Cuando no se tiene ni “zorra”.
El caso es que nuestro siniestro individuo indignado con las “zorras”, imagina que si Jesucristo hubiese visto lo que las “zorras” hacían, se hubiera liado a latigazos con ellas como hizo Jesucristo con los mercaderes del templo.
Jesucristo lo que hizo fue expulsar del templo de Jerusalén a una mafia allí instalada que vendía con monedas favores religiosos. Algo que ocurre parecido con ciertos chiringuitos vergonzosos de nuestra Iglesia que nuestro oscuro individuo se empeña en no querer ver. El caso es que, decidió echarlos armando un barullo en el cual seguro no se quedó Jesucristo solo, pues eran tiempo con gentes más radicales que las de ahora y propensas a agarrar los palos. El caso es que los expulsó del templo con cierta violencia, movido seguramente por la parte más humana de su persona, que no es que fuera mala, sino que le pedía darles un escarmiento humano a aquellos individuos.
Pero el Cristo que conocemos, se dejó llevar por su parte más divina, su amor al prójimo, cuando lo profanaron desde el huerto de los olivos hasta la cruz, donde no le dejaron ni morir tranquilo. Y es entonces, cuando formuló una de sus últimas frases que ha quedado para la posteridad como la mejor inmortalización de Dios:
“Perdónalos señor porque no saben lo que hacen”
Ya se yo que mucho rezar ante el Santísimo en una capilla, o mucho comulgar, lleva a algunos a olvidarse que ese Cristo que fue crucificado estuvo allí ante esas jovencitas desvergonzadas a las que el oscuro señor antes citado llama “zorras”. Y estoy seguro que ese Cristo en su sagrario, ese Cristo en su templo, estaría diciendo y perdonando lo que esas jovencitas desvergonzadas hacían en su casa y ante él, perdonarlas por no saber lo que estas le están haciendo.
En fin, que fácil es sacar a un Cristo agresivo sin darnos cuenta que por cada ímpetu que tuvo nuestro Señor, que más bien fue poco deseado desde su amor, se nos olvide lo mucho que a sus enemigos amó. Malo era Herodes, malo era Anas, malo era Caifas y malo era Pilatos, y pudiendo secarlos como hizo con una higuera, los dejó no solo apresarle e insultarle, sino crucificarle.
PD: Debiera alguien explicarle a este caballero, en su articulito de las monjas, que es imposible hoy mismo que quiebre un banco español. Desde luego los bancos quebrarían si todo el mundo hiciese lo que las monjas necias. Y antes que llegar a quebrar una entidad bancaria, se haría lo imposible para evitar tal cosa como ocurrió con Banesto.