Visita de Francisco a Asia Japón espera a Francisco con esperanza por sus mensajes pero poca movilización
A horas de la llegada de Bergoglio, la falta de clima en las calles de Tokio contrasta con la alta expectativa que sectores populares, inmigrantes, la Iglesia y movimientos de derechos humanos ponen en los 10 discursos que dará en suelo nipón desde mañana hasta el martes. Paz, inmigración y pena de muerte, los ejes que más se esperan
Uno de los puntos fuertes será la dura condena que el propio Francisco ya prometió al uso de armas nucleares para el domingo 24, desde las únicas dos ciudades del mundo que han sufrido la devastación atómica
Sube la expectativa de un mensaje del Papa centrado en las condiciones de vida de los inmigrantes, sometidos a bajos salarios, jornadas extenuantes y problemas para el acceso a las visas
Sube la expectativa de un mensaje del Papa centrado en las condiciones de vida de los inmigrantes, sometidos a bajos salarios, jornadas extenuantes y problemas para el acceso a las visas
| Hernán Reyes Alcaide, enviado especial a Tokio
Mientras crece el interés de los referentes sociales y políticos por los mensajes que dará el papa Francisco en sus casi 65 horas en suelo japonés, las calles de Tokio permanecen ajenas a la expectativa de buena parte de la Iglesia y la dirigencia.
El pontífice llegará mañana a Tokio desde Tailandia, que fue la primera etapa de su cuarta gira al este asiático, y permanecerá hasta el mediodía local del martes, en una visita que además de la capital incluirá también Nagasaki e Hiroshima.
Por el momento, mientras a primera hora de este viernes comenzó una lluvia que se extenderá hasta el lunes según las previsiones, las principales arterias de la ciudad aparecen casi sin rastros del evento importantísimo que vivirá el país este sábado, cuando a las 17.40 locales (9.40 de España), el pontífice argentino toque tierra en el aeropuerto de Haneda.
Incluso la Nunciatura Apostólica, donde Francisco pasará sus tres noches en Japón, permanecía este viernes sin banderas a la vista, y apenas custodiada por un policía. En esa línea, a lo largo del largo trayecto del aeropuerto Narita hasta el centro de la ciudad, de cerca de 60 kilómetros, no hay ningún cartel o emblema anunciando su llegada.
Esa poca movilización popular, previsible en un país con menos de medio millón de católicos sobre 127 millones de habitantes, contrasta sin embargo con la alta expectativa que depositan en sus mensajes las élites sociales, políticas y dirigentes.
En ese marco uno de los puntos fuertes será la dura condena que el propio Francisco ya prometió al uso de armas nucleares para el domingo 24, desde las únicas dos ciudades del mundo que han sufrido la devastación atómica. En un llamado mundial para desestimar este tipo de armamento, el pontífice ya dijo dos veces en el último mes que considera "inmoral" el uso de bombas atómicas.
El momento no podría ser más apropiado: Este año, el denominado "Doomsday Clock", o "Reloj del Juicio Final", que marca la posibilidad de un apocalipsis nuclear, quedó a solo dos minutos de la medianoche, una "hora de riesgo nuclear" que no se registraba desde 1953. En ese sentido, en un día histórico, el Papa se encontrará el domingo 24 con algunos de los denominados "Hibakusha", supervivientes de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
El llamado al no uso de nucleares irá acompañado por un pedido aún más enfático a la estabilidad y la paz. Ese pronunciamiento se dará mientras en Japón hay cada vez más resistencia a los intentos del premier Shinzo Abe para cambiar la Constitución, en especial el artículo 9, que prohíbe al país tener un Ejército propio. Si bien Abe no alcanzó pocos meses atrás los votos necesarios para la reforma, los defensores del Artículo 9, nominados más de una vez al Premio Nobel de la Paz, esperan en Francisco a un aliado de su mensaje.
En la primera visita de un Papa en unos 38 años en los que mucho ha cambiado el mapa del catolicismo, y agradecida con énfasis por la dirigencia japonesa luego de un Benedicto XVI que no pisó Asia en sus ocho años de pontificado, la Iglesia ve una oportunidad para lograr un crecimiento a través del mensaje que el Papa pueda dar a sus fieles. El número de bautismos se ha disminuido en un 90%, desde los 7.193 bautismos en 2006 hasta los 518 en 2018.
En especial se ha puesto el foco en los católicos inmigrantes, que superan a los japoneses nativos, pero que permanecen "ocultos" de las estadísticas oficiales por temor a represalias de las autoridades.
En 1981, cuando san Juan Pablo II visitó Japón, había cerca de 790.000 extranjeros, casi un cuarto de los 2.73 millones registrados por el Ministerio de Justicia a fines de 2018. De ellos, puede haber hasta unos 520.000 católicos, según la Comisión Católica de Japón para Migrantes, Refugiados y Personas en Movimiento con sede en Tokio.
Desde esos centros, reflejó la prensa local en los últimos días, sube la expectativa de un mensaje del Papa centrado no solo en las condiciones de vida de los inmigrantes, sometidos a bajos salarios, jornadas extenuantes y problemas para el acceso a las visas, sino también un llamado a la Iglesia para que continúe su trabajo de cercanía hacia ellos. Todo en un marco en el que, según lamentó en los últimos días el arzobispo de Tokio, Isao Kikuchi, el gobierno japonés aprobó en todo 2018 solo 42 solicitudes de asilo de las 10.493 solicitudes recibidas.
Otro de los ejes que ha ocupado las expectativas centrales de la sociedad y dirigencia japonesa es la posibilidad de que el Papa encuentre a Iwao Hakamada, un hombre de 83 años que pasó 48 años en prisión, esperando una sentencia a muerte, hasta que nuevas pruebas de ADN llevaron a la suspensión de su sentencia recientemente.
Hakamada, que fue bautizado en prisión y está en espera de un nuevo juicio, es una luz de esperanza para los cerca de 120 prisioneros que se encuentran actualmente en el corredor de la muerte en Japón. Francisco ha reiterado en repetidas oportunidades su rechazo a la pena de muerte y a la prisión perpetua, y la posibilidad de un gesto papal con Hakamada sería un fuerte impulso para los grupos abolicionistas, como planteó este viernes en el diario Japan Times Shinji Oguma, secretario general de un grupo de abogados nacionales que discuten la pena de muerte.
"Creemos que es importante que las personas de Japón escuchen las palabras del Papa y vean qué sienten en sus propios corazones", agregó sobre ese punto Kazunori Saito, vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Abogados de Japón. El lema de la visita, "Proteger toda vida", podría ser el paraguas para una referencia del Papa al tema, que muestra a Japón como el único país del G7, junto a Estados Unidos, que aún permite las ejecuciones estatales.
En ese marco, Francisco tendrá también palabras para la problemática del suicidio, donde las tasas de los últimos años muestran hasta 30.000 suicidos anuales. Para ese fin, además, el pontífice dio el visto bueno a la llegada de la fundación pontificia Scholas Occurrentes, que en coincidencia con la llegada de Bergoglio inauguró su primera sede en Japón, desde la que trabajará con los jóvenes enfocada en la prevención del suicidio.