Espiritualidad y filosofía empujan a vivir de manera consciente Superficialidad e inconsciencia versus consciencia de la Realidad
"El budhhismo enseña que en la comprensión y el conocimiento está la esencia del amor"
"Deleuze decía que el pensamiento estúpido es 'la bajeza del pensamiento'"
"No hay belleza sin compromiso ético/moral con la realidad social"
"Superficialidad es ser indiferente a las alegrías y las penas de mis hermanos y hermanas"
"No hay belleza sin compromiso ético/moral con la realidad social"
"Superficialidad es ser indiferente a las alegrías y las penas de mis hermanos y hermanas"
| Victorino Pérez Prieto
“La epidemia más grande de nuestro mundo es la superficialidad”,gustaba repetir Raimon Panikkar. Contrariamente al escándalo que en alguien podría suscitar esta afirmación, pensando que hay otros problemas mucho más graves en el mundo como el hambre, la muerte de millones de niños, la injusticia y la violencia cometida cada día contra los pobres, o el gravísimo y creciente atentado de los humanos contra la madre Tierra, no se trata de una expresión banal.
Superficialidad tiene que ver con vivir en la superficie de la Realidad, no ver en profundidad la realidad, no pensar mucho; en oposición a una perspectiva filosófica y estética más “profunda”. Tiene que ver también con lo ético y lo espiritual, con una manera de ver el mundo y estar en el mundo. Tiene que ver con vivir de manera inconsciente, no consciente de lo que la Realidad es. El budhhismo enseña que en la comprensión y el conocimiento está la esencia del amor, como dice el gran maestro budhhista Thich Nat Hanh: “Con la plena consciencia, vemos que la otra persona sufre, y es justamente esto lo que nos motiva a hacer algo para que no sufra”. De esta manera, el conocimiento en profundidad, la comprensión de la Realidad tal como es “es la esencia misma del amor”. “Sin comprensión no es posíble el amor” (Bouddha et Jésus sont des frères).
Y el filósofo francés Gilles Deleuze dice que si se pregunta para qué sirve la filosofía hay que decir que la filosofía consiste en “la lucha contra la estupidez”; “el pensamiento estúpido” es la bajeza de pensamiento. La filosofía consiste en vencer la pereza mental asociada al statu quo apelando a una “tierra nueva” (Nietzsche y la filosofía). La superficialidad es un atentado contra lo que es verdaderamente ser humano.
"Somos consciencia; si vivimos en la inconsciencia, no vivimos"
Una vieja y conocida máxima latina dice nulla aesthetica sine ethica; no hay estética, no hay belleza sin compromiso ético/moral con la realidad social en la que uno vive. La frase le costó la cátedra a José María Valverde –poeta y catedrático de Estética en la Universidad de Barcelona– en los últimos años del franquismo, junto con José Luis Aranguren, catedrático de Ética en la de Madrid. Superficialidad significa vivir en la banalidad y la tontería, en la superficie; vivir al margen de la realidad que nos rodea, al margen de lo que la Realidad es realmente. Superficialidad es vivir centrado solamente en los propios intereses materiales egoístas, sin importar gran cosa lo que le ocurra a los demás seres humanos y al mundo que me rodea; a la Tierra de la que formo parte, pues somos hijos de Adam (adamâh, hijos de la tierra). Superficialidad es ser indiferente a las alegrías y las penas de mis hermanos y hermanas, al goce y al dolor de nuestro mundo; es ser indiferente a lo que le ocurra al resto de la Realidad.
Superficialidad es, en fin, no ser conscientes de que somos tierra y espíritu, en cualquiera de las acepciones que se le quiera dar a éste. Somos consciencia; si vivimos en la inconsciencia, no vivimos. Sin una espiritualidad religiosa o laica no podemos ser plenamente humanos. La espiritualidad es el único lugar en el que podemos encontrarnos los creyentes de todas las religiones y las personas no religiosas que buscan vivir con profundidad, intensidad, veneración y honestidad su existencia. Ese lugar es el camino de la salvación o liberación cristiana, pero también el de la iluminación oriental y la realización secular. Por eso escribe Raimon Panikkar:
“La historia de la espiritualidad coincide con la historia misma del ser humano. En el fondo, es la dimensión más real y efectiva de la historia humana, puesto que verdadero quehacer humano no es tanto hacer guerras, naciones o culturas, como hacerse a sí mismo y llevar a cabo su ‘salvación’… La sed de ‘más allá’ ha sido en última instancia la mayor fuerza que ha impelido en todo momento a la humanidad a caminar por este mundo, no solo para escalar el cielo, sino para alcanzarlo precisamente allí en donde el cielo y la tierra parecen juntarse en el horizonte histórico, siempre futuro, siempre lejano, y al mismo tiempo presente y al alcance de la vista” (Espiritualidad hindú. Sanātana dharma).
