Este sábado se enfrenta ante un tribunal que podría inculparle por encubrimiento en el escándalo de la pederastia del clero en la diócesis de los Ángeles. Incluso su sucesor, José Gómez, le ha conminado a no tener actividades públicas. No estamos hablando de sospechas. Él mismo ha reconocido que no actuó como debiera, y ha pedido disculpas y aceptado el dictamen del nuevo arzobispo de LA. Y sin embargo, el cardenal Roger Mahony puede, y quiere, acudir al cónclave que elegirá a Benedicto XVI.

Con el Código de Derecho Canónico en la mano, la razón asiste a Mahony. Pero cada vez son más las voces, incluso dentro del Colegio cardenalicio, que le piden un "gesto". Mahony debe renunciar al Cónclave. Y si no, que alguien le conmine a hacerlo. El cardenal De Paolis, que algo sabe de pederastia -no en vano es quien está al mando de la renovación de los Legionarios de Cristo- ha declarado a La Reppublica que es posible que se le aconseje no acudir al cónclave, pero quien lo haga debe ser alguien con mucha autoridad. ¿Tal vez el cardenal Dolan? ¿O quizá el secretario de Estado, futuro camarlengo, Tarcisio Bertone? ¿El propio Benedicto XVI? No descarten ninguna de estas opciones.

El cónclave debería estar libre de cualquier cardenal implicado en casos graves de pederastia. Como Mahony, tampoco tendrían que entrar los cardenales Brady o Daneels. Y me atrevería a afirmar que tampoco otros purpurados cuyas diócesis fueron condenadas como responsables civiles subsidiarias de casos de abusos. Entre ellas, la de Madrid. El futuro Papa no debe arrojar sombra alguna de duda en este aspecto.

Mahony debe renunciar al Cónclave. Y como él, alguno que otro. Y el Papa que más ha hecho por atajar el escándalo de la pederastia en la Iglesia tendría un buen final de pontificado si se asegura de que su sucesor no tiene el más mínimo asomo de duda al respecto. Y que entre quienes elijan al pastor no haya lobos.