7 lecciones comunicativas del papa Francisco

El secreto de la comunicación del papa no está en una estrategia comunicativa diseñada con una asesoría de expertos, tampoco sigue reglas de marketing para observar los mercados ni de comunicación de masas. Su punto de partida es la experiencia como pastor y su fuente de referencia es su relación personal con Jesucristo. Viviendo el servicio a los otros en contraste con Dios trasmite lo que vive. Simplemente el papa descubre la forma de comunicación que está en la entraña del mismo Evangelio como Buena Noticia. El acercamiento a las personas, la denuncia de la injusticia, la propuesta de la misericordia, la sabiduría de la vida y el triunfo de la alegría son sus contenidos recurrentes que expresan la coherencia autentificada entre el vivir y el comunicar.

1. El mensaje es la persona
Frente a las imágenes publicitarias de “photshop” el papa no se esconde tras una máscara. La espontaneidad nos permite conocer a la persona. Sus errores comunicativos proceden también de que dice lo que cree y siente aunque a veces sin matizaciones. Así pues, aunque sean necesarias rectificaciones los receptores saben que se comunica en verdad.
En este sentido podemos decir que comunica con el ejemplo. Si quiere ser con otros, vive y come con otros, también la mesa es importante. Si es sencillo así viste y calza, el fajín muestra su barriga creciente, aparece despeinado en ocasiones. Distintos de otros pontificados en los que el papa tenía varios ayudantes para cuidar de su imagen constantemente, dando impresión de ritualización artificial.
Sabe que el ejemplo y la coherencia son la autentificación del mensaje. Se salta su seguridad poniéndose en peligro porque para él es más importante el consuelo de las personas. Sabe que si el papa vine en una residencia compartida se acabaron los palacios con servidores de cardenales, obispos y sacerdotes. Si señala las enfermedades de la curia apunta a las desviaciones de toda la iglesia, por eso como primera reforma apunta a la conversión de las personas.
La persona además está más allá que su responsabilidad como Obispo de Roma, lo cual es vivido como servicio. Le pone caducidad relativizándolo, lo desvincula del poder desde la sencillez. Es el papa Francisco, un servidor el Evangelio que vive y trasparenta lo que es. Por eso su mensaje trasmite veracidad en medio de tantas imágenes públicas artificiales que huelen a falsedad la falsedad. Este contraste hace al papa Francisco fiable y confiable.


2. La fuerza comunicativa de lo cotidiano
Cuando el papa comenzó a predicar en Santa Marta los medios de comunicación vaticanos se sentían desbordados. Cada día era un mensaje. Los acontecimientos se solapaban sin mucho orden comunicativo. No solo la seguridad o la vivienda se han tenido que adaptar al papa Francisco, la comunicación en torno a él se ha tenido que transformar. Los papeles en cualquier momento saltan, lo verdaderamente significativo está fuera de lo previsto, los horarios se mal cumplen y lo más normal se hace lo más comunicativo
Las grandes encíclicas han sido sustituidas por la información diaria. En todas las redacciones de informativas se consulta qué ha hecho hoy el papa. Así mientras que el comienzo vino marcado por la efusión de la novedad, cuando se esperaba la saturación ha llegado la presencia normal. El papa siempre hace algo o dice algo que llega a la vida cotidiana. Así una denuncia, el reclamo que visitar y llamar a los abuelos, desde una imagen de acercamiento con una persona enferma o una llamada telefónica cuyo receptor hace pública. Lo cotidiano del papa ha pasado a formar parte de nuestro cotidiano. Lo significativo pasa a ser su autoridad que vivimos en el día a día.


3. La sencillez y espontaneidad del lenguaje
Las palabras medidas no son los suyo. Su lenguaje teológico está transformado por su predicación pastoral. Sabe usar las palabras sencillas que buscan calentar el corazón. Comunicar no es ante todo un problema tecnológico sino personal, acercarse a la intimidad del otro lo que supone exponer la propia intimidad.
Para esto hace falta un lenguaje directo. Es frecuente que hable señalando los puntos, tan ignacianos, que va a tratar, o buscando identificar verbos para comunicar sus prioridades que son acciones, usando giros populares o contando chistes y ocurrencias. A veces maltrata del orden racional porque lo que le importa en la comunicación de emociones. Un lenguaje significativo de emociones. Esta forma de lenguaje no es que pretenda ser más eficaz, sino que es sobre todo personal. Lo que supone, como indicábamos una coherencia interna, verificada en el interior del comunicador, en su experiencia íntima que trasforma en una comunicación que llega al interior de las personas, que les afecta.



4. Los gestos interpretan las palabras, la palabra se autentifica en los gestos
La preponderancia del gesto en la sociedad de la comunicación audiovisual es esencial, sin embargo el papa llega a esta prioridad por otro camino. La palabra viene después que el gesto que está pegado a la vida. Las palabras aclaran conceptos y categorías mientras que los gestos llegan al corazón y muestran un estilo de vida.
El gesto no es significativo por lo ocasional sino porque define la forma de ser porque supone una opción de vida. No es un acto de campaña electoral para la fotografía que luego exige lavarse las manos. Los gestos del papa brotan de su responsabilidad y acercamiento al otro, de su decisión de cargar y hacer amistad con el otro.
Esta pérdida de prioridad de las palabras, precisamente en un argentino, da un nuevo contenido a las categorías que explican y dan sentido al gesto. Las palabras permiten descubrir el alcance de fe y se significación como forma de vida. Esto supone un giro en el lenguaje teológico que más que ideas claras y distintas pretende iluminar la vida.
El discurso modulado sin los gestos se hace vacío y sospechoso como bien sabemos. Las palabras pueden encubrir pero los gestos no perdonan el fingimiento, son traslúcidos, se les nota, a veces no a la primera sino más adelante. Los gestos de Francisco muestran su capacidad de entrañar y decisión por la fuerza de la posible. El gesto que surge de lo profundo indica a la vez que es lo que todavía podemos hacer, aunque parezca impotencia. Con sus gestos el papa hace verdad las palabras en un momento en que son mentirosas frecuentemente. Da verdad a la Iglesia que no ha de esconderse en categorías sino que ha de salir a amar, y por eso va por delante.


