"Estamos llamados a ejercer una ciudadanía activa, alimento primario de la vida democrática" Inmigrantes… ¿Qué haría yo en su lugar?
Las lágrimas son iguales para todos, quizás nos hagan a todos un poco más humanos. Ver no basta, hay que mirar, sólo así comprendemos que son nuestros hermanos, su dolor se convierte en nuestro dolor
Las personas justas actúan cuando están en juego los valores supremos de la vida y hoy también nosotros estamos llamados a luchar hasta el final para que se logre una ética de altruismo, empatía y belleza, porque la barbarie se asoma en el horizonte
Los inmigrantes… Primero, una invitación desafiante: a tomar el punto de vista de los vencidos, de las víctimas, de los excluidos para escuchar la voz de quienes huyen, y una pregunta igualmente desafiante: ¿qué haría yo hacer en su lugar?
El filósofo alemán Walter Benjamin (1892-1940) propuso un nuevo concepto de historia que tiene su centro en tomar el punto de vista de las víctimas, de los condenados de la tierra, y en la asunción de responsabilidad que lleva a la acción:
Los vencidos esperan de nosotros no sólo el "recordatorio" (Eindenken) de su dolor, sino también la "reparación" (Erlosung) de las injusticias pasadas... Nos esperaban en la tierra para salvar a los vencidos del olvido pero también para continuar su lucha por la emancipación; no es sólo una "restitución del pasado" sino también una transformación activa del presente.
Walter Benjamin, huyendo de los nazis, escribió su última obra, las "Tesis sobre la filosofía de la historia (o Concepto de historia)", casi un testamento espiritual, poco antes de suicidarse en Portbou, España.
La transición es del pensamiento a la acción
Así decía el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, antes de ser ejecutado por orden de Hitler en 1945 en el campo de Flossembürg:
Un poco tarde aprendimos que no es el pensamiento sino la asunción de responsabilidad el origen de la acción... Para vosotros, el pensamiento y la acción entrarán en una nueva relación. Sólo pensaréis de aquellos responderéis actuando. Para nosotros el pensamiento era el lujo del espectador, para vosotros estará enteramente al servicio de la acción.
Propuesta desafiante, porque cuando hablamos de migrantes, de vencidos de nuestro mundo contemporáneo, de excluidos, hablamos sobre todo de "números y datos" que pertenecen a lo que el papa Francisco define como "cultura del descarte".
La invitación es a relanzar la historia en otra dirección y a asumir la responsabilidad de actuar en nuestra vida cotidiana yendo contracorriente, en el sentido de "ir contracorriente" hacia el origen, hacia la fuente de un tema crucial para el futuro de la humanidad.
“¿Qué haría yo en su lugar?”
La pregunta no tiene respuesta o parece sin sentido si no hacemos el esfuerzo de identificarnos con la condición del otro. Debemos hacerlo si queremos que adquieran significado palabras como "conciencia europea, derechos humanos universales, solidaridad humana, fraternidad constructiva". Y podemos hacerlo porque sentimos que el valor que nos constituye es nuestro ser y estar en relación. Existe en el ser humano una tensión hacia el otro, basada en que el "nosotros" es original y continuo, es la llamada al otro desde uno mismo y es el retorno a la propia interioridad de uno mismo.
Si nos identificamos con el otro, sentimos que la pregunta qué puedo hacer adquiere sentido y cambia la interpretación de las tragedias y el mal que fluye con el fluir de la historia.
¿Qué responsabilidad hacia los vencidos de la historia? Y entre los perdedores de los que hablamos hoy están los inmigrantes. Uno se desanima al darse cuenta de que las rutas migratorias africanas actuales son similares a las del siglo XIX, cuando a los comerciantes de seres humanos no se les llamaba contrabandistas sino esclavistas.
Todo un continente está en movimiento, desde hace años, desde siempre y ¿qué pensamos? Para contarlos. ¿Son números, saltamontes, insectos,…? ¿Números en movimiento? La migración es un hecho y siempre la mezclamos con emociones y prejuicios. O la convertimos en dinero ¿cuánto nos cuestan? ¿O qué utilidad tienen para nosotros? ¿Por qué se mueven? La razón es la misma para todos. Miseria diaria...
