El obispo de Palencia asegura que la presencia de los curas en los pueblos "es una señal de que Dios no nos abandona" Manuel Herrero: "En algunas instituciones, hay una intención oculta, latente, de una nueva desamortización"
"Somos pequeños, pobres, y necesitados y sin la ayuda del Señor no somos nada. Gracias a Dios la tenemos"
"He observado alguna vuelta al campo, sí, de personas mayores, pero pocas de jóvenes y emprendedores"
"Cuando de los pueblos pequeños han marchado casi todos, la presencia de los presbíteros sigue siendo una señal de que Dios está con nosotros, que no nos abandona, que nos tiene en su mano y nos cuida"
"Como decía Bonhoeffer, desearía que Dios fuera aceptado no solo en nuestras limitaciones, sino en el centro de nuestra vida"
"Nos han dejado muchas obras artísticas, fruto de la fe de los que nos precedieron, pero cuesta mantenerlas"
"Cuando de los pueblos pequeños han marchado casi todos, la presencia de los presbíteros sigue siendo una señal de que Dios está con nosotros, que no nos abandona, que nos tiene en su mano y nos cuida"
"Como decía Bonhoeffer, desearía que Dios fuera aceptado no solo en nuestras limitaciones, sino en el centro de nuestra vida"
"Nos han dejado muchas obras artísticas, fruto de la fe de los que nos precedieron, pero cuesta mantenerlas"
"Nos han dejado muchas obras artísticas, fruto de la fe de los que nos precedieron, pero cuesta mantenerlas"
Manuel Herrero Fernández OSA (Serdio, 1947) es el obispo de Palencia, una de las diócesis de la España rural y vaciada, en la que la Iglesia con su presencia, especialmente a través de los curas de pueblo, sigue siendo "una señal de que Dios no nos abandona". En esta entrevista exclusiva, con motivo del día de San Isidro, patrono de los labradores, el prelado agustino no percibe la tan cacareada vuelta al campo a raíz de la pandemia y confiesa que le preocupa el mantenimiento del enorme patrimonio eclesiástico, que se está manteniendo gracias al apoyo de la institución eclesial, de sus fieles y de algunas instituciones. Aunque, el prelado les reprocha que algunas de ellas parezcan tener "una una intención oculta, latente, de una nueva desamortización".
¿La diócesis de Palencia, que usted pastorea y que forma parte de la España rural, necesita la protección de San Isidro y algo más?
Sin duda alguna y del Señor y todos los santos. Somos pequeños, pobres, y necesitados y sin la ayuda del Señor no somos nada. Gracias a Dios la tenemos, porque ¿qué sería de nosotros sin ella?
Dicen que la pandemia está provocando la vuelta al campo y a las ciudades pequeñas. ¿Se está notando en Palencia?
Muy poco. Lo dicen algunos medios cerca de Madrid, pero Palencia no está tan cerca. Yo he observado alguna vuelta, sí, de personas mayores, pero pocas de jóvenes y emprendedores.
Además de permanecer y resistir en el mundo rural (que ya no es poco), los curas de pueblo siguen aportando ilusión, esperanza y Dios a la gente?
Sin duda alguna con su presencia y ministerio, aunque, en ocasiones, no son valorados. Pero cuando de los pueblos pequeños han marchado casi todos, la presencia de los presbíteros sigue siendo una señal de que Dios está con nosotros, que no nos abandona, que nos tiene en su mano y nos cuida; que es un vecino con el que podemos hablar, confiar y en quien encontramos ayuda, orientación tanto humana como espiritual.
¿Tras la pandemia, volverá la gente a la Iglesia como antes o todavía más?
No lo sé. Lo que sí creo es que la pandemia nos ha hecho palpar nuestra limitación, nuestra fragilidad y mortalidad, pero yo, como decía Bonhoeffer, desearía que Dios fuera aceptado no solo en nuestras limitaciones, sino en el centro de nuestra vida, porque nos sentimos amados, acompañados, misericordiados por Él en Jesús de Nazaret con la fuerza de su Espíritu.
¿Cómo mantener el enorme patrimonio de una diócesis como la suya cada vez más vaciada?
Es una de las grandes preocupaciones que tenemos los obispos y los presbíteros de Palencia. Nos han dejado muchas obras artísticas, fruto de la fe de los que nos precedieron, pero cuesta mantenerlas. Lo hacemos con la ayuda del Pueblo de Dios, porque en ellas están señales de su identidad, pero también con la ayuda de las instituciones locales, provinciales, autonómicas y nacionales. Lo malo es que en algunas hay una intención oculta, latente, de una nueva desamortización. La Iglesia desea que se mantengan para lo que fueron levantadas, fundamentalmente el culto, para la expresión de fe de la comunidad cristiana; la diócesis no excluye la dimensión social, cultural, artística y turística del patrimonio que es inmenso, gracias a Dios y a las generaciones y también los curas rurales hoy que lo han mantenido y mantienen con grandes sacrificios y, en ocasiones, con sus propios bienes.