Encíclicas sociales
Papa Juan XXIII
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Mater et Magistra
II. (Puntualización y desarrollo de las enseñanzas sociales de los Pontífices anteriores)
Exigencias del bien común nacional e internacional
(78) Pero hay que advertir, además, que la proporción entre la retribución del trabajo y los beneficios de la empresa debe fijarse de acuerdo con las exigencias del bien común, tanto de la propia comunidad política como de la entera familia humana.
(79) Por lo que concierne al primer aspecto, han de considerarse como exigencia del bien común nacional:
facilitar trabajo al mayor número posible de obreros; evitar que se constituyan, dentro de la nación e incluso entre los propios trabajadores, categorías sociales privilegiadas; mantener una adecuada proporción entre salario y precios; hacer accesibles al mayor número de ciudadanos los bienes materiales y los bienes de la cultura; suprimir, o limitar al menos, las desigualdades entre los distintos sectores de la economía_agricultura, industria y servicios_;
equilibrar adecuadamente el incremento económico con el aumento de los servicios generales necesarios, principalmente por parte de la autoridad pública; ajustar dentro de lo posible las estructuras de la producción a los progreos de las ciencias y de la técnica; lograr, en fín, que el mejoramiento en el nivel de vida no sólo sirva a la generación presente, sino que prepare también un mejor porvenir a las futuras generaciones.
(80) Son, por otra parte, exigencias del bien común internacional: evitar toda forma de competencia desleal entre los diversos países en materia de expansión económica; favorecer la concordia y la colaboración amistosa y eficaz entre las distintas economías nacionales y, por último, cooperar eficazmente al desarrollo económico de las comunidades políticas más pobres.
(81) Estas exigencias del bien común, tanto en el plano nacional como en el mundial, han de tenerse en cuenta también cuando se trata de determinar la parte de beneficios que corresponde asignar, en forma de retribución, a los dirigentes de empresas, y en forma de intereses o dividendos, a los que aportan el capital.
Ver: Ocho grandes mensajes
BAC 1974
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Los interesados en la adquisición del libro de J. Ortega y Gasset pueden llamar al tf. 91 534 27 65. o escribir a:
fmargalloba@hotmail.com// En Madrid: Librería El Buscón Cardenal Silíceo 8. Semiesquina López de Hoyos 148
www.elbuscon.es
Mater et Magistra
II. (Puntualización y desarrollo de las enseñanzas sociales de los Pontífices anteriores)
Exigencias del bien común nacional e internacional
(78) Pero hay que advertir, además, que la proporción entre la retribución del trabajo y los beneficios de la empresa debe fijarse de acuerdo con las exigencias del bien común, tanto de la propia comunidad política como de la entera familia humana.
(79) Por lo que concierne al primer aspecto, han de considerarse como exigencia del bien común nacional:
facilitar trabajo al mayor número posible de obreros; evitar que se constituyan, dentro de la nación e incluso entre los propios trabajadores, categorías sociales privilegiadas; mantener una adecuada proporción entre salario y precios; hacer accesibles al mayor número de ciudadanos los bienes materiales y los bienes de la cultura; suprimir, o limitar al menos, las desigualdades entre los distintos sectores de la economía_agricultura, industria y servicios_;
equilibrar adecuadamente el incremento económico con el aumento de los servicios generales necesarios, principalmente por parte de la autoridad pública; ajustar dentro de lo posible las estructuras de la producción a los progreos de las ciencias y de la técnica; lograr, en fín, que el mejoramiento en el nivel de vida no sólo sirva a la generación presente, sino que prepare también un mejor porvenir a las futuras generaciones.
(80) Son, por otra parte, exigencias del bien común internacional: evitar toda forma de competencia desleal entre los diversos países en materia de expansión económica; favorecer la concordia y la colaboración amistosa y eficaz entre las distintas economías nacionales y, por último, cooperar eficazmente al desarrollo económico de las comunidades políticas más pobres.
(81) Estas exigencias del bien común, tanto en el plano nacional como en el mundial, han de tenerse en cuenta también cuando se trata de determinar la parte de beneficios que corresponde asignar, en forma de retribución, a los dirigentes de empresas, y en forma de intereses o dividendos, a los que aportan el capital.
Ver: Ocho grandes mensajes
BAC 1974
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