Menuda y extraña alegría.

Hay alegrías que a mi me parecen de auténtica tomadura de pelo. Corría el año 2008 y una alumna y sus padres, embaucados por la pandilla aquella de la objeción de conciencia, decidieron que su hija objetase contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía y no asistiese o no hiciese los trabajos del curso. El caso es que faltando ya poco para terminar el curso, la alumna decide presentarse al examen final de la asignatura y que maravilla que aprueba con un 6.9. Pero el colegio o el instituto, y de esto se yo bastante porque lo he visto ya en montones de mis alumnos, deciden hacer una evaluación arbitraria o bien cambiar los objetivos iniciales de evaluación y optan por suspenderla. El caso es que los padres recurren la decisión del centro a la Comunidad de Madrid, y la Comunidad de Madrid que jamás se preocupa por el abuso de los profesores en el aula, decide darle la razón a los profesores. Recurren los padres a la justicia, y la justicia termina fallando a favor de la menor y de su familia y declara valida la nota del 6.9 del examen final.

Pues el tal Urcelay de Profesionales por la Ética termina viendo como un triunfo de sus ideas la victoria de esta familia y su hija contra el profesorado y la Comunidad de Madrid. Y no solo él, sino toda la pandilla de objetores de conciencia. ¿No habíamos quedado en que la alumna hizo finalmente su examen y se reintegró a la asignatura al poco ya de acabar el curso?

Por otro lado, es una pena que muchísimos padres que saben que sus hijos han sido suspendidos arbitraria e injustamente por sus profesores no lleven a estos a los tribunales de justicia. Es más, es también lamentable que tampoco presenten denuncia contra las bajas laborales continuadas y contra el abuso por parte de estos ante su actitud negligente o incompetencia. En cada colegio e instituto sabemos que hay un par de casos horrendos, y cuando estos no se denuncian, la desidia y la dejadez de esta gentuza a veces se transmite a los compañeros y da como resultado el instituto aquel de Las Rozas del que tantas veces os he hablado.
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