¿Los robots asesinos pueden tomar la decisión de matar?
Detener la fabricación de robots con la capacidad de matar sin necesidad de que un humano se lo ordene es el cometido de Thomas Nash, cofundador de “Stop killer robots”, que cuenta con el apoyo de expertos en la materia y de los grandes de la ciencia, tal y como se explica en La Contra, La Vanguardia, Barcelona 24 de junio de 2016.
Dentro de diez años, si se continua con el actual desarrollo tecnológico y militar, vamos a tener robots asesinos que tendrán autonomía para matar. Esto se justifica para evitar riesgos a las fuerzas armadas, sin reconocer que en la mayoría de los conflictos armados los que mueren son los civiles y nadie se responsabiliza de esas muertes.
Con estos terminator se pueden multiplicar los conflictos al ser más eficaces y más baratos que el coste de un soldado. No necesitan ni comer ni dormir, se pueden hacer tan pequeños como quieras e introducirse en cualquier lugar. Son armas relativamente baratas que podrían caer en manos de grupos terroristas. En cambio, una bomba atómica necesita uranio enriquecido.
Si llegan a salir al mercado, estos robots asesinos son muy fáciles de reprogramar. Son ideales para cometer asesinatos, crímenes selectivos, desestabilizar naciones, someter a poblaciones. Este tipo de armas también las podría utilizar la policía de cada país.
No podemos permitir que cale en nosotros el sentimiento de inevitabilidad, pues somos nosotros quienes construimos el mundo en el que vivimos. Es necesaria una convección internacional para poner límites, siendo el principal el de matarnos. Debatir sobre qué mundo queremos vivir es una cuestión moral. ¿Vamos a dar el poder a las máquinas para que determinen a quién van a matar y cuando? Nunca debería producirse esta decisión, pero si alguien la tiene que producir que sea un humano. El derecho internacional se aplica a seres humanos, no a máquinas. Pero ante esto habría que decir: La máquina por sí sola, no puede tomar decisiones si alguien antes no la ha programado. En el caso de que estos terminator llegasen a existir, habría que atribuir la responsabilidad moral al técnico, al mando y finalmente al líder del país que los pone en marcha.
Es de admirar y apoyar a “Stop killer robots” contra este proyecto, sabiendo que cuando se luchaba por un tratado que prohibiera las minas antipersona y las bombas de racimo nadie lo creía posible y ahora están prohibidas. Esperemos que este sea el caso de los terminator.
Dentro de diez años, si se continua con el actual desarrollo tecnológico y militar, vamos a tener robots asesinos que tendrán autonomía para matar. Esto se justifica para evitar riesgos a las fuerzas armadas, sin reconocer que en la mayoría de los conflictos armados los que mueren son los civiles y nadie se responsabiliza de esas muertes.
Con estos terminator se pueden multiplicar los conflictos al ser más eficaces y más baratos que el coste de un soldado. No necesitan ni comer ni dormir, se pueden hacer tan pequeños como quieras e introducirse en cualquier lugar. Son armas relativamente baratas que podrían caer en manos de grupos terroristas. En cambio, una bomba atómica necesita uranio enriquecido.
Si llegan a salir al mercado, estos robots asesinos son muy fáciles de reprogramar. Son ideales para cometer asesinatos, crímenes selectivos, desestabilizar naciones, someter a poblaciones. Este tipo de armas también las podría utilizar la policía de cada país.
No podemos permitir que cale en nosotros el sentimiento de inevitabilidad, pues somos nosotros quienes construimos el mundo en el que vivimos. Es necesaria una convección internacional para poner límites, siendo el principal el de matarnos. Debatir sobre qué mundo queremos vivir es una cuestión moral. ¿Vamos a dar el poder a las máquinas para que determinen a quién van a matar y cuando? Nunca debería producirse esta decisión, pero si alguien la tiene que producir que sea un humano. El derecho internacional se aplica a seres humanos, no a máquinas. Pero ante esto habría que decir: La máquina por sí sola, no puede tomar decisiones si alguien antes no la ha programado. En el caso de que estos terminator llegasen a existir, habría que atribuir la responsabilidad moral al técnico, al mando y finalmente al líder del país que los pone en marcha.
Es de admirar y apoyar a “Stop killer robots” contra este proyecto, sabiendo que cuando se luchaba por un tratado que prohibiera las minas antipersona y las bombas de racimo nadie lo creía posible y ahora están prohibidas. Esperemos que este sea el caso de los terminator.