La diócesis de Madrid presenta en la red el Pacto Global por a Educación Carlos Osoro: "Es importante conquistar día a día 'lo bello', y por eso este pacto tiene un realismo especial"
El arzobispo de Madrid destaca lo vital de la tarea educativa para la Iglesia en la presentación del Pacto Global por la Educación
En la presentación participaron también, entre otros, Manuel de Castro, presidente de Escuelas Católicas de Madrid; Roberto Salmerón, decano del Colegio Profesional de Docentes y Carlos Esteban, profesor de Religión
"Hacer de la fraternidad uno de los ejes del camino educativo 'articulando curricularmente estos relatos de sentido' que la fe cristiana ofrece", es uno de los retos que se proponen
"Se trata de una propuesta amplia, que puede ser asumida por 'cualquier persona de buena voluntad' porque es un pacto para 'juntos, mirar más allá'", enfatizó Salmerón
"Hacer de la fraternidad uno de los ejes del camino educativo 'articulando curricularmente estos relatos de sentido' que la fe cristiana ofrece", es uno de los retos que se proponen
"Se trata de una propuesta amplia, que puede ser asumida por 'cualquier persona de buena voluntad' porque es un pacto para 'juntos, mirar más allá'", enfatizó Salmerón
| B. Aragoneses
(Archimadrid).- La diócesis de Madrid ha presentado el Pacto Global por la Educación, siguiendo la propuesta del Papa Francisco, en un encuentro virtual celebrado este martes, 19 de enero. Moderado por la delegada episcopal de Enseñanza, Inmaculada Florido, en él participó el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que destacó la importancia vital en estos momentos de la «tarea educativa», también para la Iglesia.
El purpurado aludió a las palabras del Papa, «reactivar el compromiso por las generaciones más jóvenes, renovando la pasión por una educación más humanista», y las puso en relación con esa llamada a la fraternidad que el Pontífice hace en Fratelli tutti.
En este sentido, alertó frente a una vida vivida «con agresiones» que nace «quizá por dejarnos penetrar por ideologías que van creando formas llenas de egoísmo y de perder el sentido de lo común y de lo de todos».
Ante esto, es importante conquistar día a día «lo bello», el amor, la justicia, la solidaridad, «la verdad del hombre desde la que se construye un pueblo», y de ahí que este Pacto tenga un «realismo especial». La expresión más humana «nos la ha dado Jesucristo Nuestro Señor»: mirándole a Él y no hacia «nosotros mismos», aseguró, «podemos aportar mucho en este momento de la historia de la humanidad».
Es momento de ser samaritanos, «personas que curan»; de «mostrar horizontes grandes», de ver el mundo, «no mi mundo»; y también es tiempo para ser conscientes de la importancia de ir juntos, algo que quizá con más fuerza ha revelado la COVID-19.
Los retos que propone el Pacto
El presidente de Escuelas Católicas de Madrid, Manuel de Castro, también presente, explicó que «el alumbramiento de este mundo nuevo y mejor» que el Papa plantea como meta sería prácticamente imposible sin la presencia de la dimensión religiosa que aporta la educación católica. El gran desafío que plantea el Papa es que todo lo que propone «obliga a repensar la práctica educativa».
De él se deducen otros, como hacer de la fraternidad uno de los ejes del camino educativo «articulando curricularmente estos relatos de sentido» que la fe cristiana ofrece; la educación para la acogida de los más vulnerables y marginados saliendo al encuentro de, entre otras, «situaciones de soledad»; y mostrar «audacia para recrear el tejido de las relaciones» ante la «rapidación» de la que habla el Papa.
Declaración Universal de los Derechos Humanos
Esta iniciativa del Papa, quiso destacar el decano del Colegio Profesional de Docentes, Roberto Salmerón, que se ha sumado al pacto, entronca de lleno con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en la que se reconoce el derecho a la educación de toda persona. Una educación que es garantía a su vez de estos derechos, destacó, «en el marco de un humanismo solidario». El Pacto propuesto por el Papa supera las diferencias y se constituye como «un instrumentos para aunar esfuerzos» y lograr un mundo mejor.
Necesariamente identificados con el objetivo del Papa, «conseguir una educación integradora capaz de transformar el futuro» poniendo en el centro de todo el proceso a la persona, «su valor, su dignidad», el decano expresó: «Nos agrada leer que educar es apostar y dar al presente la esperanza que rompe los determinismos y fatalismos».
Una propuesta amplia, que puede ser asumida por «cualquier persona de buena voluntad» porque es un pacto para «juntos, mirar más allá», y que «pretende alcanzar nobles y bellos objetivos con los que nos es forzoso coincidir, ya que se encuentran en la entraña de la naturaleza de nuestra profesión», aseguró Salmerón. Recordó la necesidad de cuidar a los profesores,«el pilar necesario e indispensable para construir los futuros posibles».
Clase de religión en salida
Carlos Esteban, profesor de Religión, destacó en la presentación que la clase de Religión tiene una mejor salud en las aulas de lo que pueda haberse transmitido a la sociedad. Y en este sentido, los docentes de Religión se suman a la propuesta del Papa mirando a la propia esencia de la clase, en primer lugar, «tomando conciencia de las finalidades educativas de la religión en la escuela». Porque la religión, en su esencia, es una formación humana que ofrece aprendizajes culturales, sociales y vitales y de sentido y que da la posibilidad de «humanizar nuestro mundo».
Pero también se suman al pacto mirando a lo que está ocurriendo fuera, «haciendo posible una clase de Religión en salida», huyendo de la autorreferencialidad. Para ello, propuso entrar en diálogo con entidades educativas como la OCDE y la UNESCO, con las propuestas de la Agenda 2030, cuyos objetivos «coinciden con los principios y valores del pensamiento social de la Iglesia de hace siglos» y con las tendencias e iniciativas sociales.
También propone convertir en categorías pedagógicas las categorías teológicas de las que habla el Papa: cultura del encuentro, salir a las periferias, inteligencia espiritual, fraternidad universal, ética del cuidado de la casa común y de las personas… Un diálogo con la sociedad civil que también es protagonista de la educación, ya que no es solo un bien común que gestionan los políticos, indicó. «Si hacemos ese diálogo –concluyó–, la enseñanza de la religión mejorará y el mundo mejorará con la enseñanza de la religión».