La 'geometría variable' del Papa aplicada a otros estilos y métodos de gobernanza Nuevo consistorio de Francisco: claves de interpretación en la elección de los neocardenales
"En lugar de enfatizar el centro, se trata de enfatizar la periferia, en lugar de las fronteras, la diversidad de las multiplicidad, en lugar de la auto-referencialidad (europea, romana,…), la apertura y la integración de los cruces de los caminos y de los márgenes. Esto provoca y conlleva otras nuevas geometrías y estilos y métodos de gobernanza, así como moviliza y genera una gran vitalidad"
"Quizá también estén decepcionados los obispos de carrera, es decir, aquellos para quienes un nombramiento en una ciudad, con marchamos incluso de cardenalicia, era sólo el pedestal para un puesto más prestigioso"
“Uno será llevado y el otro dejado” (Mateo 24, 40).
La “geometría”, como dice el propio término (‘geo-metría’, es decir, la medida de la tierra), indica la comprensión del espacio en el que se mueve el hombre y, por tanto, expresa la intencionalidad y la posibilidad de entrar más rigurosamente en el significado de la realidad. La geometría, que inicialmente servía para resolver cuestiones de carácter natural, se ha convertido con el tiempo en una ciencia verdaderamente intuitiva y descriptiva, capaz todavía hoy de ser un punto de referencia para explicar fenómenos que a primera vista todavía parecen enigmáticos.
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Para llegar a una propuesta de significado de ellos, es necesario referirse no tanto a conceptos abstractos (que corren el riesgo de no conducir a la ejemplificación deseada), sino a imágenes, "modelos", que forman parte de un horizonte interpretativo que es tan lo más amplio posible. Para explicar ciertos fenómenos complejos, como la Iglesia y algunos procesos sociológicos, el Papa Francisco ha recuperado varias figuras geométricas como "modelos".
En perspectiva de poliedro
Uno de ellos es el poliedro: un sólido formado y delimitado por un número finito de caras poligonales planas. Para evitar atribuir significados deducidos de especulaciones personales, lo mejor es recurrir directamente a las citas del Papa, rastreando los diferentes contextos en los que fueron pronunciadas.
En la Evangelii Gaudium está escrito: «El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto equidista del centro y no hay diferencias entre un punto y otro. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él mantienen su originalidad». El Papa Francisco se refiere aquí al modelo del poliedro para explicar la relación entre globalización y localización, y la tensión que puede ocurrir entre ambas. De hecho, en la globalización, que en sí misma es un proceso que manifiesta una intención positiva porque tiende a la composición de una realidad unitaria, se ha producido una asimetría creciente entre las partes involucradas, sistemáticamente desfavorable para los países más pobres. La reacción se manifestó en diversas formas de localismo, que reclamaban su autonomía.
El modelo del poliedro permite pensar en una unidad que no sólo mantiene la pluralidad que la compone, sino que la favorece constantemente
Frente a un todo que elimina las partes, y las partes que pretenden constituirse de manera autorreferencial, el modelo del poliedro permite pensar en una unidad que no sólo mantiene la pluralidad que la compone, sino que la favorece constantemente, al contrario de la esfera en la que cada punto es equidistante del centro. En este caso el Papa Francisco representa geométricamente la dinámica de la ‘glocalización’, término acuñado por Ronald Robertson, para expresar un proceso que mantiene y garantiza un equilibrio entre las partes y el todo.
El Papa Francisco escribe: «El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre un punto y otro». No es la esfera: pero ¿por qué la rechaza? Con toda probabilidad, la primera razón reside en el hecho de que la esfera es un signo de perfección, pero ¿cómo puede ser esto un motivo para eliminarla como modelo eclesial?
La esfera se elimina precisamente porque es un símbolo tanto de perfección como de regularidad absoluta e incluso de la divinidad. La Iglesia ha encontrado, y seguirá encontrando, la limitación de las capacidades, el desastre moral, la debilidad del pecado, la perfidia de los malvados, la irregularidad de los comportamientos, la debilidad a todos los niveles. También la mediocridad del discípulo, el cansancio del misionero, la pobreza del contexto humano, la adversidad de los tiempos, la debilidad y escasez de medios de todo tipo...
