Müller sigue desafinando

¡Ya está bien! Müller, antes de su cese por unas razones, y después por otras, se ha pasado todo el verano criticando al Papa Francisco en distintos periódicos de Alemania. Es incapaz de aceptar que el tiempo para la gente como él se está acabando, que la Iglesia camina por otras sendas. Pero lo más sorprendente es que este señor no reflexione un poco sobre el sentido del Cardenalato y la libertad de expresión en la Iglesia.

Durante varios años él, en nombre de la Iglesia y desde su responsabilidad en el Dicasterio, ha vigilado e impedido la libertad de expresión de muchos teólogos, y ha censurado, incluso cualquier crítica al Papa. Él sabe perfectamente lo que significa caminar por zonas fronterizas en el ámbito de la teología, asumir los retos de la inculturación, expresar en un lenguaje comprensible los contenidos de la fe, y tantas cosas que le han llevado a condenar a teólogos y pensadores sin que le temblara la mano. Me parece intolerable que, en nombre de esa libertad que él se toma en estos momentos - y que ha impedido a otros-, continúe poniéndole bastones al carro del Papa Francisco. ¿Y, quién le censura a Usted, Sr. Müller? Se puede entender que Bergoglio no fuera su candidato, y que por supuesto usted no le votara, pero con esa actitud tan recalcitrante se está convirtiendo en piedra de escándalo para mucha gente que no entiende su insistencia en temas secundarios. ¿Acaso, su solidez teológica es tan espectacular y notoria? ¿Cómo puede permitirse esa crítica de pensamiento teológico débil del Papa Francisco? ¿Qué pretende? ¿Acaso se creía imprescindible en el Dicasterio? Si no comparte, el buen hacer y el pensamiento del Papa Francisco, modérese y regrese a su tierra natal, en donde seguro que encontrará en muchas tertulias, seguidores de sus opiniones. Además su prestigio como teólogo no es tan notable. Un buen teólogo, pero sin teología creativa y sugerente. Así me lo cuentan en Alemania.

En cuanto al sentido del Cardenalato, es esencial. Esta Institución se supone que está muy estrechamente vinculada al Papado. Es evidente que a usted no le eligió el Papa Francisco. Pero es el Papa actual, y usted se debe a él, antes que a sus pequeñas opiniones o grandes discrepancias. Una Institución como el Cardelato, llamada a dar la vida por la Iglesia y el Papa, debería llevarle a reflexionar sobre sus actitudes y forma de actuar. No olvidemos que los cardenales, cuando reciben el título cardenalicio de manos del Papa, se comprometen a “defender la fe hasta la muerte, hasta el punto de dar su sangre”. El birrete o solideo que llevan en la cabeza es también de color rojo y representa la entrega al Santo Padre.

Esto no significa negarle la libertad de expresarse, sino recordarle las prioridades, los valores que deben imperar en un Cardenal. Algunos, usted entre ellos, se empeñan en un modelo de Iglesia distinto al que el Papa Francisco propugna. Me parece que esa legítima disidencia debería modularla, a no ser que no crea que es el Espíritu Santo, el que ha elegido al Santo Padre y el que, con renglones torcidos a veces, conduce a la Iglesia.

Está claro que a usted le encanta el protagonismo, así me lo manifestaba un clérigo de su tierra natal. Se encuentra bien entre los focos y las cámaras, pero por favor, piense en el daño que puede estar causando a la comunión eclesial. De nuevo: ¿Qué pretende? Si tan en desacuerdo está con el Papa Francisco, deje el Cardenalato y el birrete rojo, y dedíquese a rezar por la Iglesia y a meditar en los novísimos.

Otro día podemos hablar de Burke, que sigue con su cruzada y en su línea habitual desde las revistas y periódicos conservadores estadounidenses… Cosas veredes!!!
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