20 años de la obra de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana Sembrar esperanza: con la Fundación Juan Bonal
La Madre Julia y yo quisimos sembrar esperanza y, lo que la gente no sabe, es que este proyecto inició su andadura en el aeropuerto de la capital de Ruanda, ahí coincidimos y ahí se inició la idea de plantar la semilla del árbol de la Fundación Juan Bonal
Ayer, se celebró, la gala de la Fundación Juan Bonal. Hace un poco más de veinte años la Madre Julia y yo acordamos poner en marcha esta Fundación. Me entregue a esta causa y acompañé todo el proceso de puesta en marcha de la misma, así como el inicio del as actividades. Fue una experiencia maravillosa que hoy, gracias al trabajo intenso de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y a un número infinito de colaboradores y voluntarios tiene un alto reconocimiento social.
Cuando este Proyecto se puso en marcha, por mi parte había concluido una etapa profesional llena de alegría y gozo en Cáritas Española. Había tenido la inmensa suerte de haber sido Director de Cooperación Internacional de esta entidad. Antes había sido el responsable del Programa de Mayores.
Cuando la Madre Julia y yo reflexionamos sobre la necesidad de constituir la Fundación Juan Bonal, me hallaba trabajando con las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.
El tiempo fue pasando y colaboré activamente en poner en marcha varios proyectos relacionados con el servicio a la Iglesia y a las Congregaciones Religiosas. Fue una etapa apasionante y ahí siguen en funcionamiento. Tuve una etapa profesional al servicio de un número infinito de Instituciones de la Iglesia. Mi experiencia en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios estuvo llena de ilusión y, a través de los Grupos de Mejora, fuimos estableciendo proyectos de gran calado social.
Asimismo gocé del privilegio de colaborar con un proyecto de comunicación, El Correo de Andalucía, aprendí mucho en esta etapa y experimenté que los medios de comunicación pueden hacer un gran servicio a la sociedad si son veraces y tienen un buen nivel ético. Son muy necesarios para la sociedad.
Siempre he querido sembrar esperanza. Ayer, en la Gala celebrada por la Fundación Juan Bonal, volví a recordar lo importante que es la constancia para que la esperanza no se límite a lo inmediato y sirva para generar ilusión, confianza y compromiso.
La siembra conlleva tener ilusión por alcanzar una meta, recoger el fruto de la semilla plantada. Ilusión es observar la tierra en donde será plantada la semilla, cuidar ese espacio y mimarlo para que se asiente con firmeza y se logre que nazca la planta que dará el fruto adecuado. Ilusión es trabajar con la constancia debida y no desesperarse ante las dificultades y las inclemencias que el tiempo nos traiga. Ilusión percibí en la Madre Julia Lumbreras en la puesta en marcha de la Fundación Juan Bonal. Con ilusión dio los primeros pasos para que la Fundación fuera una realidad. Sabía que la semilla plantada crecería porque dejaba al cuidado de la misma a personas llenas de ilusión. Dejó a la Hermana Raquel y con ilusión comenzó a mimar la planta joven que crecía. La protegió de los vientos, de las lluvias y hasta del sol. Supo, con dulzura, buscar el momento adecuado para que esa semilla convertida en un árbol fuera tomando cuerpo y su tronco y sus ramas fueran configurando un árbol lleno de esperanza. Las ramas se extendían por infinidad de países y de las mismas comenzaban a colgar frutos llenos de ilusión.