El perfeccionismo es siempre peligroso: también lo es en la Iglesia porque, hijo de la soberbia, bloquea incluso a quien humildemente se propone buscar lo bueno y lo mejor, quitándole tiempo y espacio para hacerlo... Todo ello para decir que la Iglesia sólo puede realizarse apuntando a la perfección infinita de Dios, a la belleza infinita del Evangelio, a la santidad infinita del Reino, a la felicidad infinita de la proximidad samaritana.
No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que acabe encerrada en una maraña de obsesiones y procedimientos
El Papa Francisco, para no ceder a retóricas de ningún tipo, escribe: «No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que acabe encerrada en una maraña de obsesiones y procedimientos». Incluso prefiere una Iglesia defectuosa y limitada, pero más sincera y humilde en su misión: «Así vemos que el compromiso evangelizador se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias. Busca siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que puede aportar cuando la perfección no es posible. Un corazón misionero es consciente de estas limitaciones y se hace 'débil con los débiles [...] todo a todos' (1 Co 9,22)».
El papa Francisco había dicho que la esfera 'no es superior a las partes', evidentemente porque no tiene partes, queriendo decir -con sutileza- porque es sólo ella misma... Cuántas veces la Iglesia no hace coro, no canta, no hace armonía, precisamente porque los que se consideran perfectos imponen su 'a solo' ¡quizás durante años! Siempre es así: los que se consideran perfectos en la Iglesia no respetan a nadie, ni se sienten superiores a nadie, sino que simplemente... no ven a nadie.
Habiendo dicho no a la esfera, el Papa Francisco opta por el poliedro como modelo de la Iglesia. Escribe: «El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que conservan en él su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política tratan de reunir lo mejor de cada una de ellas en un poliedro semejante». Con sus muchas caras, con sus muchas refracciones, con sus pequeñas unidades y la originalidad de que se componen apoyándose unas en otras, el poliedro forma un conjunto interesantísimo y bellísimo.
Ésta es una posible manera de interpretar uno de los cuatro principios presentados en Evangelii gaudium: "El todo es superior a las partes". No se trata del "principio de totalidad", que -como lo ha demostrado la propia historia- ha conducido a estructuras gubernamentales humanamente devastadoras, sobre todo desde el punto de vista sociológico y político, sino -si se quiere preservar el término "principio" - del "principio de unidad", en cuanto se refiere a aquella realidad que simultáneamente: se compone de lo múltiple, es su causa, garantiza y favorece la existencia continua y la interacción entre las distintas partes que la constituyen.
En perspectiva de geometría variable
Quizá también se pueda leer e interpretar la elección de unos cardenales -y la no elección de otros- desde la perspectiva de la ‘geometría variable’. Es uno de los términos recurrentes, por ejemplo, de la política: ante la dificultad de alcanzar mayorías absolutas se opta por la necesidad de pactos. Los pactos de geometría variable significan buscar en cada momento el aliado más adecuado en el gobierno.
La disparidad de los orígenes y trayectorias, procedencias e itinerarios de los cardenales puede ser también un signo de un magisterio del Papa Francisco de geometría variable que cambia según las circunstancias y los signos de los tiempos. Dicho con otras palabras, una Iglesia de geometría variable puede ser más sensible y adaptarse más y mejor a las periferias según las propias necesidades de cada momento que una Iglesia monocorde o monolítica centrada en el continente europeo y en Roma. En el credo niceno-constantinopolitano se habla de la Iglesia una, santa, católica y apostólica. No europea. Tampoco romana.
