Lo significativo de la teología de la liberación y la iglesia

En una reciente entrevista, el Papa Francisco afirma que la teología de la liberación (TL), desarrollada en América Latina u otros lugares del sur empobrecido, es “una cosa positiva…La teología de la liberación tuvo aspectos positivos y también tuvo desviaciones”. Una valoración clara y precisa de esta teología, tal como la realizada hasta ahora por la iglesia. Por ejemplo, los Obispos Españoles publicaron un memorable e imprescindible documento, "La iglesia y los Pobres" (IP), donde se recoge y profundiza las claves de las enseñanzas más valiosas de la TL. Y afirmaban "en este sentido, la teología de la liberación ha sido en la Iglesia del post-concilio un grito profético en favor de la liberación de tantos oprimidos por el peso de las estructuras políticas, culturales, sociales y económicas. El Papa ha invitado a realizar un discernimiento de dicha teología para mejorarla, potenciando sus valores y corrigiendo sus posibles defectos, que pueden darse y se dan como en toda obra humana" (IP 143).

Se referían al Papa Juan Pablo II que, en este sentido, enseñaba: "estamos convencidos nosotros y ustedes de que la Teología de la Liberación es no sólo oportuna sino útil y necesaria" (Carta a la Conferencia Episcopal de Brasil). En lo que sería su última y definitiva encíclica social, Juan Pablo II subrayó el “valor positivo de una auténtica teología de la liberación humana integral” (CA 26). En dicha entrevista, el Papa Francisco hace referencia a las dos instrucciones que la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por J. Ratzinger, sacó sobre dicha TL. La primera con el nombre de Libertatis Nuntius donde, como indica el Papa, se precisaban los posibles peligros o carencias sobre la TL. Más, ya en su Introducción, se valora la entraña y bueno de la misma, con su discernimiento: “el Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años esta verdad esencial ha sido objeto de reflexión por parte de los teólogos, con una nueva atención rica de promesas. La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lógicamente reclama la liberación de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico, social y político, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación”.

La segunda instrucción, Libertatis Consciencitia (LC), “Libertad cristiana y liberación", se muestran los aspectos más positivos y valiosos de la TL e indica que estos dos documentos son inseparables, se han de ver en conjunto (LC 2). De nuevo, en el principio, se señala lo que constituye la esencia de la TL, lo más valioso de la misma. “La conciencia de la libertad y de la dignidad del hombre, junto con la afirmación de los derechos inalienables de la persona y de los pueblos, es una de las principales características de nuestro tiempo. Ahora bien, la libertad exige unas condiciones de orden económico, social, político y cultural que posibiliten su pleno ejercicio. La viva percepción de los obstáculos que impiden el desarrollo de la libertad y que ofenden la dignidad humana es el origen de las grandes aspiraciones a la liberación, que atormentan al mundo actual. La Iglesia de Cristo hace suyas estas aspiraciones ejerciendo su discernimiento a la luz del Evangelio que es, por su misma naturaleza, mensaje de libertad y de liberación” (LC 1). La Instrucción nos enseña como la vida y Pascua de Jesús, el Evangelio se realiza desde los pobres en una liberación integral del sufrimiento, injusticia y del pecado, que culmina en la vida plena, eterna (LC 50-51). Y continuando con esta misión Cristo, la misión de la iglesia se realiza en el amor preferencial por los pobres. “Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia que, desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos…; mediante su Doctrina Social, cuya aplicación urge, la Iglesia ha tratado de promover cambios estructurales en la sociedad con el fin de lograr condiciones de vida dignas de la persona humana” (LC 68).

La TL y la enseñanza de la Iglesia con su Doctrina Social (DSI) convergen, pues, en la entraña y claves de la fe, de la espiritualidad y la moral. Como es la Gracia de Dios desde el Don del amor fraterno, la pobreza solidaria y justicia con los pobres (LC 64-68). La defensa de la vida y dignidad de las personas, la solidaridad que transforma integralmente los corazones y las estructuras sociales injustas, de pecado y opresoras, para liberarnos de la riqueza y el poder (LC 74-75). El destino universal de los bienes, en unas relaciones internacionales justas (LC 90), por encima de la propiedad privada. La prioridad del trabajo, de la dignidad del trabajador sobre el capital (LC 84-87).