El fruto surgido de la semilla sembrada con ilusión precisa de confianza, eso es precisamente lo que la Madre Julia no dejó de tener. Confió siempre en que la semilla bien cuidada fomentaría un espacio de sombra y de acogida para una gran grupo de personas vulnerables. Por esta razón ella, mujer empeñada y comprometida, eligió la semilla de un árbol fuerte y robusto, sí el árbol de Juan Bonal. Ambos ella y yo, cuando estábamos seleccionando la semilla de la Fundación vimos que la figura de Juan Bonal fue esencial para la obra de la Madre Rafols, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Era una gran oportunidad porque este árbol sería capaz de cobijar bajo su sombra a infinidad de personas abatidas y doloridas. Tener confianza hizo que la semilla pudiera dar el fruto adecuado. Si la Madre Julia tuvo confianza, la Hermana Raquel fue todavía, si cabe, más osada y valiente; se hizo cargo de un proyecto, la Fundación, que sin su entrega y generosidad no se hubiera consolidado. El árbol estaba bien elegido; pero necesitaba ser mimado y cuidado; eran muchas las peticiones que llegaban y la planta no estaba preparada para dar sombra a tantas necesidades. Supo elegir y eligió a una persona clave para que el árbol tuviera asiento, a Luis López. Luis ha sido clave en que el árbol pudiera crecer con fortaleza. Generó confianza ante las Hermanas, los colaboradores, voluntarios y, sobre todo, ante la sociedad. Hizo posible que las ramas se llenarán de alegría y convirtió la ilusión y la confianza en un árbol de referencia en el servicio a las personas más vulnerables.
La ilusión y la confianza de la Madre Julia y la Hermana Raquel no habrían cuajado sin el compromiso de la Hermana Josefina, ella acompañó a la Fundación Juan Bonal como superiora general. Había formado parte del núcleo de personas que inicialmente plantamos la semilla de este nuevo árbol. Ella con su lucidez y visión entendió que le correspondía tener la paciencia adecuada para que la debilidad del tronco del árbol joven no fuera roto por las inclemencias del tiempo. Cuando los proyectos se ponen en marcha precisan de que los procesos no sean intervenidos por la negatividad y el pesimismo. Ella, la hermana Josefina, supo acariciar con cariño y afecto el tronco del árbol joven. No se dejó arrastrar por las dificultades porque sabía que la semilla había sido plantada con un valor esencial en la vida, el compromiso.
La Hermana Teresa ha hecho posible que el árbol esté seguro. Su servicio, como General de la Congregación, ha permitido que Juan Bonal se consolidara y se hiciera presente en todos los rincones del mundo en donde la Congregación trabaja.
La Fundación Juan Bonal es un ejemplo claro de lo que significa la ilusión, la confianza y el compromiso. Las personas que plantaron el árbol y lo cuidaron en el inicio se dejaron iluminar y aconsejar por las personas que fueron llegado año tras año a la Fundación. Encontraron un árbol joven y lo han seguido mimando y cuidando. El árbol hoy día representa un espacio de alegría y gozo extendido por los cinco continentes y ayudando a infinidad de personas en situación de vulnerabilidad social. La actual Hermana General, médico de profesión, nos dejó un gran mensaje: la Fundación estará presente no solo ahora sino 50, 100, 200 años. Esto es esencial porque significa que las Hermanas de la Caridad de Santa Ana apuestan por este proyecto y saben que para ello es necesario unir a las personas necesarias para que el árbol, llamado Juan Bonal, siga estando presente pueda dar sombra y cobijo a quien se acerque al mismo.
Actualmente el riesgo que pueden tener muchas instituciones de Iglesia es no tener claro que las semillas que se plantan y que dan fruto tienen que tener perspectiva de futuro y visión de permanencia; creen que solo nacen para que duren un tiempo limitado, esto es lo que hace que el fruto sea eliminado. Nacen sin ilusión, no tienen confianza y finalmente pierden la perspectiva del compromiso. Para que esto no ocurra precisan de personas que siembren, cuiden y mimen con esperanza la semilla y el fruto que nazca, alejadas de los protagonismos personales. Por mi parte creo que la vida es sembrar esperanza, aunque existan dificultades y barreras.
La Madre Julia y yo quisimos sembrar esperanza y, lo que la gente no sabe, es que este proyecto inició su andadura en el aeropuerto de la capital de Ruanda, ahí coincidimos y ahí se inició la idea de plantar la semilla del árbol de la Fundación Juan Bonal. Ella y yo, esto todavía no lo sabíamos; pero fue en este lugar. Era el año 1998, yo sufrí un atentado o ataque en este país y, sin duda, aunque tengo secuelas del mismo, fue la Virgen del Pilar la que me salvó y es la Virgen del Pilar el enlace fundamental entre las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y quien escribe este artículo, dado que esta Congregación nació al amparo de Nuestra Señora del Pilar. La Madre Julia visitaba este país como General de la Congregación y yo como Director de Cooperación Internacional de Cáritas Española.