Que las cosas sigan sus cauces naturales.

Muchas son las gilipolleces que provienen de los colectivos LGTB, que muy lejos de ocuparse de los problemas marginales de una comunidad, terminan sometiéndola al mayor de los ridículos que le granjean una apariencia totalmente alejada de la realidad. Las locas, las travestís, las mariquitas emperifolladas y demás folclore, son una minoría ridícula que no representan para nada la realidad LGTB. Tampoco los chaperos que sacan el día del orgullo gay en carrozas. De hecho, son muchísimos los homosexuales y bisexuales que no soportan la pluma exagerada, aunque hay cierta disposición a tolerar la pluma moderada.

La intención de querer meter ideología en las escuelas me parece una mala idea, y más cuando eso puede ser contraproducente, sobre todo por las polémicas que eso despierta. Tengo claro que no debe enseñar un docente y que valores no debe transmitir, como la mal llamada "homofobia". Pero es patético querer llegar al extremo de animar a los alumnos a salir del armario o a formar parejitas a edades en las que son más vulnerables frente a las agresiones de su entorno. A ciertas edades, como a partir de los 20 años, puede un chaval salir del armario con más seguridad en ciertas familias, pero animarle a hacerlo con menos de 18 años es exponerles a unas dificultades que sin duda puede causarles daños graves.

Alumnos gays que yo supiera he tenido cuatro y dos alumnas lesbianas. A uno con 14 años se enteraron sus padres que le gustaban los chicos y le hicieron la vida imposible durante siete años. Con otro, los padres sospechan algo y lo llevaron hasta las manos de colaboradores del propio Aquilino, pero el chaval lo negó todo ante sus padres y el siquiatra y la cosa quedó en nada, yo me enteré de su problema de casualidad al ver como este se liaba con un chaval de un instituto cercano a mi casa, y tiempo después hablé con él conocí su situación.

Las cosas tiene un cauce natural, es más, esta sociedad no es estúpida, al contrario, es muy lista y sabe muy bien lo que no le gusta y lo que si le gusta. Los colectivos LGTB deberían luchar por la desaparición de los peores gays de la tele, como el impresentable del Boris Izaguirre o como Jorge Javier Vázquez. Estos individuos han dado la peor imagen que se puede dar de un colectivo. De paso más valdría librarse del concejal Pedro Zerolo porque como político y concejal deja muchísimo que desear. No sé porque ese empecinamiento en apoyar o respaldar a gente de tan baja imagen, gente a la que se desprecia por encima de todo por la basura que tiene detrás, como Boris y Jorge Javier, o por lo supinamente bobos y mentirosos que son, como Zerolo. Hay personas que me parecen sin duda muy respetables, Fernando Grande Marlaska, y otros mucho menos arriesgados como Jesús Vazquez o Jorge Cadaval (uno de los morancos), por no hablar de Bibi Andersen, de la que no escucho despropósitos.

Pero en tanto se promueva a gente que denigra todo lo que toca o lo que representan, en tanto se hagan manifestaciones denigratorias, el resultado será retrasar el orden natural de las cosas provocando que mucha gente se distancie más de entender a un homosexual o a un transexual, y otros más próximos en cambio que se alejen por la repulsión que estas personas causan. Pretender lanzarse de esa forma a por las escuelas, e introducirse en ellas de una forma grotesca sin duda no dará buenos resultados, porque a las primeras personas a las que hay que hacer pedagogía es a los padres, y los padres son los primeros que se quejan de los grotescos personajes de la televisión que se autoproclaman como “iconos gays”. Existiendo tantos homosexuales decentísimos, y tantos transexuales, que pena que se apueste por las locas liberadas y por los travestidos, como si estos últimos fuese iconos transexuales, por no hablar de cabalgatas con chaperos que anuncian páginas de contactos y locales con cuartos oscuros.
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