La mística busca una experiencia integral de la Realidad, una vida en plenitud: la consciencia de comunión profunda con toda la Realidad. Raimon Panikkar la define como “experiencia plena de la vida”, a la que está llamado todo ser humano (De la mística. Experiencia plena de la vida). Es la experiencia del ser humano que es “espíritu místico, tanto como animal racional y ser corporal”; no una “especialización”, sino la visión integral del ser humano; “experiencia integral de la vida” o de la Realidad, más que experiencias extáticas o elucubraciones conceptuales.
La mística es la mirada profunda y atenta a la realidad: mirar profundamente. Vivir con plenitud es vivir de modo consciente, con atención plena. Es abrir los ojos y despertar a la Realidad, más allá de toda visión reduccionista de ésta. Es atreverse a ver la Realidad incluso más allá de nuestras ideas y creencias, temores y deseos; más allá de la razón, pues el ámbito de lo real desborda lo inteligible, ya que la razón es limitada y la Realidad es más grande que nuestra razón. Esto me parece muy claro, a pesar de que Hegel haya llegado a decir que “todo lo real es racional y todo lo racional es real” (Elementos de la Filosofía del Derecho).
No se trata de renunciar a la razón, sino de relativizarla, para llegar a lo transracional. Por eso, la experiencia mística supone tener muy despiertos no sólo los ojos de la cara, sino los “tres ojos del conocimiento”: el ojo sensible/empírico, el ojo racional/filosófico y el ojo espiritual/contemplativo (tercer ojo), para poder gozar plenamente de la vida (Cf. V. Pérez, “Los Tres Ojos del Conocimiento en San Buenaventura. De la reductio Bonaventuriana al pensamiento complejo de Edgar Morin y la perspectiva cosmoteándrica de Raimon Panikkar”,Perspectivas sobre el pensamiento de San Buenaventura de Bagnoregio y otros estudios, Bogotá 2018).
La superficialidad tiene mucho que ver no solo con la banalidad, la moral y la espiritualidad, sino también con una perspectiva fragmentaria de ver la Realidad, frente a la visión de su Unidad como no-dualidad: sólo existe la Unidad en la diferencia que apreciamos a cada instante. La superficialidad es una perspectiva en la que yo me veo como individuo aislado del resto de la Realidad, considerando ésta a mi servicio: es verme como sujeto y a todo lo demás como objeto que está ahí para mi disfrute.
Es la perspectiva del self-made manamericano, el hombre que cree que se ha hecho a sí mismo; Benjamin Franklin, uno de los “padres fundadores” de los Estados Unidos de América, fue descrito como “el más original self-made man”. Pero, en realidad, todos somos seres dependientes desde que nacemos hasta que morimos, necesitamos siempre de los otros y otras y de nuestro entorno para existir. Hasta Simón el Estilita –ridiculizado en la película de Luis Buñuel Simón del desierto– necesitaba para subsistir al menos que le llevaran el agua y las verduras hasta la columna en la que estaba encaramado en medio del desierto cerca de Alepo (Siria), en el siglo V.
Solamente los insensatos afirman no deber nada a nadie, o que ellos se han hecho a sí mismos sin la ayuda de otros; pero en toda nuestra trayectoria vital han colaborado multitud de personas. Es la grandeza y lo asombroso de nuestra existencia: reconocer cómo todos estamos/somos interrelacionados, vamos interactuando y tejiendo redes y urdimbres de las que salimos fortalecidos.
La superficialidad es lo contrario de ver la Realidad como el tejido sin costuras que verdaderamente es: una Realidad en la que todo está absolutamente interrelacionado/ interconectado. La superficialidad fragmentaria es lo contrario de la unidad y armonía de la Realidad.
El mismo Albert Einstein decía en una conocida y mil veces repetida frase: “Nuestra separación de los demás es una ilusión óptica de la consciencia” y esta ilusión es una prisión para nosotros; nuestra tarea debe ser librarnos de esta prisión para abrazar toda la Realidad.
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