Hablemos de Rouco (I).

Es muy cierto que Don Antonio Maria es un cardenal inteligente, pero no por ello significa que todo lo que diga sea inteligente. Cuando se coge la costumbre de doblegar la razón, de aislarte del mundo, de rodearte de aduladores e interesados, el resultado es la pura enajenación y la idiotez.

No es el cardenal madrileño la mejor persona para hablar de valores, y más cuando algunos de ellos brillan por su total ausencia en su persona. Podría entender que quisiera aconsejar, que desee de veras que los demás obren de buena voluntad, pero en Rouco no espero tal cosa. No hay el más mínimo interés de su persona por ser constructivos por los demás, sino para si mismo.

¿Presentarse a presidente del episcopado? Rouco ya no se presenta a presidente desde hace años, tan solo va a acudir a ser reelegido para cobrarse los favores rescibidos y porque sabe que no tendrá ni rival ni contrincantes, y cuando los tuvo, procuró irse desaciendo de todos ellos. En todo este tiempo, se ha asegurado previamente de colocar por obispos a algunos que se comportan como lacayos. Ninguno le va a rechistar, y si lo hacen, sus personas quedarían seriamente perjudicadas. Es increíble que de casi un centenar de obispos, solo exista un candidato declarado. La persona que pudiese hacerle sombra lo mandaron a roma, y otros muy ambiciosos, esperan ganar méritos no contra Rouco, sino tras su retirada y cuando el cardenal sea agua pasada.

Sé lo que quiere el cardenal, evitar su jubilación a los 77 o antes, pues a los 75 es evidente que no le van a jubilar. Cuando hayan pasado tres años, el cardenal contará con la posibilidad de jubilarse a los 78 y con una remota posibilidad de presentarse otra vez, digo remota porque entonces y dependiendo de cómo vayan las cosas necesitará más votos para ser reelegido por tercera vez consecutiva. Es más, ser presidente del episcopado español, arzobispo de Madrid, ser un cardenal conocido, y una edad próxima a los 80 años, lo convierten en un candidato nada descartable al papado. Si pierde la presidencia del episcopado, le aceptarán la renuncia a los 77, y sus posibilidades de colmar sus ambiciones quedarían diluidas.

La Jornada Mundial de la Juventud no es otra cosa que parte de los planes y ambiciones personales del cardenal. No es por el bien de la diócesis y de sus jóvenes, es para su promoción personal. Como ya comentaré mañana, Rouco lo ignora todo sobre la juventud, a la que solo conoce por visitas programadas y con jóvenes generalmente aduladores que cumplen un protocolo de rodearle para la foto o tocar guitarras. Si algo más sabe de la juventud es por la prensa, porque en ausencia de hijos propios o de alumnos, o de tener jovenes amistades, sabe de la juventud lo que yo de derecho canónico.
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