La fe militante desde la memoria y legado de Don Elías Yanes
Ha muerto nuestro paisano canario Don Elías Yanes, doctor y profesor de teología, Arzobispo emérito de Zaragoza y presidente de la Conferencia Episcopal Española (1993-1999). Don Elías fue un promotor de espiritualidad, de formación y de militancia, por ejemplo del laicado con todo su trabajo en la acción católica y la pastoral obrera, con la JOC o HOAC. Fue amigo de otros testimonios de la fe y cultura militante como Don Tomás Malagón, cura consiliario de la HOAC de G. Rovirosa con el que formó un histórico tándem apostólico, de J. Gómez del Castillo o del también canario Camilo Sánchez. Como reconocía Don Elías, Malagón con todo este apostolado, en la promoción de una formación y militancia cristiana, marcó mucho al Arzobispo canario ahora fallecido.
Todo ello caracterizó el ministerio y misión de Don Elías, con su trabajo en la iglesia española a la que aportó tanto. Junto a otros Obispos tan significativos como, por ejemplo, Don Ramón Echarren también ya fallecido, que fuera Obispo de Canarias. Durante esta época, la iglesia española promovió toda esta fe y pastoral militante. Con documentos tan significativos como “Los católicos en la vida pública”, “Los cristianos laicos, iglesia en el mundo”, “La pastoral obrera de toda la iglesia” o “La iglesia y los pobres”. Como se nos muestra en dicha enseñanza de la iglesia española, junto al legado de estos Obispos tan relevantes como D. Elías y D. Ramón, en la línea de dichos testigos de la militancia como Malagón o Rovirosa, vamos a presentar claves y aspectos esenciales para una fe militante. Siguiendo las diversas obras y publicaciones de Don Elías, cuyos títulos pondremos entre comillas.
Lo primero es cultivar la experiencia de fe “en el Espíritu y la verdad. Espiritualidad trinitaria”. La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Sin embargo, muchos cristianos, incluso fervorosos, aunque hacen sincera profesión de fe en la Trinidad, viven su cristianismo al margen de este misterio. Es el estilo de vida cristiana, orientada hacia la comunión de fe y de amor con la Santísima Trinidad, para avanzar hacia lo esencial. Lo más importante es sentirnos amados por Dios Padre, que nos da a su Hijo y nos comunica el Espíritu Santo: amor del Padre y del Hijo. La comunión de la Trinidad es fuente y modelo de la comunión de la Iglesia. Esta Iglesia de la Trinidad es comunión misionera. Por lo que la vida de fe es “ofrenda. Ofrecimiento y acción de gracias a la Santísima Trinidad”.
Esta espiritualidad nos lleva a ser “hombres y mujeres de oración”. El mundo necesita a estos hombres y mujeres de oración. Sin vida de oración no hay evangelización ni catequesis, no se realiza la acción pastoral ni la militancia cristiana. Sin vida de oración no hay fe. La vida de oración no es una especie de entretenimiento más o menos grato, reservado a quienes disponen de mucho tiempo libre. Para las personas de fe, la oración es como el oxígeno sin el cual no se puede vivir. Forma parte de los aspectos más esenciales de nuestra condición de discípulos de Jesús. La fe nos invita a la oración, situándola siempre dentro de esa llamada que Dios mismo nos hace al amor. En este sentido, es una espiritualidad mariana, con “María de Nazaret, Virgen y Madre”. Y es que “María es nuestra Madre”.
La vida de fe y la espiritualidad requiere la “educación cristiana, don de Dios a su iglesia”. Bajo la guía de Don Elías Yanes, se confeccionó y publicó un nuevo “Itinerario de formación cristiana para adultos. Ser cristianos en el corazón del mundo”, editado por la Conferencia Episcopal Española, a través de su Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Don Elías fue el director y coordinador de la elaboración de estos materiales, para cuya confección se contó con la colaboración de obispos, biblistas, teólogos, catequetas, pastoralistas. Así como de consiliarios y militantes de la acción católica. Entre todos elaboraron un material de contenido fecundo y complementario, desde las distintas perspectivas. Es concebido como una respuesta a la prioridad de la formación de los laicos, una prioridad de máxima urgencia para toda la iglesia. Se destaca así la urgencia y prioridad de la formación de los laicos, en el marco de la iglesia misterio-comunión-misión.
