David López Royo Una Navidad especial

David López Royo
David López Royo

Vamos camino de vivir una navidad especial y no, siguiendo la tradición católica, cada vez más minoritaria en nuestro país, de celebrar la misa de noche buena y recordar el nacimiento de Jesús de Nazaret, para unos Jesucristo y para otros una persona que pasó intentando hacer el bien y que los suyos lo terminaron orillando y maltratando

Nuestro camino hacia el día de Navidad está ya definido. Inauguramos la cuarta semana de adviento y todos estábamos mirando hacia el momento en que los más cercanos, familias y amigos, tendrÍamos la oportunidad de volvernos a reencontrar en la cena de la noche buena o en la comida de la navidad.

En unos casos lo hacemos por la propia tradición cristiana católica; pero cada día esta dimensión pierde fuerza y, de momento, todavía hoy, nos juntamos por la mezcla existente entre este acervo y una práctica más agnóstica, basada en el tiempo propicio para volvernos a reencontrar con los seres queridos.

Thank you for watching

En cualquier caso, nos sentimos parte de lo que se podría denominar una navidad especial. Todas las personas queremos tener un motivo especial por el que celebrar algo, que sea también propio y que tenga un marcado carácter específico. Las reuniones y los encuentros en estos días manifiestan que somos una sociedad de encuentro, de alegría y de gozo. Queremos celebrar.

Esta es la voluntad; pero la espera que llevamos planificando desde hace meses puede truncarse porque, otra vez, sí de nuevo, nuestras expectativas se ven segadas por una realidad imborrable, la covid.

La covid vuelve a marcarnos el ritmo. Mirábamos con ilusión el juntarnos, el salir a realizar las compras propias de este tiempo, el poder hacer una escapada a algún lugar secreto; pero todo esto se va cayendo poco a poco.

Hay gobiernos de varios países qua han empezado a tomar medidas, podríamos decir, que manifiestamente duras y complicadas, de nuevo se opta por la confinación. Con toda probabilidad, el resto de los gobiernos irán proponiendo uno tras otro, decisiones restrictivas para volver a intentar controlar los males que causa este virus.

Vamos camino de vivir una navidad especial y no, siguiendo la tradición católica, cada vez más minoritaria en nuestro país, de celebrar la misa de noche buena y recordar el nacimiento de Jesús de Nazaret, para unos Jesucristo y para otros una persona que pasó intentando hacer el bien y que los suyos lo terminaron orillando y maltratando.

La navidad especial se debe al ritmo que nos irá marcando la covid. Se trata de una cadencia que basa su métrica en el verso de un virus que termina desafinando la armonía de la vida.

Los países con altos niveles de calidad de vida tenemos un problema. Se trata del contratiempo que las sociedades más vulnerables llevan soportando décadas. Los países más solventes económicamente no terminamos de implicarnos en establecer un programa de ayudas que, verdaderamente, rompa el ritmo poco acompasado en el que viven millones de personas en países altamente desestructurados.

Lo anterior hace que millones de personas en África y en América Latina no hayan dispuesto, todavía, de las dosis suficientes para ser vacunados para frenar la covid en sus respectivos países.

Los avanzados, es decir, nuestras sociedades, centradas en celebrar la navidad a nuestra manera, habían olvidado que una altísima población mundial ni siquiera puede optar a la vacuna contra la covid. Seamos sinceros, vivimos nuestra propia realidad, pero obviamos realidades que nos recuerdan que algo no está funcionando bien.

Mientras no se alcancen niveles óptimos de vacunación en los países vulnerables, la terrible lacra de la covid estará muy presente. No disponemos de datos fiables y cualquier movimiento o desplazamiento de un país a otro podría ser la causa de un contagio que llevará a una nueva mutación del virus.

De nuevo nos gobierna el virus. Lo sentiremos en unos días en nuestro país. Hay convocada una reunión de presidentes, veremos el resultado. Lo cual significará el reconocimiento de que quien nos gobierna es un ente que se traslada misteriosamente por el cuerpo humano afectando a nuestro sistema inmunológico convirtiéndonos en dependientes de casi todo.

Lo que necesitamos es una navidad de consenso y de unidad para limitar al máximo los efectos de la covid. No precisamos de ideologías ni protagonismos individuales. Queremos un plan de acción conjunto, fruto del entendimiento y del trabajo en equipo.

Nuestra navidad especial es la navidad del encuentro. Asignatura, también, pendiente a nivel interno de la propia Iglesia Católica impulsora, desde hace siglos, de la tradición que se quiere rememorar en estos días. Entristece el sentir y el experimentar la persecución que algunos miembros de esta Iglesia se empeñan en avivar con el único objetivo de la destrucción de las personas, alejándose del himno franciscano, muy propio de estas fechas, que la Iglesia Católica dice querer celebrar construyendo fraternidad. Cuando se odia con tanta fuerza lo único que se logra es la propia autodestrucción de la persona que vive en la atalaya del rencor.

Ser perseguido por la propia la Iglesia Católica a través de personas concretas, es empujarte al precipicio de la pérdida de la Fe o también a tener la capacidad de proponerte el escalar el monte que te conducirá a una Fe más genuina y libre de las ataduras de los escribas y fariseos existentes en la actualidad.

Sirva este himno para celebrar una navidad especial, alejando de nuestros corazones y de nuestro cerebro todo aquello que conduzca a la devastación, impidiendo el reconstruir las relaciones humanas y sociales.

HIMNO DE FRANCISCO DE ASIS

SEÑOR,

HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ.

ALLÍ DONDE HAY ODIO PONGA YO AMOR.

ALLÍ DONDE HAY DISCORDIA PONGA YO UNIÓN.

ALLÍ DONDE HAY ERROR PONGA YO LA VERDAD.

ALLÍ DONDE HAYA DUDA, QUE PONGA YO LA FE.

ALLÍ DONDE HAYA DESESPERACIÓN,

QUE PONGA YO ESPERANZA.

ALLÍ DONDE HAYA TINIEBLAS,

QUE PONGA YO LA LUZ.

ALLÍ DONDE HAYA TRISTEZA,

QUE PONGA YO ALEGRIA.

HAZ, SEÑOR, QUE NO ME EMPEÑE TANTO

EN SER CONSOLADO, COMO EN CONSOLAR;

EN SER COMPRENDIDO,

COMO EN COMPRENDER;

EN SER AMADO, COMO EN AMAR.

PORQUE DANDO, SE RECIBE,

OLVIDANDO, SE ENCUENTRA,

PERDONANDO, SE ES PERDONADO

Y MURIENDO A UNO MISMO,

SE RESUCITA A LA VIDA ETERNA. AMÉN.

Volver arriba