En una homilía contundente, pronunciada el 28 de julio de 2024 en la Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, hizo un llamado urgente a la reflexión y acción para enfrentar los problemas sociales y políticos que aquejan al Perú. A pocos días de conmemorar los 200 años de la Batalla de Ayacucho, Castillo destacó la necesidad de inspiración y creatividad para superar los desafíos contemporáneos.

El arzobispo comenzó su mensaje recordando la histórica iniciativa de José Andrés Razuri en la Batalla de Chacamarca, comparándola con la necesidad actual de ingenio y Espíritu creativo de Jesús. "El Señor no busca la guerra, sino la paz", afirmó Castillo, invitando a los peruanos a romper con "esquemas caducos que aún nos sumergen en la ambición desmedida e inmediata".

Castillo criticó duramente la superficialidad y materialismo que prevalecen en la sociedad peruana. "Nos disfrazamos con títulos, apariencias y prejuicios que no permiten reconocer el valor extraordinario de cada persona", señaló. Afirmó que esta mentalidad contribuye a la deslealtad institucional y a la exclusión de los más vulnerables.

El arzobispo llamó la atención sobre las profundas necesidades sociales del país, enumerando problemas como la desnutrición infantil, la falta de acceso a agua potable y saneamiento, y la inseguridad ciudadana. "El 43.1 por ciento de niños con anemia, 51% con amenaza de hambre, y 10 millones de peruanos pobres sin agua ni desagüe" son cifras alarmantes que exigen una respuesta inmediata, afirmó.

Durante su reflexión sobre el Evangelio, Castillo criticó la mentalidad del templo que reduce el sufrimiento humano a un costo económico. "Jesús no piensa así", enfatizó, destacando la importancia de la generosidad y el compartir solidario. "Lo poco compartido generosamente es el don generado por el amor solidario", dijo, haciendo un llamado a un cambio de mentalidad y acción.

Dirigiéndose a los jóvenes peruanos, los instó a no perder la esperanza y a regresar al país para aportar con lo aprendido en el extranjero. "Ser peruano es una vocación innata a la cual se regresa una y otra vez", afirmó, destacando la importancia de los jóvenes en la construcción de un Perú mejor.

Además, enfatizó la necesidad de un diálogo nacional amplio y sincero que contribuya a la reconciliación y la construcción de una sociedad más unida y justa. "Puede comenzar este diálogo por la escucha de las necesidades de todos los peruanos y peruanas, especialmente, de los lugares más empobrecidos y necesitados, y se pueda llegar a acuerdos justos y duraderos", afirmó.

Y añadió: "Con ello, vamos forjando un ánimo profundamente reconciliador basado en la justicia, que implica desarrollar nuestro ingenio creativo de peruanos sencillos, alegres y profundamente inspirados. También exige desechar todos los acuerdos ocultos que opacan nuestro futuro."Un muy amplio 'diálogo nacional' que 'contribuya a la reconciliación y a la construcción de una sociedad más unida, próspera y fraterna'", instó, siguiendo la recomendación del Papa Francisco.

Concluyendo su homilía, Castillo hizo un llamado a valorar y alentar las iniciativas geniales que han permitido giros positivos en la historia del país. "Vivamos intensamente este tiempo y respondamos a la urgencia de decir, 'nosotros los peruanos'", proclamó, cerrando con un fervoroso "¡Que viva el Perú! ¡Y felices fiestas para todos!".