5. La actualidad de los viejos iconos y relatos
El papa crea iconos y lanza relatos. Si un papa el día de su elección baja la cabeza y pide que recen por él hace de esto un icono de humildad. Si besa los pies en el lavatorio de una persona no cristiana presenta un icono de acogida, si abrazo a una persona enferma y deformada define una opción, si pide un vaso de agua en medio de las chabolas se hace. Sus anécdotas se convierten en relatos como cuando conduce un coche destartalado, cuando para una comitiva para bajar a bendecir un enfermo, cuando cuenta un chiste o cuando reúne a dos mandatarios enfrentados.
El papa Francisco constantemente se refiere a iconos visuales como las manos ungidas de los sacerdotes para mostrar a los pastores más que a los gerentes, a las consagradas les dice que son madres y no solteronas, a la iglesia que es un hospital de campaña no un museo. Incluso se refiere al oído como “hacer lío” “montar ruido” o del olfato como el famoso “olor a oveja”.
El papa se explica frecuentemente en relatos y anécdotas que funcionan como parábolas. Habla de la historia de un rabino medieval que cuenta cómo se construyó la torre de Babel donde costaba mucho hacer un ladrillo y más levantarlo hasta arriba, así la gente se preocupaba más si caía un ladrillo que si se caía una persona, pues de la misma manera actúa nuestra sociedad. Cita a la gente de “Fuente Ovejuna”, “¿Quién mato al gobernador?” preguntaba el juez. “Fuente Ovejuna, señor” respondía el pueblo. Todo el mundo y nadie Hoy también, la pregunta que debe plantearse es: ¿Quién es responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas nuestros? ¡Nadie! Esa es nuestra respuesta: No soy yo”. “Una vez, siendo niño, la abuela nos contó una historia de un abuelo anciano que cuando comía se ensuciaba porque no podía llevarse bien la cuchara a la boca, con la sopa. Y el hijo, es decir, el papá de la familia, tomó la decisión de pasarlo de la mesa común a una pequeña mesita de la cocina, donde no se veía, para que comiera solo”. “Pocos días después, llegó a casa y encontró a su hijo más pequeño que jugaba con la madera, el martillo y clavos, y hacía algo ahí. Entonces le pregunta: ‘Pero, ¿qué cosa haces?’– Hago una mesa, papá.- ¿Una mesa para qué? - Para cuando tú te vuelvas anciano, así puedes comer ahí’. ¡Los niños tienen más conciencia que nosotros!”
Este lenguaje de las historias y los iconos quedan grabados en el alma y su recuerdo es memoria que permanece convirtiéndose en la mejor guía espiritual. Y esta es verdaderamente la palabra magisterial.


6. La debilidad dice más que la fortaleza
Los comunicadores políticos exhiben siempre su fuerza para convencer, para guiar o gobernar. El papa Francisco dice que es un pecador más, su foto en el confesonario recorre las pantallas digitales. Cuenta sus momentos de crisis donde se dio cuenta que tenía que cambiar de camino, como en su primera época como joven provincial de los jesuitas. No tiene reparo en hablar de sus limitadas fuerzas o dice que no le gusta nada viajar. La debilidad compartida hace cercano al comunicador que se convierte en un testigo que sabe ser compasivo porque también él ha pasado por allí.
Es capaz de comprender y encontrarse con el otro. El mejor encuentro es desde nuestra debilidad para mirar juntos a Dios de la misericordia. Por eso el comunicador que se coloca abajo, en kénosis, es el comunicador que llega a todos porque desde allí es más fácil aceptar unos brazos extendidos. “Miserando atque eligendo”, este es su lema: “Le miró con misericordia y le eligió”, Dios ante el publicano y frente al fariseo. Allí se coloca el papa en el lugar del publicano, allí nos coloca a todos ante la misericordia.


7. El estilo dialógico marca de la casa
Este papa no teme al diálogo. Concede entrevistas donde puede ser preguntado. Así al jesuita Antonio Spadaro (Civiltà Cattolica), al vaticanista italiano Andrea Tornielli (La Stampa), Ferruccio de Bortoli (Il Corriere della Sera) el periodista argentino Henrique Cymerman (La Vanguardia) o recientemente a la escritora mexicana Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa. Ha continuada la costumbre de dialogar con los periodistas en los viajes de avión. En estos contextos la comunicación es dialogal.
Además se deja preguntar así los jóvenes en la Jornada Mundial o la niña filipina que dejó al papa sin respuesta, le preguntan las parejas que celebran el día de San Valentín o a los jóvenes estudiantes por hangout. Pero también el papa Francisco pregunta en sus homilías “¿Y nosotros? ¿Tenemos el mismo amor a Cristo? ¿Es él el centro de nuestra vida?” “¿Somos todavía una Iglesia capaz de calentar los corazones? ¿Soy realmente yo el guardián de mi hermano? También en la preparación de los sínodos sobre la familia el papa Francisco pregunta a la Iglesia.
Esta opción dialógica promueve la pastoral del encuentro, incluso el papa dice que en la Iglesia hay que sacar lo que se piensa, aunque sea algo opuesto a su propio posicionamiento. Cree que el encuentro de los diferentes es una oportunidad y dialoga con representantes de diferentes religiones o posturas no creyentes. Esta relación de amistad será el mejos espacio para la comunicación.

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