Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. (Mc 14, 22-24)
Eucaristía:
Materia transformada, que alberga la presencia divina en holocausto.
Testimonio de la creación nueva, bella y buena.
Presencia real, permanente, silenciosa, posada samaritana.
Prueba de la Palabra dada, fiel, comprometida.
Compromiso de Jesús de acompañar todos los días.
Santo y seña de quienes creen en Cristo resucitado.
Ofrecimiento gratuito, universal, propicio, por todos y para cada uno.
Prolongación de Pascua que convierte el desierto en el jardín primero.
Relación abierta a la hora de la brisa y al alba, siempre.
Misterio revelado a los sencillos.
Experiencia sobrecogedora en los enfermos.
Bendición anhelada en la fatiga.
Mesa, banquete, alivio en el cansancio, mirada receptiva.
Sacramento santo, que contiene el cielo en el pan cotidiano.
Alforja y zurrón que abastece el hambre de sentido.
Tú necesitado en el desierto humano.
Fuente de entrega generosa.
Posibilidad de devolver amor y reconocimiento.
Estancia habitada con acogida amorosa.
Posibilidad constante de saberse acompañado.
Personalización suprema del ser humano, Dios hecho materia.
¿Participas de la mesa santa? ¿Adoras la presencia de Cristo? ¿Eres testigo del amor de caridad?