Laudato Si' . Carta encíclica del Papa Francisco

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sobre el cuidado
de la casa común Capítulo Primero


Lo que le está pasando
A nuestra casa


V. INIQUIDAD PLANETARIA

Iniquidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera "deuda ecológica", particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países.

Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre. Especialmente hay que computar el uso del espacio ambiental de todo el planeta para depositar residuos gaseosos que se han ido acumulando durante dos siglos y han generado una situación que ahora afecta a todos los países del mundo.

El calentamiento originado en el enorme consumo de algunos países ricos tienen repercusiones en los lugares más pobres de la tierra especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos.

A esto se agregan los daños causados por la exportación hacia los países en desarrollo de residuos sólidos y líquidos tóxicos, y la actividad contaminante de empresas que hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les aportan capital: "Constatamos que con frecuencia las empresas que actúan así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo.

Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas reservas naturales que ya no se pueden sostener".

(Ver: Obispos de la Región de Patagonia-Comahue en Argentina: Mensaje de Navidad 2009).

52. La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrllo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pueblos del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso.

Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver esta deuda limitando de manera importante el consumo de energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible. Las regiones y los países más pobres tienen menos posibilidades de adoptar nuevos modelos en orden a reducir el impacto ambiental, porque no tienen la capacitación para desarrollar los proyectos necesarios y no pueden cubrir los costos.

Por eso, hay que mantener con claridad la conciencia de que en el cambio climático hay responsabilidades diversificadas y, como dijeron los Obispos de los Estados Unidos, corresponde enfocarse "especialmente en las necesidades de los pobres, débiles y vulnerables, en un debate a menudo dominado por intereses más poderosos"(Conferencia de los Obispos Católicos de Los Estados Unidos). Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalizacón de la indiferencia.

Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco
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