Globalizacion
Globalización, empleo y
desigualdad salarial.
La utopía de los mercados libres
globales
I. Para una definición de la globalización
Este texto quiere analizar cómo incide la globalización en el desempleo y la desigualdad. El término ocupa un lugar central en las ciencias sociales y en el debate político de hoy. Es un concepto-maletín que acoge en su interior una pluralidad de definiciones, teorías, fenómenos, imágines y funciones, que no siempre coinciden entre sí.
Esta diversidad obliga a concretar la forma en que vamos a utilizar este concepto, para buscar su relación con el empleo y la desigualdad salarial. Nuestra definición se basa en dos ideas. La primera es que, la globalización es una de las consecuencias de la modernidad. La segunda es que estamos ante el intento de configurar una forma de interconexión mundial basada en las políticas económicas neoliberales.
1.1. La globalización consecuencia de la modernidad
Durante el siglo XX, el proyecto de la modernidad ha sido llevado hasta sus últimas consecuencias. Algunos de sus pilares, como la idea de progreso, que movilizó al capitalismo y a sus oponentes en el siglo XIX y una parte importante del XX, ha sufrido un fuerte desgaste. A su vez en este período han experimentado un gran impulso dos aspectos claves de la modernización.
El primero es la occidentalización, que al ser conquistadora, expansiva y presentarse como exclusiva, ha posibilitado la interdependencia mundial. El segundo término es la expansión del comercio internacional, que ha integrado poblaciones y territorios antes poco conectados ante la ploriferación de los intercambios y la búsqueda constante de mercados potenciales. Esto ha creado el comercio mundial.
En el final del siglo pasado, caracterizado por Giddens como la modernidad tardía" o de "alta modernidad" se está llevando hasta sus últimas consecuencias esta lógica expansiva. De esta forma se puede afirmar que la globalización "es, esencialmente, modernización a escala planetaria.
Siguiendo con esta primera aproximación la globalización cobra su fuerza de la aparente sencillez de una imagen difundida por los medios de comunicación y que conecta con vivencias cotidianas de los ciudadanos. Y sugiere la existencia de un mundo único, con sociedades cada vez más interdependientes y convergentes en todos los aspectos de la vida, la política, la economía, la cultura y el medio ambiente.
Esta interconexión ha sido facilitada e impulsada históricamente por los avances tecnológicos en general, y por los progresos de los medios de transporte y comunicación en particular(el primer derecho natural formulado por Francisco de Vitoria es el ius communicationis=derecho a entrar en comunicación con los demás.
Hay que dejar claro que las formas concretas que la interconexión citada ha ido adoptando no han estado prefijadas de antemano por una lógica inexorable que nos ha llevado hasta la situación actual. No se puede ser partidario de las explicaciones que consideran al capital como la única fuerza motriz que ha conducido el proceso y que en su desarrollo ha ido utilizando al margen de las demás construcciones sociales.
Estamos ante un viejo problema heredado de la tradición de las ciencias sociales del siglo XIX: la interpretación de la modernidad desde una sola fuerza motriz. El capital sería esa fuerza, el mecanismo principal y único que nos conduciría a la globalización. Ideas como que el capital no tiene patria, o que tiene su propia lógica que hace contingente todo lo demás, incluso al mismo Estado, o que los Gobiernos son una prolongación de los intereses del capital transnacional, están en esta corriente y en la base de muchas de las interpretaciones del proceso de la globalización.
Pero como todo proceso histórico, auque tenga condicionantes estructurales, es contingente y como toda realización humana puede ser modificada.
Ver: Carlos Vaquero: Globalización, empleo y desigualdad
salarial. La utopía de los mercados libres globales
En Trabajo, derechos sociales y globalización Talasa Ediciones 2000.