La canción del mar, alabado seas con todas tus criaturas


Ha pasado de puntillas por nuestras pantallas “La canción del mar” una animación extraordinaria, estuvo nominada a al Oscar de su categoría, y que nos acerca al mundo mágico de las leyendas celtas impregnado de grandes cuestiones de influencia cristiana como la fuerza del perdón, la fraternidad como relación básica, la importancia de la familia y la aceptación de las pérdidas.
La leyenda celta de los niños-foca (selkies) contada desde la historia de una familia. Después de la desaparición de su madre y la melancolía del padre, Ben y Saoirse son enviados a vivir con su abuela a la ciudad. Pero no se adaptan a su nuevo mundo y deciden volver a su casa junto al mar, su viaje se convierte en una carrera contra el tiempo a medida que se internan en un mundo que Ben sólo conoce a través de las historias y las canciones que le narraba su madre. Una aventura fantástica donde Ben aprenderá a aceptar a su hermana y a reconocer que todos somos necesarios para sobrevivir.
Tomm Moore ya nos asombró con “El secreto del libro de Kells” (2009) donde en un estilo preciosista y una narración parabólica nos contó el origen del código miniado de Kells desde las aventuras de un niño aprendiz de monje que tiene que elegir entre defenderse con murallas y fuerza de los bárbaros o abrir la brecha de la belleza que perdura. Su estilo artesanal se prolonga en “La canción del mar” desde un dibujo cargado de detalles que vence en belleza y poesía a la hegemonía computerizada de Pixar.
Según la leyenda, las selkies se originaban de manera sobrenatural uniéndose el cuerpo de una foca con el alma de un ahogado. Este tema ya apareció en el cine en “El secreto de la isla de las focas” (1994) de John Sayles. La vieja leyenda apunta a la unión con la naturaleza y la necesidad de la conservación de la vida y su entorno. Así el misterio del mar y sus habitantes nos acercan a un acceso a lo sagrado que nos invita a la contemplación y donde la magia del relato nos sumerge en un camino hacia la trascendencia. Tras una gran pérdida, el dolor se manifiesta de muchas formas: la tristeza del padre, la rebelión del chico y el silencio de su hermana. Pero siempre aparece una sorprendente salida porque las oportunidades estaban escondidas y porque todavía los cantos que vienen de más allá pueden salvarnos la vida.
En complemento perfecto es la BSO. Compuesta por Bruno Coulais, que ya acompañó “El secreto del libro de Kells”, vuelve a reunir la música tradicional celta con la colaboración del grupo de folk Kila llegando a mostrar el sabor del mar mezclado con la ternura del canto de las selkies.
Película para pequeños y grandes entrañable, que viene a ser un canto que conviene escuchar, quizás una alabanza al Creador.
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