Del siglo XV, hecha por el arquitecto platero Juan Castelnou La historia de “la custodia en que va nuestro Amo el día de Corpus” en Valencia
Se trata de “una maravilla de orfebrería, un ascua de oro, una especie de templete afiligranado, de catorce palmos de altura, cuajado de caprichosas labores, destacándose multitud de imágenes minuciosamente cinceladas, en las que resplandecían las piedras preciosas”
Juan de Timoneda; “la qual pesó quatrocientos y veynte y quatro marcos y tres onzas de plata: entraron en dorarla quinientos Ducados de oro: y sin esto las Imágenes y el oro, que están al derredor del Corpus, son deziocho marcos, según lo testificó el maestro que lo hizo”
En 1442, el Cabildo de la Catedral de Valencia encargó la labra de una Custodia “en que va nuestro Amo el día de Corpus, y sale en la Procesión general de esta Metropolitana Iglesia en cuya obra se hecha de ver su pericia en la Arquitectura y Escultura” al platero de esta ciudad Juan de Castelnou.
Juan de Timoneda cuenta que la acabó de hacer el 23 de mayo de 1456, “la qual pesó quatrocientos y veynte y quatro marcos y tres onzas de plata: entraron en dorarla quinientos Ducados de oro: y sin esto las Imágenes y el oro, que están al derredor del Corpus, son deziocho marcos, según lo testificó el maestro que lo hizo”.
Castelnou era renacentista, como correspondía a la época en que vivió, dominaba y practicaba las distintas disciplinas artísticas: dibujo, pintura, escultura, arquitectura,… Todas ellas han sido siempre necesarias para el oficio de platero, de orfebre, o escultor de oro y plata. Como especialista, escribió tratado sobre estas materias que fue reeditado varias veces hasta el siglo XVIII en provecho de los arquitectos.
De aquella bellísima Custodia no tenemos ningún testimonio gráfico. Lo más cercano o aproximación a lo que fue lo encontramos en el álbum de Bernardo Tarín Juaneda, que se conserva en el Archivo Histórico Municipal y que refleja una procesión de Corpus de Valencia de principios del siglo XIX. De cómo era lo sabemos por descripciones literarias. Al salir en procesión, pesaba tanto, que era llevada por 16 sacerdotes revestidos de dalmática, que se alternaban con otros 16 a cada poco trecho.
Por el Dietari del Capellà d´Alfons el Magnànim sabemos que la Custodia pesaba “424 marchs e ii onces”. Para Sanchis Sivera se trata de “una maravilla de orfebrería, un ascua de oro, una especie de templete afiligranado, de catorce palmos de altura, cuajado de caprichosas labores, destacándose multitud de imágenes minuciosamente cinceladas, en las que resplandecían las piedras preciosas”.
El manuscrito obrante en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia titulado “Libro de las Antigüedades de la Santa Metropolitana Iglesia de Valencia”, describe así la Custodia: “Al pie de cada pilar… están acomodados los cuatro Evangelistas. El contorno de los pilares y sus claros los ocupan seis simulacros… al uso de los que pintan los profetas antiguos. El primero es Abraham, éste lleva en el pecho una pieza de oro… En la mano derecha una llama de fuego y en la izquierda un cuchillo. El segundo simulacro representa a Melquisedec: lleva corona sobre su cabeza… En la mano derecha, una redomita, y en la izquierda, dos tortas. El tercero representa al profeta Elías; lleva en el pecho una pieza de oro… El cuarto es el rey Salomón, lleva un cetro en la mano derecha… El quinto representa a Moisés; lleva unas tablas en las manos. La sexta imagen representa al rey David, lleva sobre su cabeza corona de rey… En la mano derecha, un cetro. Junto al torno de fino oro y de forma “sisavó” tenía seis capillas con imágenes de la Virgen María, San Vicente Mártir, San Lorenzo, San Pedro Apóstol, San Pablo y San Juan Evangelista. En la parte superior lleva por último término un Espíritu Santo, esmaltado de blanco, que, tendidas, forma una cruz muy perfecta… Bajo el Espíritu Santo, sobre la orla del Araceli, está el Padre Eterno, mirando a su precioso Hijo Sacramentado, elevada la mano derecha como que le da la bendición… En la parte inferior del viril va acomodado un San Miguel,… un Cristo de oro con la Virgen al pie de la cruz, un San Jorge, una Verónica, un Descendimiento de la cruz, Sayones que azotan a Jesús y un Ecce Homo...".
Durante la Guerra de la Independencia (s. XIX), antes de la llegada de las tropas invasoras, el Cabildo de la Catedral de Valencia –conocida la suerte que habían corrido los tesoros artísticos de los templos en otras ciudades saqueadas y expoliadas por los franceses- decidió embalar lo más valioso de sus obras de arte y enviarlo a lugar seguro. Se llenaron 58 cajas, entre ellas la que contenía la Custodia de Corpus de Castelnou, que fueron embarcadas primero con destino al puerto de Alicante y luego al de Mallorca.
Sanchis Sivera dice que el Cabildo de la Catedral, “embarcó todas las alhajas de gran estima por su valor material y artístico, entre ellas el retablo de plata del altar mayor, la soberbia Custodia y casi todos los relicarios que la piedad de los fieles y la munificencia de reyes, pontífices y prelados habían regalado a nuestra iglesia. Todas se custodiaron en el castillo de Alicante, pero trasladadas a Mallorca para mayor seguridad, la Junta Española se apoderó de ellas y las fundió, convirtiéndolas en moneda con que pagar gastos de guerra.”
Y añade que la Custodia puede que se salvara de la fundición y aún exista, pues “Persona digna de crédito por su respetabilidad y sus conocimientos en los fastos del país, nos hace observar que esta fue la versión que se hizo cundir para acallar en cierto modo las quejas de los valencianos; que la Custodia no fue fundida ni resultó de bronce, ni podía ser de este metal, sino que fue vendida a un alto personaje de la Gran Bretaña, en cuya nación se encuentra la referida joya; y aun se habla de personas que han podido verla y examinarla en el Reino Unido. Nada podemos afirmar acerca de la verdad o falsedad de estos rumores”.
Nadie la ha buscado en aquel país, igual se encuentra en alguna de sus iglesias o museos, como tantas obras de arte aquí saqueadas y esquilmadas. Se debería intentar su búsqueda y localización, por si existe aún, y al menos pudiéramos conocerla.