En “Canción de Navidad”, Dickens eleva a literatura culta lo que sus antepasados o coetaneos le han contado que habían oído de sus antepasados. Filgueira Valverde estudió la leyenda de “Gundamur y la caza del puerco blanco” en su libro “Tiempo y gozo eterno en la narrativa medieval” y se puede leer como un cuento en “El bosque animado” de F. Flórez. La leyenda de “San Ero de Arenteira”, muy influenciada por el libro VI de la Eneida de Virgilio quien, a su vez, la había leído en la Odisea, cristianiza la leyenda de Gundamur. Otra versión, también cristianizada, cuenta el Padre Feijoo en “Teatro crítico universal” y R. de Perelló, monje catalán, narra su viaje personal a aquel lugar “El purgatorio de San Patricio”, condena a todos las personas del mundo antiguo que sobrevivían en la tradición oral. En Galicia, al espíritu del “El último espíritu” le dicen “O da cruz”, un vivo que se levanta de noche para guiar a “Os do oso”, una procesión de muertos que viene a visitar al primero del pueblo que se vaya a morir. En “Carillón”, las campanas, como en otros muchos lugares, hablan, aunque no todos pueden entenderlas. “En Galicia ya casi no queda quien las toque y menos quien las entienda”, me dijeron.