No sé si antes hubo un Papa tan favorablemente aceptado por no creyentes y que, sin embargo, haya encontrado tanta resistencia dentro de la Iglesia y, me atrevo a decir, entre los mismos obispos. Los mismos movimientos eclesiales, que hasta ahora eran vanguardia del Papa, sorprenden, confunden y desconciertan a algunos. En las últimas décadas, el catolicismo ha tomado conciencia y se ha adaptado progresivamente a un estatuto cada vez más minoritario en casi todas partes, incluso en situaciones en las que siempre había sido mayoritario. En plena escasez de sacerdotes en no pocos lugares, el catolicismo se esfuerza por cambiar y gestionar su declive hacia una cierta minoridad allí donde mayoritario e, incluso, la religión del Estado. La difícil reestructuración necesaria tendrá que alejarse de una organización de determinados modelos de absoluta y poderosa cristiandad, de grandes e influyentes mayorías, de honores y privilegios…
La propuesta alternativa del Papa Francisco es un catolicismo del pueblo «en salida», con la figura de la misericordia, atento a las periferias. Desde esa geometría variable de su magisterio, también se pueden interpretar no pocos de los destinos de sus 46 viajes apostólicos a países de las periferias y también de minorías católicas del planeta tierra: “Hay que ir a la periferia si se quiere ver el mundo tal cual es. Siempre pensé que uno ve el mundo más claro desde la periferia, pero en estos últimos siete años como Papa, terminé de comprobarlo. Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia”.
En lugar de enfatizar el centro se trata de enfatizar la periferia, en lugar de las fronteras la diversidad de las multiplicidad
En lugar de enfatizar el centro se trata de enfatizar la periferia, en lugar de las fronteras la diversidad de las multiplicidad, en lugar de la auto-referencialidad (europea, romana,…) la apertura y la integración de los cruces de los caminos y de los márgenes. Esto provoca y conlleva otras nuevas geometrías y estilos y métodos de gobernanza, así como moviliza y genera una gran vitalidad.
Europa en general y Roma en particular… van quedando relegadas a un cierto segundo plano, desprovistas cada vez más de esa centralidad como punto de referencia. La Iglesia se va poco a poco des-vaticanizando, o mejor dicho, se des-romanizando. La Iglesia romano-céntrica va siendo relevada por una Iglesia poli-céntrica –poliédrica-.
En toda elección, también en la de los nuevos 21 cardenales, unos han sido escogidos y otros desechados (cfr. Mateo 24, 40). El nombramiento de los nuevos cardenales parece obedecer al misterioso criterio enunciado por el Evangelio de Jesús. El Papa Francisco, una vez más, no ha prestado atención a los lugares de origen. ¿Arbitrario y desestabilizador? Sí, también. Pero incluso, quizá sobre todo, para el arribismo clerical.
Las ilusiones y las desilusiones, los cumplimientos y las decepciones, los acuerdos y los desacuerdos, las alegrías y los resentimientos,…, van por barrios. Así fue antes, es ahora y será mañana en toda elección. También en la que el domingo comunicó el Papa Francisco de los nuevos 21 cardenales.
No pocos de sus electores quizá hasta estén decepcionados del Papa Francisco. Era el hombre ideal, sin esqueletos en los armarios, doctrinalmente seguro, tradicionalista pero con una aceptable apertura hacia lo nuevo
No pocos de sus electores quizá hasta estén decepcionados del Papa Francisco. Era el hombre ideal, sin esqueletos en los armarios, doctrinalmente seguro, tradicionalista pero con una aceptable apertura hacia lo nuevo. Podría haber garantizado un período de tranquilidad a la Iglesia devastada por escándalos y divisiones. Nunca hubieran pensado que Jorge Mario Cardenal Bergoglio tuviera la intención de reformar nada menos que la Curia romana, eliminando privilegios y azotando las vanidades del clero vanidoso. Su mera presencia, sobria y espontánea, es una crítica constante a aquellos prelados pomposos, faraones anacrónicos y engreídos.
Quizá también estén decepcionados los obispos de carrera, es decir, aquellos para quienes un nombramiento en una ciudad, con marchamos incluso de cardenalicia, era sólo el pedestal para un puesto más prestigioso… Estaban dispuestos a clonarse con el Papa del momento, a imitarlo en todos los sentidos, desde la vestimenta hasta la doctrina, sólo para ganarse su agrado y obtener sus favores. Ahora este Papa invita a los obispos ambiciosos y vanidosos a oler a ovejas, y prefiere buscar cardenales en aquellos que no han caído en la tentación del carrerismo clerical, y encontrarlos en las periferias.
Algunos otros, lo que sólo habíamos esperado, imaginado o soñado, parece que se va haciendo más concreta y real, y tomando carne humana. Hasta pareciera que podemos redescubrir el aroma de Evangelio.
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