Hay que desarrollar “el discernimiento pastoral", “la fe y acción militante” en la promoción de la vida católica adulta y madura. Una espiritualidad seria y profunda, la formación sólida y permanente para la misión de la iglesia y el laicado en una militancia coherente, creíble y testimonial. Promoviendo la “caridad en la vida de la iglesia. La iglesia y los pobres” en cuyo documento ya citado, en su presentación, Don Elías expone una serie de orientaciones para esta acción de la caridad. Tal como nos muestra el Vaticano II (LG 8, AA 8), referencia clave para Don Elías, la iglesia está llamada al testimonio del amor y servicio a los pobres, que son sacramento de Cristo Pobre y Crucificado. En la solidaridad y promoción liberadora de los pobres, la iglesia sirve al mismo Cristo Pobre que, en su encarnación solidaria, está unido a sus sufrimientos y necesidades. Esta caridad debe promover la justicia con los pobres, transformando las causas de la pobreza, de tal forma que los pobres no sigan dependiendo de una caridad deformada, meramente asistencialista y paternalista.
Esta vida de fe, en el amor y justicia con los pobres, se expresa en la pastoral obrera de toda la iglesia, documento asimismo ya mencionado. En cuya presentación, Don Elías afirma que es una realidad “histórica, llena de esperanza en la evangelización del mundo obrero. En donde se recoge las experiencias de los militantes obreros cristianos, en los movimientos especializados de acción católica. La experiencia de tantos otros militantes que, orientados e impulsados por la Doctrina Social de lglesia (DSI), entregaron su vida para anunciar a Jesucristo y su mensaje al mundo obrero, en momentos muy difíciles. Y, en muchas ocasiones, con recelos e incomprensiones. Miramos a la pastoral obrera con esperanza e ilusión. Estamos convencidos de que Jesucristo es la respuesta a los problemas del mundo obrero y, a pesar de las difíciles situaciones por las que actualmente pasa, hay muchos signos positivos: los diálogos iglesia-organizaciones obreras; la potenciación de la acción católica y de los movimientos especializados…”
Por tanto, esta entraña de la fe e iglesia, que es Dios en el Don (Gracia) de su amor y justicia con los pobres, lleva a la vida de la caridad orientada por la DSI. Y encarnada en la realidad, de forma más directa e inmediata, por los laicos para la transformación del mundo. El laicado y la acción católica, como es la pastoral obrera con sus movimientos especializados, tienen como vocación específica la praxis de la caridad política. Por la que se busca el bien común, la justicia con los pobres y la civilización del amor en el mundo del trabajo, de la economía, de la política o de la cultura. En el diálogo de la fe con la razón, con las culturas y la ciencia, con los movimientos sociales e históricos que luchan por un mundo más justo, humano y fraterno. Como se observa, todo lo anterior es el legado que nos transmite Don Elías con su humanismo ético y espiritual, con su amor a Cristo, a la iglesia y a la humanidad en el diálogo y solidaridad liberadora con los pobres. Le damos gracias a Dios y a Don Elías por su vida, misión y ministerio tan fecundo que ahora culmina con la fe, esperanza y caridad en la vida de paz, plena y eterna.
Todo ello caracterizó el ministerio y misión de Don Elías, con su trabajo en la iglesia española a la que aportó tanto. Junto a otros Obispos tan significativos como, por ejemplo, Don Ramón Echarren también ya fallecido, que fuera Obispo de Canarias. Durante esta época, la iglesia española promovió toda esta fe y pastoral militante. Con documentos tan significativos como “Los católicos en la vida pública”, “Los cristianos laicos, iglesia en el mundo”, “La pastoral obrera de toda la iglesia” o “La iglesia y los pobres”. Como se nos muestra en dicha enseñanza de la iglesia española, junto al legado de estos Obispos tan relevantes como D. Elías y D. Ramón, en la línea de dichos testigos de la militancia como Malagón o Rovirosa, vamos a presentar claves y aspectos esenciales para una fe militante. Siguiendo las diversas obras y publicaciones de Don Elías, cuyos títulos pondremos entre comillas.
Lo primero es cultivar la experiencia de fe “en el Espíritu y la verdad. Espiritualidad trinitaria”. La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Sin embargo, muchos cristianos, incluso fervorosos, aunque hacen sincera profesión de fe en la Trinidad, viven su cristianismo al margen de este misterio. Es el estilo de vida cristiana, orientada hacia la comunión de fe y de amor con la Santísima Trinidad, para avanzar hacia lo esencial. Lo más importante es sentirnos amados por Dios Padre, que nos da a su Hijo y nos comunica el Espíritu Santo: amor del Padre y del Hijo. La comunión de la Trinidad es fuente y modelo de la comunión de la Iglesia. Esta Iglesia de la Trinidad es comunión misionera. Por lo que la vida de fe es “ofrenda. Ofrecimiento y acción de gracias a la Santísima Trinidad”.
