Sucede casi siempre del mismo modo. Algún despacho convenientemente alfombrado en palacios de Madrid, o Piazza Spagna (lo cotillas que son algunos eclesiásticos, todo hay que decirlo), alguien que escucha detrás de una puerta, y se activa el procedimiento. En esta ocasión, saltan todas las alarmas: "El mejor Nuncio que hemos tenido en las últimas décadas", como señaló en un ¿Editorial? El Debate, propiedad de la ACdP (algún día hablaremos de la campaña de acoso y derribo contra el cardenal Cobo, con negativas a colaborar auténticamente absurdas) estaría cerca de hacer las maletas, hacia un mejor destino. Quizá, EE.UU. ¿Un cambio de cromos, con la llegada de Christophe Pierre al palacio de la Avenida de Pío XII? Algo mucho más lógico de lo que algunos podrían pensar, algo más de cinco años después de que el 1 de octubre de 2019 tomara posesión de su cargo.

'El Debate', blogueros ultras, medios que siempre se han movido infinitamente mejor que otros en esas alfombras, multiplican el eco, con la intención -ya ha ocurrido en otras ocasiones- de frenar nombramientos, decisiones papales, cualquier cosa que no les convenga (porque esto no va de preferencias, sino de conveniencias) a su particular negocio. El constante golpeo del martillo al Yunque. ¿Llegan a tiempo? Parece que, esta vez, no.

Y es que 'El mejor Nuncio que hemos tenido en las últimas décadas', Bernardito Auza, el mismo que se ha dedicado, prácticamente desde su llegada, a frenar los intentos de renovación del episcopado español (ardua tarea, por otro lado, porque los mimbres no son precisamente los mejores, ni los pastores los más convencidos de la primavera de Bergoglio), que ha apadrinado 'akelarres' antiFrancisco, acercándose sin disimulo a la extrema derecha o poniendo freno a iniciativas de diálogo y distensión con el Gobierno (al que, sin duda, no le viene mal la presencia del filipino), ese mismo, parece que esta vez sí, prepara las maletas. Acabarán los 'cafelitos' con vistas al Puente de Segovia.

Eso sí, no sin luchar. Hasta el final, Auza ha conseguido aplazar, sine die, algunas ternas, volver a presentar algunas paralizadas desde tiempos del cardenal Cañizares (léase los últimos auxiliares de Valencia), se ha enrocado en la elaboración de informes sin fin... La gota que colmó el vaso, o una de ellas, fue la intromisión -filtración incluida- de posibles avances en el futuro de Cuelgamuros sin Santiago Cantera. 

Si finalmente se produce el cambio (o el intercambio, si Pierre es el elegido), la Iglesia española tendrá, por fin, una oportunidad, que no se veía desde tiempos de Tarancón y su 'entente cordiale' con Dadaglio, para aggiornarse y ponerse a la cabeza de la renovación de una Iglesia, la europea, que está muerta de miedo. Por la escasez de vocaciones, por su irrelevancia en la sociedad, porque no termina de creerse la sinodalidad, la Iglesia en salida, la participación de Todos, Todos, Todos. Una Iglesia que necesita quitase del medio a los espías, los vividores del Evangelio, los curiales 'de toda la vida'.

Al final, el problema va a estar detrás de las puertas de los Palacios. Y en los cajones, cerrados con cien llaves, donde se esconden todos los secretos, y las miserias, de muchos. Que bien haría el futuro inquilino de Pío XII, 46, en abrir las ventanas. Y remar, por una vez, en sintonía con los vientos de Roma. De los actuales, no de los que algunos pretenden (el modo 'precónclave' también está instalado bajo las alfombras) auspiciar. ¿O es que el enemigo está en la Secretaría de Estado?