Un mes después de los catastróficos aguaceros en Valencia, la talla es un emblema de superación en esta población De un incendio a la DANA: el periplo vivido por una talla de Jesucristo en Albal
El pasado 29 de octubre, después de unos años ocupando un rincón de la sacristía, la imagen volvió a pasar por otra catástrofe, la de DANA, que, de nuevo, pudo superar: “Nos la encontramos flotando, junto al resto de objetos que había en el interior de la parroquia”, recuerda el sacerdote
"Yo quisiera sanear la talla y colocarla en un lugar preferente del templo", resuelve el párroco. “El Jesucristo olvidado tiene un mensaje profundo para todos los parroquianos –continúa– y, por eso, a su lado pondremos un cartel con una reflexión que invite a la meditación y a entender el motivo por el que Jesucristo es rey del universo, por delante de líderes que un día están ahí y, al día siguiente, desaparecen”
| Xavier Pete, Agencia Flama
"En Albal, vamos viendo la luz poco a poco". El autor de estas palabras es Engracio Bataller, sacerdote de las dos parroquias de uno de los municipios más cercanos geográficamente al Parque Natural de la Albufera de Valencia, en l'Horta Sud. Lo hace antes de ser preguntado por la imagen de Jesucristo que, después de permanecer calcinada en uno de los rincones de la sacristía de la iglesia San Carlos Borromeo, tras el paso de la DANA ha pasado a ser uno de los objetos más comentados en la mayoría de conversaciones por una población que no supera los 17.000 habitantes.
Desde que el presbítero nacido en Valencia en 1967 fue destinado allí hace siete años, oyó hablar entre la feligresía de un incendio que afectó, también, a una talla de Jesucristo crucificado, hecha de resina, que quedó guardada en el fondo de una bolsa por parte del anterior párroco. “Engracio la guardó con la esperanza de poder arreglarla y tenerla en un lugar destacado de la iglesia, pero pasó el tiempo y el sacerdote se olvidó por completo”, señala Alicia Pastor, feligresa y educadora de un grupo de jóvenes católicos de la parroquia. El pasado 29 de octubre, después de unos años ocupando un rincón de la sacristía, la imagen volvió a pasar por otra catástrofe, la de DANA, que, de nuevo, pudo superar: “Nos la encontramos flotando, junto al resto de objetos que había en el interior de la parroquia”, recuerda el sacerdote.
Mientras hay voces que recomiendan al párroco restaurar esta talla —que no llega al metro de longitud y, debido al primer calvario sufrido, no tiene manos porque éstas se fueron deshaciendo por el calor—, también existen opiniones contrarias a rehacer lo que se pueda de un elemento que es ya un emblema para la población. “Yo no lo haría, pues pienso que es una señal de fortaleza que nos envía Jesucristo”, señala una vecina del municipio, Marissa Gallud, que atestigua una opinión que cada vez es más generalizada.
"Yo quisiera sanear la talla y colocarla en un lugar preferente del templo", resuelve el párroco. “El Jesucristo olvidado tiene un mensaje profundo para todos los parroquianos –continúa– y, por eso, a su lado pondremos un cartel con una reflexión que invite a la meditación y a entender el motivo por el que Jesucristo es rey del universo, por delante de líderes que un día están ahí y, al día siguiente, desaparecen”. Esto es lo que opina, también, Alicia Pastor: "La figura representa que Jesús reina desde el fracaso". Un mes después del paso de la DANA por esta zona, concluye la feligresa, "la aparición del Jesucristo roto es una luz para nosotros".