Como nos enseñaba ya Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (EN), que acoge claramente la TL, el Evangelio es un mensaje de liberación, inseparable de promover esta liberación integral, de la promoción de la justicia, los derechos humanos y el desarrollo social (EN 29-31) Y dijo sobre las comunidades de base, donde como señalamos se forjó esta TL, que “serán un lugar de evangelización en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán esperanza para la Iglesia universal” (EN 58). Más tarde, en 1990, el Papa Juan Pablo II reconocía de nuevo a las "comunidades eclesiales de base como fuerza evangelizadora y que dan una gran esperanza para la vida de la Iglesia" (RM 51). Los Papas reconocen y alientan pues el camino de la TL y la Iglesia Latinoamericana con sus Conferencias Episcopales como Medellín (1968), Puebla (1979)…hasta llegar a Aparecida (2007) que han recogido todo este clamor evangélico del amor y justicia liberadora con los pobres, proveniente de las comunidades de base y de sus iglesias locales. Estas Conferencias, que son una aplicación fiel del Vaticano II en el contexto latinoamericano, con sus Obispos como H. Camara, Mons. Romero, L. Proaño, Card. Arns y un largo etc. fecundaron de forma decisiva la TL. Con su mensaje y praxis de paz, de amor fraterno y de justicia social con los pobres, frente a la injusticia y, como consecuencia, la violencia que sufrían sus pueblos, crucificados en la pobreza y miseria extrema... En este sentido, recomendamos la lectura de la Ecclesia in America (EA), realizada por Juan Pablo II, un profundo documento que se hace eco de toda esta TL y la DSI. Y en donde el Papa propone la globalización de la solidaridad y la justicia con los pobres, frente al neoliberalismo con su injusticia global que S. Juan Pablo II denuncia como pecado que clama al cielo (EA 55-56).

El actual Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, G. L. Müller, ha publicado dos obras recientes y conjuntas con su íntimo amigo, el teólogo peruano, sacerdote y religioso dominico Gustavo Gutiérrez. “Del lado de los pobres, Teología de la liberación” e “Iglesia pobre para los pobres, Misión liberadora de la Iglesia”, con una prólogo-presentación del mismo Papa Francisco. Como es sabido, Gutiérrez es considerado como el padre de la TL, que junto a pensadores como I. Ellacuría SJ, uno de los jesuitas mártires de la UCA, contribuyeron a forjar dicha teología. En estas obras, Müller reconoce y realza lo más valioso la TL, en continuidad con lo más significativo de la teología contemporánea. Tal como la teología de la gracia y del pecado, con sus constitutivas dimensiones sociales, estructurales, materiales e históricas. El inherente carácter social, público y transformador-liberador de la fe, de la gracia en el amor fraterno y la justicia. La mediación de las ciencias sociales o humanas, para situar el imprescindible contexto y análisis de la realidad social e histórica en el que se debe encarnar la fe, la misión y la teología. La aportación a este análisis y mediación socio-analítica de teorías sociales críticas…, con las que la fe y la teología deben dialogar acogiendo todo lo bueno y verdadero de las mismas, y señalando sus carencias o límites. La TL nos revela pues al Dios de la vida y de los pobres, el Dios de la justicia, salvación y liberación integral de todo pecado, mal e injusticia que nos trasciende hacia la vida plena, eterna.

Ahora más que nunca es necesaria, actual y viva esta TL. Ya que en este sentido, como dice el Papa Francisco en la citada entrevista, vivimos en un mundo dominado por "la desproporción económica: que un pequeño grupo de la humanidad tenga más del 80% de la fortuna, con lo que esto significa en la economía líquida, donde al centro del sistema económico está el dios dinero y no el hombre y la mujer, ¡el humano! Entonces se crea esa cultura del descarte..". Por ejemplo, continúa afirmando el Papa, "Latinoamérica está sufriendo los efectos —que marqué mucho en la Laudato si’ — de un sistema económico en cuyo centro está el dios dinero, y entonces se cae en las políticas de exclusión muy grande. Y se sufre mucho. Y, evidentemente, hoy día Latinoamérica está sufriendo un fuerte embate de liberalismo económico fuerte, de ese que yo condeno en Evangelii gaudium cuando digo que “esta economía mata”. Mata de hambre, mata de falta de cultura. La emigración no es solo de África a Lampedusa o a Lesbos. La emigración es también desde Panamá a la frontera de México con EE UU. La gente emigra buscando. Porque los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo y favorecen delincuencias..."
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