Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico” Misión y acción-formación social con los movimientos populares
En esta Pascua que estamos celebrando, el Papa Francisco nos ha regalado una profética y liberadora carta que transmite a los movimientos populares (MP), en especial, por este contexto de pandemia global. Y que, como nos viene transmitiendo la iglesia, sobre todo afecta a los pobres y excluidos que conforman, en muy buena medida, estos MP. Tal como muestra constantemente la iglesia con su moral y doctrina social (DSI), el Papa Francisco una vez más, permanentemente, denuncia la desigualdad e injusticia que padecen los empobrecidos en forma de hambre, miseria, paro (desempleo), explotación laboral con un trabajo basura, guerras o migraciones forzadas por esta pobreza y violencia.
“Sé que ustedes, afirma, Francisco, han sido excluidos de los beneficios de la globalización. No gozan de esos placeres superficiales que anestesian tantas conciencias. A pesar de ello, siempre tienen que sufrir sus perjuicios. Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente… Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse”.
Al mismo tiempo, de nuevo el Papa anuncia y alaba todas las luchas sociales que estos MP, trabajadores y pobres de la tierra ejercitan como sujetos de su promoción y liberación integral, su compromiso por el bien común, la justicia global y la mundialización de la solidaridad. En contra de todo paternalismo y asistencialismo, los MP con los pobres quieren ser protagonistas de su desarrollo humano, liberador e integral, de su responsabilidad moral por la vida, la dignidad y los derechos como son las 3 “T” (tierra, trabajo y techo).
“Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico”
Por ello, debemos seguir impulsando esta mundialización solidaria y otro modelo de desarrollo que sea más humanizador, democrático y ético. En el que los pueblos y los pobres sean sus gestores para este bien más universal, la civilización del amor y la ecología integral. En contra de la globalización del capital, de la guerra y la destrucción ecológica. Los pobres con los MP respiran y viven esa espiritualidad popular, con ese aliento cultural de fraternidad solidaria y existencia digna. La inter-relación unitiva con Dios, los otros y la hermana tierra, con todo el cosmos y la creación.
“Ustedes no son unos improvisados, tiene la cultura, la metodología, pero principalmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo”
Desde el Espíritu Santo y su Gracia siguiendo a Jesús de Nazaret, el Dios encarnado, la fe e iglesia están llamadas a esta conversión espiritual, humanista y ecológica que se pone en estado de misión y salida hacia las periferias, encarnada en lo real con Cristo pobre-crucificado. Iglesia pobre con los pobres y crucificados de la tierra. Una iglesia de las bienaventuranzas que, con su tesoro de la DSI y pastoral obrera, se encuentra al lado de los trabajadores, pobres y victimas en la defensa de la vida desde sus inicios, en todas sus fases desde la concepción-fecundación hasta la muerte natural, dimensiones y aspectos.
Ahora más que nunca, es tiempo de hacer memoria, actualizar y profundizar todo este tesoro social que la fe e iglesia posee: con los santos padres y doctores, los santos y el humanismo de la escuela de Salamanca, sus misioneros como Santo Toribio de Mogrovejo o Bartolomé de las Casas; los movimientos obreros apostólicos como la JOC, la HOAC y sus fundadores como Cardijn, Merino, Rovirosa y Malagón; las iglesias latinoamericanas con Medellín, Puebla… hasta llegar Aparecida y sus santos o testigos como, por ejemplo, Mons. Romero, H. Cámara, L. Proaño o Berta Cáceres, una de las mujeres responsables de los MP, que aparece en la foto de este artículo, también mártir por la fe y la justicia. Sirvan estas líneas, asimismo, para honrar su memoria.
“Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones... que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades”.
Urge seguir promoviendo la acción y formación social junto a la misión específica del laicado, inspirada en la fe con todo este tesoro que ya hemos apuntado. Los seglares con los MP y los pobres tienen esa vocación propia de la caridad publica, política y social que pretende gestionar y transformar el corazón de la persona junto a su cultura y las relaciones humanas, el pecado personal y estructural. Esas instituciones y estructuras (sociales e históricas) de pecado, los sistemas políticos y económicos injustos, los mecanismos comerciales y financieros perversos. Tal como, asimismo, nos ha transmitido la iglesia española con sus obispos y documentos tan imprescindibles como “Los cristianos laicos, iglesia en el mundo”, “Los católicos en la vida pública”, “La iglesia y los pobres”, “La pastoral obrera de toda la iglesia” o el reciente “Iglesia, servidora de los pobres”.
Siguiendo a Jesús en el Espíritu y su enseñanza del amor (mandamiento nuevo), desde toda esta tradición y DSI, que se debe llevar la práctica de forma coherente, se trata de ejercer la esencial diakonía de la caridad con su constitutivo horizonte público, sus inherentes dimensiones sociales y políticas, que nos lleva a la conversión personal y la transformación socio-estructural; que va a las causas estructurales de toda este pecado social e histórico, esta desigualdad, injusticia y mal. Esa “economía que mata, esos paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos)”, esos ídolos del capital, de la riqueza-ser rico o el poder. Los falsos dioses del tener, poseer y propietarismo que se ponen por encima del trabajo decente con un “salario universal” justo, del destino universal de los bienes, la verdadera solidaridad y la pobreza fraterna en la comunión de vida, bienes y acción por la justicia con los pobres.
Asimismo, en esta semana santa, Francisco ha propuesto la anulación de la deuda externa Norte-Sur (países empobrecidos) y, de nuevo, terminar con las guerras junto a erradicar la fabricación de armamentos o armas, invirtiendo todo esos bienes y recursos en el desarrollo humano e integral de los pueblos. Todo aquello que sea, sigue enseñando Francisco en este mensaje a los MP, “capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos... Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir… Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible.
Ustedes saben de crisis y privaciones que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades”. Evidentemente como les pasa a los MP, y nos transmite Fracisco, podrá venir el desaliento, la impotencia o la persecución hasta la cruz como Jesús. Mas, desde la fe y esperanza en Cristo Crucificado-Resucitado, ellos siguen junto a nosotros, la iglesia, en esta constante lucha por el Reino de Dios con su justicia, paz y vida que vencerá finalmente al mal, a todo sufrimiento, pecado, injusticia y muerte.