Esa actitud torcida… …Esa fe privatizada
"Si de algo no se puede acusar a nuestro amado Papa Francisco es de dejarse gobernar por el 'miedo'… Resulta curioso, sin embargo, los muchos ataques que escucho a la experiencia de nuestra Iglesia sinodal pregonada por Francisco, en la que se mira la fe en su relación esencial del amor al prójimo"
"¿Por qué tanto ataque? ¿Por qué escucho decir que el Papa Francisco trastoca tal o cual asunto sobre el que no debería haber discusión?"
"¿Por qué tantos que critican que la Iglesia no tome posiciones de denuncia de lo injusto y de defensa de los marginados guardan silencio cómplice con los que quieren que la iglesia bendiga las opresiones?"
"Llevamos demasiado tiempo acostumbrados a la 'privatización de la fe'"
"¿Por qué tantos que critican que la Iglesia no tome posiciones de denuncia de lo injusto y de defensa de los marginados guardan silencio cómplice con los que quieren que la iglesia bendiga las opresiones?"
"Llevamos demasiado tiempo acostumbrados a la 'privatización de la fe'"
Pedro Ortiz, corresponsal en Puerto Rico y Caribe
Si de algo no se puede acusar a nuestro amado PapaFrancisco es de dejarse gobernar por el “miedo”. El primero entre los obispos de todo el mundo ha demostrado, una y otra vez, el valor que anima al que pone la obediencia a la fe en Dios como principio rector de sus actos, cuesten lo que cuesten. De él podemos decir, parafraseando a Isaías, que es hermoso ver por los montes los pasos del que trae la buena nueva de la Paz y la obediencia al Reino de Dios.
Resulta curioso, sin embargo, los muchos ataques que escucho a la experiencia de nuestra Iglesia sinodal pregonada por Francisco, en la que se mira la fe en su relación esencial del amor al prójimo, de la convivencia entre los diversos, de la paz entre los unos y los otros. Esa fe en la que para que quepa uno, tienen que caber todos. Esa fe que nos requiere a todos a mirar con amor a cada uno.
No es que Francisco esté haciendo algo nuevo, pero sí lo está haciendo con una intensidad que me hace recordar a cuando Juan XXIII estremeció al mundo creyente con la convocatoria al Concilio Vaticano Segundo. Este Papa no pone en tela de juicio los fundamentos de la fe, pero nos requiere que revisemos la forma en que decimos cumplir con la fe en nuestra relación con el mundo que tenemos hoy. La velocidad con la que avanza hacia el porvenir nos hace correr hasta el agotamiento, pero él no se cansa.
¿Por qué tanto ataque? ¿Por qué escucho decir que el Papa Francisco trastoca tal o cual asunto sobre el que no debería haber discusión? ¿Por qué tantos que critican que la Iglesia no tome posiciones de denuncia de lo injusto y de defensa de los marginados guardan silencio cómplice con los que quieren que la iglesia bendiga las opresiones?
Llevamos demasiado tiempo acostumbrados a la “privatización de la fe”. Son muchos los que pretenden que los seres humanos que abrazan la fe se lancen al vacío para que los ángeles los protejan, que oren y pidan a Dios, pero ni siquiera pongan en duda los “consejos del demonio”.
En alguna medida, esa actitud torcida tiene que ver con la noción, compartida por muchos, de que el ámbito de la fe es privado de cada persona. Eso nos ha ido empujando a una apariencia de fe en Dios que, en realidad, es una colección de supersticiones y una paganización de los rituales que pretenden vendernos la salvación como asuntos mágicos extraterrenales. Por supuesto, tratar de convertir la fe y la salvación en bienes de consumo individual es abrir las puertas a los comerciantes. Poco a poco, convertimos la casa de oración en una “cueva de ladrones”. Es curioso cómo estamos en tiempos en que hay tanto mercader en el negocio de vender la salvación como si fuera un producto de mercado, mientras a la vez las leyes fraudulentas del mercado promueven tanta matanza y destrucción a través del mundo.
"Es curioso cómo estamos en tiempos en que hay tanto mercader en el negocio de vender la salvación como si fuera un producto de mercado, mientras a la vez las leyes fraudulentas del mercado promueven tanta matanza y destrucción a través del mundo"
Los fundamentos de la fe, según promovidos por el Papa Francisco nos invitan a pensar que para la salvación es necesaria la convivencia y la misericordia en el amor que genera comunión. Nos llevan a pensar que detrás de cada pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión, siempre hay otro ser humano pagando nuestra falta de acción verdaderamente guiada por la fe, es decir, nuestra falta de valentía.
“La salvación es individual”, dicen los promoventes de esa “falsa fe privatizada”, mientras Cristo nos requiere “dos o más reunidos en mi nombre”. Nos convoca siempre a la COMUNIÓN de VIDA. Somos comunidad!!!
Etiquetas