo presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante. Son los signos de los tiempos que debemos reconocer para actuar. Hemos perdido tiempo valioso sin prestarles suficiente atención, sin resolver estas realidades destructoras. Así los procesos de deshumanización se aceleran… De la participación protagónica de los pueblos y en gran medida de ustedes, los movimientos populares, depende hacia dónde se dirige ese giro histórico, cómo se resuelve esta crisis que se agudiza”. Por lo tanto, los signos de los tiempos, donde está habitando el Espíritu que revela a Dios en la realidad e historia, son todos estos MP que hacen frente a toda esta desigualdad e injusticia social-global. Como manifiesta el Papa, los MP “han asumido el compromiso de luchar por la justicia social, defender la hermana madre tierra y acompañar a los migrantes. Quiero reafirmarlos en su opción”
Efectivamente, como nos muestra el Papa Francisco, debemos hacer frente al sistema e ideología que domina hoy en día, el liberalismo economicista (neoliberalismo) con el capitalismo global. Esta ideología y sistema idolátrico del dinero-capital, del mercado y de la riqueza-ser ricos, convertidos en falsos dioses, está produciendo “la crisis ecológica que es real. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático… Y sabemos qué pasa cuando negamos la ciencia y desoímos la voz de la naturaleza... No caigamos en el negacionismo. El tiempo se agota”. Y de la misma, para encubrir toda esta injusticia y mal, este sistema con sus poderes “acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres. Pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”.
El Papa nos muestra muy bien los signos de los tiempos: en los pueblos crucificados por la desigualdad e injusticia social, generada por el sistema del liberalismo-capitalismo; y en lucha por la justicia de los MP y los pobres de la tierra, para hacer frente a este sistema injusto con sus destrucción social, humana y ecológica. En todas estas luchas por la paz justa, que se realiza en la justicia social-ecológica y en la liberación integral de los MP con los pobres la tierra, está presente el Espíritu de Dios que se manifiesta en Jesús. Con el Reino de Dios y el Don (Gracia) de la salvación y su justicia liberadora de la maldad, del pecado personal y sus estructuras, de la ley y sistema perverso (pecado del mundo) que oprimen a la creación. Para transformarlo en el bien, en el amor fraterno y justicia, en la humanidad nueva de la santidad y justicia que libera de toda desigualdad e injusticia, de la violencia y de la muerte. Es el Dios de la justicia, de los pobres y de la vida, de la vida plena y eterna, frente a todos estos ídolos de pecado, mal e injusticia que dan muerte.