Comentario a la lectura evangélica (Juan 6, 1-15) del XVIIº Domingo del Tiempo Ordinario "Jesús se niega a ser el líder de la multitud, ergo, de la sociedad"
"Estamos tan distraídos con los números que, en la mayoría de las lecturas en horizontal e interpretaciones someras, nos olvidamos del más pequeño dato numérico, el 1 del que partió la historia: el niño"
"El niño, sencillo y silencioso, en cambio pone a disposición los pocos recursos que tiene a su disposición"
"La intención del Maestro parece clara: mostrar a sus discípulos que la eficacia de la acción no depende enteramente de nuestra capacidad para organizar una respuesta colectiva a una necesidad"
"Su respuesta a la presencia en la sociedad y en la política es: actuar políticamente con plena y simple disponibilidad no para convertirse en líder de la sociedad sino para responder a las necesidades de la sociedad, es decir, al bien común"
"La intención del Maestro parece clara: mostrar a sus discípulos que la eficacia de la acción no depende enteramente de nuestra capacidad para organizar una respuesta colectiva a una necesidad"
"Su respuesta a la presencia en la sociedad y en la política es: actuar políticamente con plena y simple disponibilidad no para convertirse en líder de la sociedad sino para responder a las necesidades de la sociedad, es decir, al bien común"
Este signo de Jesús suele representarse, por simplicidad, de forma simbólica. Con dos posibilidades: la primera es contentarse con los panes y los peces iniciales (como en Tabgha, Israel, en la iglesia construida en el lugar del milagro), ampliando como máximo el marco de Jesús cuando coloca sus manos sobre él. Alternativamente, se muestra el punto de llegada, representando cestas llenas de comida.
Y las historias de las dos multiplicaciones también están llenas de números: además de los presentes (5 mil y 4 mil, "sin contar las mujeres y los niños"), están los 12, con los 200 denarios que guardan en la caja; están los 5 panes y los 2 peces (que se convierten en 7 y unos cuantos peces en la segunda multiplicación); se divide a las personas en grupos de 100 y 50, con vistas a una distribución organizada, sin olvidar las cestas de sobras (12 y 7).
Estamos tan distraídos con los números que, en la mayoría de las lecturas en horizontal e interpretaciones someras, nos olvidamos del más pequeño dato numérico, el 1 del que partió la historia: el niño. Lo que, en cambio, hay que recordar a toda costa, porque dice lo que un niño puede hacer (y, más aún, lo que cualquiera puede hacer), si no ha permitido que nada permanezca en cero, que no prevalezca ningún punto muerto. En ese contexto se mostró, mucho más que los apóstoles, como una persona de fe y logró -con su propia contribución- desencadenar el poder de Jesús. Porque es a partir de la manita levantada del niño, de su disposición a dar todo lo que tiene -como la viuda en el templo-, que Jesús comienza a actuar.
Y también entendemos cómo el milagro está a años luz de los milagros hechos para asombrar. Al principio, el Señor parece incluso dudar en ponerse manos a la obra, como si - esta vez - quisiera realizar juntos el milagro. Le encantaría ver que alguien al menos intentara resolver el problema del hambre. Pero, al intentar estimular, encuentra resistencia.
Con la pregunta "¿Dónde podemos comprar pan?", queda claro que Jesús nos invita a meter la mano en la cartera. Sin encontrar a alguien que saque un poco de cambio de su bolsillo, donando algo propio. Su pueblo es todos realistas, buenos para dividir, no para compartir. ... Sólo son capaces - por supuesto - de sacarse del bolsillo la frase mágica: "es imposible" (alternativamente: "contraproducente, inconveniente, inútil, irrazonable, impropio..."). ¿Quizás reforzado por «qué se puede hacer con tan poco»? En definitiva, los realistas siempre encuentran un motivo para mantenerse firmes y siempre están de acuerdo con lo que parece razonable y, dentro de lo razonable, con lo que es posible.
Así Jesús se queda quieto y observa -quién sabe cuánto habrá durado su mirada...-, hasta que un niño da el primer paso ofreciendo lo poco que tiene: rompe el hielo y también hace que Dios… se derrita.
Quizás sea porque últimamente me siento muy abierto a la política por motivos personales, esta página evangélica sobre la "multiplicación de los panes" (Jn 6, 1-15) me ha dado qué meditar sobre el tema: ¿Qué espiritualidad para un católico involucrado en el compromiso social, político, etc.? ¿Qué modalidad de compromiso? ¿Cuáles son los métodos de una presencia católica concreta en la sociedad? Comparto estos pensamientos con la esperanza de no decir herejías y que también puedan ser útiles para alguien más.
