Estimada Carmen Bellver:

No te voy a calificar de homófoba, semejante término es mejor desterrarlo por lo absurdo que es. Si te voy a calificar de bastante ignorante en lo que concierne a las personas homosexuales y en lo que a la sexualidad se refiere. No puedes adoptar como criterio para juzgar la sexualidad el de la Iglesia, pues la Iglesia antes que juzgar, primero se llena de prejuicios y lanza condenas antes de hacer un juicio razonable y justo.

Cierto es que dos homosexuales pueden ser felices en castidad, pero no seamos ingenuos. Ni aunque dos hombres estuviesen en una cama sin desarrollar genitalidad, la Iglesia, y numerosos católicos de mentalidad estrecha, los condenarían igual. Cuando existe tanta predisposición por emitir condenas, la sexualidad no es más que un vulgar pretexto. De hecho, bastante condenados están ya por algunos miserables todas las personas que habiendo abandonado la Fe, se casan por lo civil.

Si creo en el pecado, pero no de la forma retorcida de la Iglesia. Causar dolor a Dios no es lo mismo que pecar, los hijos causan a veces dolor a los padres pero no queriendo ofenderles, todas las personas que nos quieren irremediablemente les causaremos algún dolor y todas las que queremos nos lo causarán en alguna ocasión a nosotros. No me parece bien ni sensato identificar dolor a Dios con ofensa a Dios, cierto es que quien nos ofende nos hiere, pero quien nos hiere no tiene porque ofendernos.

Pero a parte de esto Carmen, no veo de ninguna forma como una relación sexual que no busca hacer daño a nadie, repito, a nadie, pueda herir a Dios. Y más cuando dicha relación es consentida bajo la madurez de ambas partes. ¿Dónde está la ofensa? ¿Es que acaso Dios se ofende con cualquier cosa? Es más, estando Dios donde está, y viendo lo que ve, más ofensa es nuestra indiferencia como primer mundo frente al segundo y tercer mundo. ¿A ti no se te ha ocurrido pensar que cuando suspendes a un alumno o fracasas en tu labor educativa con un alumno estas causando dolor a Dios? Un dolor cierto que involuntario, pero cuando se te escapa el porvenir de un alumno, la cosa es más grave que una relación afectivo-sexual de dos gays. Es más, con un Dios que ve el sufrimiento en los pueblos como Libia, con un Dios que observa la muerte por enfermedad de montones de personas, que ve el sufrimiento a diario y de forma reiterada en este mundo, ¿en serio crees que va a sufrir por una relación afectiva sincera? ¿en serio crees que se va a sentir ofendido? No digo que a Dios se le nuble el juicio con el sufrimiento, digo que nosotros estamos ciegos en nuestros prejuicios, y que a veces queremos y deseamos ver que otros ofenden a Dios con nimiedades sin darnos cuenta que nuestra indiferencia es una ofensa real y certera.

Tú como persona libre que eres, puedes pensar lo que quieras. A mi siempre me has caído bien y debo decirte que me gusta tu libertad de pensamiento. En muchas cosas coincido contigo, en estas últimas, no puedo coincidir. Creo que necesitas observar la realidad con una mayor libertad y libre de ciertos prejuicios eclesiales. No basta con decir que porque lo diga la Iglesia, así deben ser las cosas, pues eso sería semejante a aquella gilipollez sostenida en el medioevo basada en que las mujeres tenían dientes de menos porque lo decía Aristóteles. O bien aquella idiotez del alma en las mujeres o del hombre incompleto de Santo Tomas. Había mucha idiotez entre las autoridades eclesiásticas de entonces, y en no pocos de sus más ilustres santos, inspirados por la misoginia y el machismo. Nunca hay que fiarse al 100 % de la autoridad, por eso te pido que reconsideres tu posición.

Un afectuoso saludo
Julián Moreno Mestre
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