La Laudato si’ marcó un hito en la historia contemporánea, y terminó de llevar el magisterio del papa Francisco fuera de la Iglesia, con sus revoucionarias propuestas para hombres y mujeres de todo el mundo. La Santa Sede da ahora un paso más en esa dirección y presentó hoy la “hoja de ruta” para una aplicación concreta y operativa de la Encíclica, un trabajo al que el año que viene se sumará también la fundación homónima que el pontífice le encomendó al jurista argentino Roberto Carlés.

“En marcha por el cuidado de la Casa Común”, es el nombre del documento preparado por la Mesa Interdicasterial del Vaticano sobre Ecología Integral, en el que se dieron a conocer hoy las líneas principales propuestas por la Santa Sede.

Crisis ecológica y llamada a la conversión

“La así llamada crisis ecológica es un momento propicio de estímulo a la conversión y a decisiones concretas y que no puedan ser pospuestas; invita a un diálogo interdisciplinario y operativo a todo nivel, del local al internacional; solicita un camino educativo para una formación integral de la conciencia”, plantea el documento presentado este jueves por el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, en la sala de prensa vaticana.

“No podemos no constatar que vivimos un momento histórico marcado por desafíos urgentes, pero también muy estimulantes para construir una nueva civilización”, enmarca su trabajo la Mesa interdicasterial.

“Al respecto, es necesario un continuo trabajo para la difusión, la profundización y la actuación de la Laudato si’. Nace aquí la idea de proponer reflexiones sobre algunas propuestas operativas de la Encíclica a través de un texto orientado a la acción y dirigido a las Iglesias locales, a sus comunidades, a los responsables de la cosa pública, a todos los seres humanos de buena voluntad”, agrega, en continuidad programática con la Encíclica.

Propuestas operativas

“A la luz de la doctrina social de la Iglesia, y en particular de la Laudato si ', en las siguientes páginas se presentarán varias propuestas operativas, con el objetivo de inspirar la acción de las instituciones de la Iglesia, de los fieles y de todas las personas buenas”, sostienen los equipos técnicos en el documento.

 Entre las propuestas planteadas, aparecen, por ejemplo, “dar un reconocimiento a la economía informal aumentando el acceso de los trabajadores informales a servicios públicos, espacios públicos y contratación pública, reformando leyes y reglamentos para apoyar a estos trabajadores, incluyendo a sus líderes en procesos participativos de toma de decisiones y en los procesos de definición de las reglas”.

Uno de los pasajes más duros es el referido al mundo de las finanzas, donde las propuestas llegan a “sancionar severamente las instituciones financieras involucradas en operaciones ilegales y que favorezcan la evasión fiscal y/o especulen con productos alimenticios de primera necesidad”.

Cerrar los paraísos fiscales

“Cerrar los paraísos fiscales, evitar la evasión y el lavado de dinero que roban a la sociedad, poniendo al ser humano sobre los intereses de las empresas y de las multinacionales más poderosas, que terminan sofocando e impidiendo la producción local”, agrega en esa dirección.

El marco analizado por el Vaticano sostiene que “es tangible el nexo entre las cuestiones financieras de hoy y la conversión ecológica”.

En ese marco, si bien aclara que el documento fue preparado antes de la difusión del coronavirus, el texto sostiene que “la pandemia de Covid-19 demuestra cómo debe ser puesto en discusión un sistema que reduce el Estado de bienestar, así como un sistema económico financiero que permite grandes especulaciones incluso sobre las tragedias, volviéndose contra los más pobres”.

En otro plano, se advierte que “la escasez de agua, que se contrapone a su control por parte de pocos, corre el riesgo de ser una de las principales causas de conflictos en los próximos decenios”.

Entre las propuestas integrales, el Vaticano propone también “monitorear severamente las actividades de exploración y de extracción en los ecosistemas más frágiles y en las actividades offshore, en particular en los países en vía de desarrollo, para evitar que los derechos humanos sean golpeados, que el agua, el suelo y el aire sean contaminados de forma negligente o consciente, involucrando a las poblaciones interesadas”.