Laudato Si.'Carta encíclica del Papa Francisco

scristpan class="imagen">


sobre el cuidado
de la casa común


Lo que le está pasando

A nuestra casa


CAPITULO CUARTO

III. ECOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA

152. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales sólo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia.

La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias.
Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar. Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos, "en el caso que se deba proceder a su traslado, y para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamiendos dignos e implicar directamente a los interesados".

Al mismo tiempo, la creatividad debería integrar los barrios precarios en una ciudad acogedora: ¡"Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en un diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!"

153. La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de muchos sufrimientos para los habitantes. En las ciudades circulan muchos automóviles utilizados por una o dos personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la trama humana.

Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar el transporte público. Pero algunas medidas necesarias difícimente serán pacíficamente aceptadas por la sociedad sin una mejora sustancial de ese transporte, que en muchas ciudades significa un trato indigno a las personas debido a la aglomeración, a la incomodidad o a la baja frecuencia de los servicios y a la inseguridad.

154. El reconocimiento de la dignidad peculiar del ser humano muchas veces contrasta con la vida caótica que deben llevar las personas en nuestras ciudades. Pero eso no debería hacer perder de vista el estado de abandono y olvido que sufren también algunos habitantes de zonas rurales, donde no llegan los servicios esenciales, y hay trabajadores reducidos a situaciones de esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida más digna.

155. La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano de la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que "existe una "ecología del hombre" porque "tambien el hombre tiene una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. En esta linea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y demás seres vivientes.

La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común. Mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se trasforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana.

También la valoración del propio cuerpo en su feminidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra de Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda "cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma".

Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco
Volver arriba