8 de Diciembre: Agraciadas concepciones, benditos nacimientos
Diciembre 8: Virginidad simbólica y materno-paternidad agraciada
Ave María, plena de gracia. Agraciada al ser concebida por Ana y Joaquín con la gracia del Espíritu Santo. Agraciada al concebir con José a Jesús por cooperación con el Espíritu Santo. Agraciada al dar a luz a Jesús y a sus hermanos y hermanas.
Ave, María y José, agraciados y bendecidos, junto con todas las madres y padres que reciben como un don del Espíritu los hijos que procrean y, al engendrarlos , consuman la virginidad simbólica que se realiza en la maternidad y paternidad.
Porque no es incompatible la unión de los progenitores con la acción del Espíritu: la criatura nace por la unión de sus progenitores y por gracia del Espíritu Santo.
El Espíritu entró en Ana por la puerta de la vida a través de Joaquín. El Espíritu entró en María por la puerta de la vida a través de José. María salió del seno de Ana por la puerta de la vida, empujada y atraída por el Espíritu. Jesús salió del seno de María por la puerta de la vida, empujado y atraído por el Espíritu. Sin comadrona a mano, José ayudaría en el parto.
Hoy es la fiesta de la gracia original. Pero María llena de gracias no es una excepción. Toda criatura nace en gracia original. Las metáforas del bautismo como borrador de manchas originales y la metáfora de la inmaculada como preservada de manchas originales provienen de una confusión y malentendido sobre el pseudo-símbolo del pecado original.
El mal llamado pecado original no es originario ni mancha antes de nacer. Su nombre exacto es el pecado del mundo. La criatura, que nace sin ninguna mancha, sale a la luz en un mundo en el que está ya extendida una red de pecado. Como quien entra en una sala de fumadores y se contamina con el humo. No es apropiado comparar el bautismo con una lavadora; más pertinente sería la comparación con la vacuna.
En todo caso, dejando aparte malentendidos sobre culpas originales y concepciones manchadas, en vez de hablar de la Inmaculada como excepción, deberíamos celebrar a María, como el símbolo de la gracia original y purísima gratuidad de la criatura creada para ser creadora.
María recuerda a todo padre y madre que su unión esponsal y el nacimiento de su prole son obra de la pareja por gracia de Espíritu Santo. Agraciada al ser concebida, agraciada al unirse a José, agraciada al concebir a Jesús. Bendita y agraciada “la que escuchó, la que creyó y la que concibió” : estos son los tres sentidos profundos de la virginidad como acogida simbólica de la gratuidad del amor.
Ojalá en nuestras catequesis podamos hablar a los adultos como a niños y a los niños como a adultos sobre el sentido profundo de la virginidad simbólica es perfectamente compatible con la procreación biológica o la pluralidad de formas de adopción y de unión de vida y amor en las diversas orientaciones de la sexualidad.
(Para ver más: El Que Vive. Relecturas de Evangelio, caps 7 y 8: Sueños de alumbramiento virginal, Sueños de virginidad procreadora, ed. Desclée Dd Brouwer, Bilbao, 2017).
Ave María, plena de gracia. Agraciada al ser concebida por Ana y Joaquín con la gracia del Espíritu Santo. Agraciada al concebir con José a Jesús por cooperación con el Espíritu Santo. Agraciada al dar a luz a Jesús y a sus hermanos y hermanas.
Ave, María y José, agraciados y bendecidos, junto con todas las madres y padres que reciben como un don del Espíritu los hijos que procrean y, al engendrarlos , consuman la virginidad simbólica que se realiza en la maternidad y paternidad.
Porque no es incompatible la unión de los progenitores con la acción del Espíritu: la criatura nace por la unión de sus progenitores y por gracia del Espíritu Santo.
El Espíritu entró en Ana por la puerta de la vida a través de Joaquín. El Espíritu entró en María por la puerta de la vida a través de José. María salió del seno de Ana por la puerta de la vida, empujada y atraída por el Espíritu. Jesús salió del seno de María por la puerta de la vida, empujado y atraído por el Espíritu. Sin comadrona a mano, José ayudaría en el parto.
Hoy es la fiesta de la gracia original. Pero María llena de gracias no es una excepción. Toda criatura nace en gracia original. Las metáforas del bautismo como borrador de manchas originales y la metáfora de la inmaculada como preservada de manchas originales provienen de una confusión y malentendido sobre el pseudo-símbolo del pecado original.
El mal llamado pecado original no es originario ni mancha antes de nacer. Su nombre exacto es el pecado del mundo. La criatura, que nace sin ninguna mancha, sale a la luz en un mundo en el que está ya extendida una red de pecado. Como quien entra en una sala de fumadores y se contamina con el humo. No es apropiado comparar el bautismo con una lavadora; más pertinente sería la comparación con la vacuna.
En todo caso, dejando aparte malentendidos sobre culpas originales y concepciones manchadas, en vez de hablar de la Inmaculada como excepción, deberíamos celebrar a María, como el símbolo de la gracia original y purísima gratuidad de la criatura creada para ser creadora.
María recuerda a todo padre y madre que su unión esponsal y el nacimiento de su prole son obra de la pareja por gracia de Espíritu Santo. Agraciada al ser concebida, agraciada al unirse a José, agraciada al concebir a Jesús. Bendita y agraciada “la que escuchó, la que creyó y la que concibió” : estos son los tres sentidos profundos de la virginidad como acogida simbólica de la gratuidad del amor.
Ojalá en nuestras catequesis podamos hablar a los adultos como a niños y a los niños como a adultos sobre el sentido profundo de la virginidad simbólica es perfectamente compatible con la procreación biológica o la pluralidad de formas de adopción y de unión de vida y amor en las diversas orientaciones de la sexualidad.
(Para ver más: El Que Vive. Relecturas de Evangelio, caps 7 y 8: Sueños de alumbramiento virginal, Sueños de virginidad procreadora, ed. Desclée Dd Brouwer, Bilbao, 2017).