Esta espiritualidad nos lleva a ser “hombres y mujeres de oración”. El mundo necesita a estos hombres y mujeres de oración. Sin vida de oración no hay evangelización ni catequesis, no se realiza la acción pastoral ni la militancia cristiana. Sin vida de oración no hay fe. La vida de oración no es una especie de entretenimiento más o menos grato, reservado a quienes disponen de mucho tiempo libre. Para las personas de fe, la oración es como el oxígeno sin el cual no se puede vivir. Forma parte de los aspectos más esenciales de nuestra condición de discípulos de Jesús. La fe nos invita a la oración, situándola siempre dentro de esa llamada que Dios mismo nos hace al amor. En este sentido, es una espiritualidad mariana, con “María de Nazaret, Virgen y Madre”. Y es que “María es nuestra Madre”.
La vida de fe y la espiritualidad requiere la “educación cristiana, don de Dios a su iglesia”. Bajo la guía de Don Elías Yanes, se confeccionó y publicó un nuevo “Itinerario de formación cristiana para adultos. Ser cristianos en el corazón del mundo”, editado por la Conferencia Episcopal Española, a través de su Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Don Elías fue el director y coordinador de la elaboración de estos materiales, para cuya confección se contó con la colaboración de obispos, biblistas, teólogos, catequetas, pastoralistas. Así como de consiliarios y militantes de la acción católica. Entre todos elaboraron un material de contenido fecundo y complementario, desde las distintas perspectivas. Es concebido como una respuesta a la prioridad de la formación de los laicos, una prioridad de máxima urgencia para toda la iglesia. Se destaca así la urgencia y prioridad de la formación de los laicos, en el marco de la iglesia misterio-comunión-misión.
Hay que desarrollar “el discernimiento pastoral", “la fe y acción militante” en la promoción de la vida católica adulta y madura. Una espiritualidad seria y profunda, la formación sólida y permanente para la misión de la iglesia y el laicado en una militancia coherente, creíble y testimonial. Promoviendo la “caridad en la vida de la iglesia. La iglesia y los pobres” en cuyo documento ya citado, en su presentación, Don Elías expone una serie de orientaciones para esta acción de la caridad. Tal como nos muestra el Vaticano II (LG 8, AA 8), referencia clave para Don Elías, la iglesia está llamada al testimonio del amor y servicio a los pobres, que son sacramento de Cristo Pobre y Crucificado. En la solidaridad y promoción liberadora de los pobres, la iglesia sirve al mismo Cristo Pobre que, en su encarnación solidaria, está unido a sus sufrimientos y necesidades. Esta caridad debe promover la justicia con los pobres, transformando las causas de la pobreza, de tal forma que los pobres no sigan dependiendo de una caridad deformada, meramente asistencialista y paternalista.
Esta vida de fe, en el amor y justicia con los pobres, se expresa en la pastoral obrera de toda la iglesia, documento asimismo ya mencionado. En cuya presentación, Don Elías afirma que es una realidad “histórica, llena de esperanza en la evangelización del mundo obrero. En donde se recoge las experiencias de los militantes obreros cristianos, en los movimientos especializados de acción católica. La experiencia de tantos otros militantes que, orientados e impulsados por la Doctrina Social de lglesia (DSI), entregaron su vida para anunciar a Jesucristo y su mensaje al mundo obrero, en momentos muy difíciles. Y, en muchas ocasiones, con recelos e incomprensiones. Miramos a la pastoral obrera con esperanza e ilusión. Estamos convencidos de que Jesucristo es la respuesta a los problemas del mundo obrero y, a pesar de las difíciles situaciones por las que actualmente pasa, hay muchos signos positivos: los diálogos iglesia-organizaciones obreras; la potenciación de la acción católica y de los movimientos especializados…”
Por tanto, esta entraña de la fe e iglesia, que es Dios en el Don (Gracia) de su amor y justicia con los pobres, lleva a la vida de la caridad orientada por la DSI. Y encarnada en la realidad, de forma más directa e inmediata, por los laicos para la transformación del mundo. El laicado y la acción católica, como es la pastoral obrera con sus movimientos especializados, tienen como vocación específica la praxis de la caridad política. Por la que se busca el bien común, la justicia con los pobres y la civilización del amor en el mundo del trabajo, de la economía, de la política o de la cultura. En el diálogo de la fe con la razón, con las culturas y la ciencia, con los movimientos sociales e históricos que luchan por un mundo más justo, humano y fraterno. Como se observa, todo lo anterior es el legado que nos transmite Don Elías con su humanismo ético y espiritual, con su amor a Cristo, a la iglesia y a la humanidad en el diálogo y solidaridad liberadora con los pobres. Le damos gracias a Dios y a Don Elías por su vida, misión y ministerio tan fecundo que ahora culmina con la fe, esperanza y caridad en la vida de paz, plena y eterna.