Las lágrimas son iguales para todos, quizás nos hagan a todos un poco más humanos. Ver no basta, hay que mirar, sólo así comprendemos que son nuestros hermanos, su dolor se convierte en nuestro dolor
Las lágrimas son iguales para todos, quizás nos hagan a todos un poco más humanos. Ver no basta, hay que mirar, sólo así comprendemos que son nuestros hermanos, su dolor se convierte en nuestro dolor.
Recuperar la "fraternidad perdida entre las olas", como espera la ONG mediterránea Saving Humans, no parece fácil: cada día naufragios, cada día el "naufragio de la humanidad". No podemos ver al ser humano en las playas; nosotros, ciudadanos de Europa, no estamos allí. El camino de los migrantes se hunde en el mar. Ya no sabemos si queda el mar para protestar, para indignarse por tantas muertes.
“La humanidad simplemente no funciona”, se leía en un cartel dejado por alguien que fracasó en su intento de acompañar a los inmigrantes más allá del alambre de púas, más allá de la barrera policial fronteriza.
¿Cuál es el riesgo que corremos? Matar por omisión, por indiferencia.
¿Cada vez menos derechos y cada vez menos humanidad?
Si somos capaces de ponernos del lado del otro en este camino, llegaremos a comprender que no podemos considerarnos extraños al género humano.
¿Qué podemos hacer concretamente?
Podemos prevenir el mal extremo vigilando sus estadios intermedios, reaccionando con pensamiento independiente a los "rumores", a los estereotipos, a los clichés, a las charlas superficiales, a las fórmulas que simplifican realidades complejas; prevenir el mal reaccionando a las palabras enfermas, al odio, a la intolerancia, al racismo y, positivamente, viviendo los valores de la amistad, del diálogo, abiertos al diferente, al otro hacia el que nos empuja la curiosidad innata en todo ser humano. Es nuestro presente el que puede ser mejor y si nuestras acciones en la vida cotidiana mejoran, también es más fácil afrontar problemas complejos con nuevas respuestas.
Si tomamos conciencia de que la cuestión de las migraciones es crucial en nuestro mundo contemporáneo, podemos reaccionar difundiendo, fomentando y viviendo la cultura de la hospitalidad, de la acogida y atención, para salvar la humanidad que hay en el ser humano.
Distinguir la verdad de la falsedad, superar el miedo, informarse, conocer, comprender, nombrar, comunicar para actuar, es lo que el gran sociólogo Zygmunt Bauman denominó “La cultura como praxis”. El razonamiento es la forma de resistencia en tiempos oscuros, pero necesariamente debe convertirse en acción, en elección. Siempre se puede decir sí o no, es la sustancia de la ética civil.
No basta con salvar de las aguas de muerte. Porque luego están los caminos a seguir en Europa, los de la integración, de la reconstrucción de una vida, y se necesitan derechos, ahora, no mañana. Ahora estamos llamados a ejercer una ciudadanía activa, alimento primario de la vida democrática. Acoger y cuidar a los demás en las relaciones cotidianas, en casa, en la escuela, entre amigos, en el deporte, en el tiempo libre, es la tarea a emprender. Incluso en un mundo donde el mercado se ha extendido más rápido que la democracia, y con el peligro de funcionar sin las reglas del Estado de Derecho, habría que desear que nadie tuviera más interés en la derrota del otro, y que el altruismo fuera la clave para la supervivencia de la Humanidad.
Las personas justas actúan cuando están en juego los valores supremos de la vida y hoy también nosotros estamos llamados a luchar hasta el final para que se logre una ética de altruismo, empatía y belleza, porque la barbarie se asoma en el horizonte
Las personas justas actúan cuando están en juego los valores supremos de la vida y hoy también nosotros estamos llamados a luchar hasta el final para que se logre una ética de altruismo, empatía y belleza, porque la barbarie se asoma en el horizonte.
Podemos hacer esto si tomamos conciencia de la singularidad de nuestras vidas y de las vidas de todos aquellos con quienes nos encontramos, ya sean cercanos o lejanos. Porque cuando salvamos a una persona en realidad salvamos la humanidad que hay en el ser humano porque somos conscientes de que cada vida es preciosa.
Se trata de transformar la mirada y el pensamiento en acción solidaria proyectada en el presente y en el futuro, y arraigada en el valor sagrado del ser humano, sabedores de la fuerza atrayente del bien y de la necesidad y urgencia de acciones valientes.
Etiquetas