¿Qué hay de la comisión de las diaconisas?

Cuentan que el emperador Napoleón les decía a sus más íntimos colaboradores: “Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a una comisión”. No creo que sea el caso del Papa Francisco, sino todo lo contrario. La comisión sobre las diaconisas ha sido nombrada para presentarle un estudio y unas conclusiones, lo más claras posibles, para poder decidir -si hay algo que decidir- sobre este tema tan delicado y relevante. El nombramiento de cada uno de los miembros, muy cuidado, es un índice del rigor y la calidad de esta Comisión. Todos son personas muy competentes y en sintonía con la Iglesia actual. Evidentemente un trabajo de esta envergadura requiere tiempo, serenidad y prudencia. No hay que apretarles, pero que tampoco que se duerman.

Tiempo para realizar un buen análisis sincrónico y diacrónico de cada uno de los testimonios en los que aparece el término “diaconisas”. El estudio sincrónico nos llevará a colegir textos de una misma época y, probablemente, de un parecido contexto eclesial. El análisis diacrónico nos aportará el dato inicial del uso del término y su evolución posterior hasta su posible extinción, con las consiguientes razones de la misma. Rastrear ambas lecturas, de nuevas, sin prejuicios, y con la libertad del investigador es el reto que se plantean. Este trabajo pide tiento y tiempo, pero no “ad kalendas grecas”.

La serenidad, también tiene que estar presente para que, una vez hayan analizado los textos a fondo, calibren, si el mensaje del ayer es válido “tout court” para el hoy o estaba muy condicionado por el lenguaje y el contexto. Sin negar la posibilidad a la Iglesia de discernir caminos inéditos de respuesta ministerial a las nuevas realidades y sensibilidades. “A vino nuevo nuevo, odres nuevos”. Así actuó la Iglesia en sus primeros siglos. Pocos poco fueron fraguando las distintas Instituciones, pegadas a la Palabra de Dios, y al discernimiento de aquellos hombres de ayer. También, hoy, hay algo que decir.

Ni marcha atrás, ni pasos en falso. Probablemente vale más esperar para dar un paso adelante bien fundamentado, y no recular posteriormente. Evidentemente, cualquier posible innovación en este campo sufrirá inevitablemente las críticas de tirios y troyanos, pero este aspecto hay que integrarlo, ya que forma parte de las reglas del juego de cualquier cambio. Incluso aparecerán las iras de aquellos que se sienten los cancerberos de un sistema absolutamente cerrado y eterno en todas sus formas. En cualquier caso la evolución de la Iglesia es imparable, y cualquier intento de frenar esta dinámica está llamado a fracasar. A una inmensa mayoría del Pueblo de Dios, la música que suena desde santa Marta es maravillosa.

No obstante, sería bueno, en base a una mayor transparencia, que la Comisión informara someramente sobre el estado de los trabajos, y las previsiones para unas conclusiones provisionales y definitivas. En resumidas cuentas, que está viva y que sigue trabajando a la búsqueda de una respuesta lo más cercana a la incontestabilidad. Está claro que los textos son los que son, y muchos de ellos conocidos. Una reflexión compartida, desde diversos enfoques les puede llevar un tiempo, pero al final, en principio, no hay demasiado material nuevo. Por eso, sería bueno una información básica para que nos hagamos una idea por donde van los tiros.

Evidentemente, esta comisión especial, tiene como cometido presentar sus conclusiones para que el Santo Padre, con aquellos que considere oportuno, haga una posible propuesta viable y bien fundada, para que sea adoptada por la Iglesia Universal. No se trata de una investigación simplemente intelectual, sino de la búsqueda de una legítima aspiración de un colectivo, que ve la necesidad de una presencia ministerial en nuestro mundo de hoy. El camino no será fácil, sea la decisión que sea, ya que chocará con las resistencias de unos o con la frustración de otros. Pero esto no es óbice para que los cambios continúen.

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