Jesús esencialmente, en el pasaje de Juan, se encuentra ante la necesidad de responder a una necesidad de la multitud (¿de la sociedad?): la del pan, la del sustento. Responder a las necesidades de muchos, organizando los medios y recursos disponibles, es también una de las principales tareas del compromiso social, político, etc. Encontrar respuestas a estas necesidades también significa organizar una respuesta concreta de compromiso. El paralelo entre el pasaje evangélico y la acción comprometida me resulta hasta muy fácil.
Jesús plantea entonces a sus discípulos la pregunta concreta: ¿cómo responder a esta necesidad de muchos? (dice: ¿Dónde podemos comprar pan para que pueda comer esta gente?). Como diciendo: utilizando los medios humanos disponibles, ¿cómo podemos responder a esta necesidad social que espera satisfacción?
El Señor se encuentra ante tres respuestas:
1.- la de Felipe, la de Andrés y la del niño que ofrece lo poco que tiene. Felipe, el sabio organizador, el experto, se ve inmediatamente llevado a dar la respuesta concreta. Analiza la necesidad, encuentra las respuestas y examina los recursos y dice: "Doscientos denarios de pan no bastan ni para que todos reciban un trozo". Los recursos no son suficientes y las necesidades de muchos no pueden satisfacerse. También podríamos renunciar a la acción "política" de satisfacer la necesidad de la multitud y darle diferentes respuestas a su necesidad de pan.
2.- Andrés, más sencillo y quizás menos experto, decide buscar de todos modos los pocos recursos disponibles y llama la atención de Jesús y de todos sobre un niño, diciendo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tanta gente?” Una vez más los recursos no son suficientes y las necesidades de muchos no pueden satisfacerse. La actitud de Andrés parece ser la siguiente: se pueden emprender acciones de compromiso, pero la respuesta seguramente será insatisfactoria en términos de efecto.
3.- El niño, sencillo y silencioso, en cambio pone a disposición los pocos recursos que tiene a su disposición. “Poner a disposición” significa simplemente no calcular las consecuencias y la eficacia de la acción; significa no hacer depender la acción de su eficacia según cálculos humanos. En una palabra, significa confiarse a la acción de la gracia.
¿Es la acción del niño una respuesta que puede evaluarse concretamente a nivel social, político, etc.? Quizás no, pero es una respuesta que puede decir mucho en el plano de la espiritualidad cristiana del compromiso social y de la política, también porque el Señor nos da su respuesta "política y espiritual", precisamente respondiendo a este acto de entrega, sin cálculos.
Jesús no se lo deja a los discípulos ni al niño. Él mismo materializa la respuesta a la necesidad. Primero les pide a los discípulos (no al niño) que tomen medidas para satisfacer la necesidad, diciéndoles "haced que se sienten". Pero entonces es Él mismo quien obra ("tomó los panes y, después de dar gracias, se los dio a los que estaban sentados, e hizo lo mismo con los peces, cuanto quisieron") y logra el efecto de satisfacer el necesidad de pan de la multitud.
La intención del Maestro parece clara: mostrar a sus discípulos que la eficacia de la acción no depende enteramente de nuestra capacidad para organizar una respuesta colectiva a una necesidad. Quizás el Señor quiera decir: tened cuidado, al realizar una acción "política y espiritual", no pretendáis ser eficientes, sino más simplemente aspirad a ser confiados y disponibles. No todo depende de vuestra capacidad para organizar una respuesta concreta y eficaz.
Y de nuevo: el pasaje del Evangelio termina así: "Pero Jesús, sabiendo que venían a apresarlo para hacerlo rey, se retiró otra vez al monte, solo". La reacción natural de la multitud es elegir a Jesús como su líder. ¿Qué hace Jesús? Se aleja y se va a orar solo. No abraza la lógica del mundo. Jesús se niega a ser el líder de la multitud, ergo, de la sociedad. Su respuesta a la presencia en la sociedad y en la política es: actuar políticamente con plena y simple disponibilidad no para convertirse en líder de la sociedad sino para responder a las necesidades de la sociedad, es decir, al bien común.
Sin embargo, a menudo una cierta manera de describir la presencia de los cristianos en la historia, en el mundo, en la sociedad, en la política,…, parece ir demasiado lejos al centrarse en el papel de liderazgo de los cristianos y en la necesidad de hacerse presentes y eficaces, olvidando que, como muestra el Maestro, reside mejor en la confianza, en la disponibilidad desinteresada y en la oración que son la verdadera raíz de un compromiso creíble, además de creyente, de los cristianos.
Feliz mes de agosto.
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