Teología de J. Ortega y Gasset.. Evolución del cristianismo



Capítulo Sexto

Teología Social y Educativa

La pedagogía individual no tiene futuro

De lo dicho antes Ortega concluye que todo individualismo es anticiéntífico, por tanto, la pedagogía individualista es un proyecto sin futuro. En una mirada restrospectiva observa el escaso influjo que el maestro ejerce sobre el discípulo. A pesar de que pasa varias horas al día junto a él, éste las considera ajenas a su vida integral y espontánea.

En cambio, nuestro gran filósofo veía en el modo de pensar moderno una renovación más acorde con los ensayos de Platón, para quien los alumnos eran parte de su familia. De hecho su discípulo Aristóteles vivió veinte años junto a él en Megara.
Este hombre, Platón, ha sido el mayor genio en el tema educativo. Su pedagogía parte del principio de que hay que educar la ciudad para poder educar al individuo. Por eso "Su pedagogía es pedagogía social".

Los pedagogos insisten hoy en esto y conceden mucha importancia a la influencia de la sociedad disociada, de la televisión y otros medios de comunicación descontroladas, como factores que repercuten muy negativamente en la educación de niños, jóvenes e incluso de los adultos como ciudadanos. De ahí la urgencia de que estos mejoren.

Pestalozzi, otro gran genio de la pedagogía, renueva la idea de Platón, tal vez sin haberlo leido, y satisface el pensamiento de Ortega al respecto. La escuela es para el pedagogo suizo sólo un momento de la educación: "la casa y la plaza pública son los verdaderos establecimientos pedagógicos".

Ahora se refiere Ortega a unos estudios decisivos publicados por uno de sus maestros en Alemania, Paul Natorp. "El concepto de pedagogía social significa el reconocimiento capital de que la educación está socialmente condicionada en todas sus direcciones esenciales, mientras por otra parte una organización verdaderamente humana de la vida social está condicionada por una educación conforme a ella de los individuos que la componen".

Si, como hemos dicho al principio de este capítulo, educación es por una parte la transformación de la realidad en una idea mejor que poseemos y si, por otra, la educación no ha de ser sino social, se concluye que la pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades. Esto se suele considerar política, lo que significa que de alguna manera la política se ha hecho pedagogía social y el problema del país es un problema pedagógico.

Hemos visto asimismo cómo el hecho social aparecía cuando buscando la realidad del individuo la encontrábamos únicamente en la conjunción y enlace con otros individuos, puesto que el interior de todos está hecho de materiales comunes. Esto es, "lo social es la combinación de esfuerzos individuales para realizar una obra común". Si no fueran esenciales al hombre estos elementos que solo comúnmente pueden lograrse, la sociedad no existiría y el mundo estaría habitado por solitarios que al pasar unos junto a otros no se sentirían, como les pasa a los árboles en el bosque.

Sin llegar a ese extremo es cierto que en los pueblos suele haber más desavenencias que en las ciudades, muchas veces por cuestiones territoriales ¿cómo hacer para lograr la unión que exige la transfomación de la sociedad? Ortega dice lo siguiente: lograd que un buen número de vecinos llegue a valorar los nuevos métodos de cultivar la tierra y que vean en la mejora científica de sus campos una obra de mucho porvenir y veréis cómo se unen en el trabajo para conseguir un mayor rendimiento.

De esta manera muchas de sus rencillas anteriores desaparecerán. Asimismo en otros ambientes de manera general, lograd que en las clases directoras del país haya un gran número de españoles activos en el campo de la ciencia y veréis cómo, aun discrepando en mil cosas, coincidirán siempre en que se trata de resolver los grandes problemas culturales.

Viene a desembocar así en el tema de la cultura, que no es otra cosa que producción de cosas humanas, es decir, trabajo. Es también hacer ciencia, hacer moral o arte. Las cosas hechas por el hombre, lo que éste produce son la medida de la cultura. Pero en un momento se lamenta y dice que ésta es la maldición de los españoles, "hemos perdido la tradición cultural...Sólo nos rigen y dirigen los apetitos individuales, los cambiantes humores sentimentales, las simpatías y antipatías de nervios.

Y como entre individuos los motivos de divergencia y antipatía son a la larga mayores que los de concordia y simpatía, he ahí nuestra nación en la actualidad disgregada en átomos: nuestra actividad se reduce a negarse unas personalidades a otras, unos grupos a otros, unas regiones a otras". No olvidemos que Ortega está hablando en 1910, porque alguno puede creer que habla hoy.

Hemos de cambiar esta manera de ser tan radical, decía. Salvémonos haciendo cosas más entrañablemente humanas. Para él, cultura es hacer lo que pueda salvar a la humanidad caótica que tenemos y a nosotros con ella. Luego, pensando en Pestalozzi ha visto que éste no quería decir otra cosa al hablar de educación del trabajo, que es a un tiempo educación para y por el trabajo.

La sociedad verdadera se forma así: un grupo de hombres que trabajan en una obra común, sienten la unidad de esa obra y nace en ellos la unanimidad. La comunidad o sociedad verdadera se funda en la unanimidad del trabajo. La comunidad del trabajo no es algo superficial, es comunión de los espíritus de los que en ella colaboran y llegará a ser cooperación (Pedagogía social I, 515-517).

Ver: Francisco G-Margallo: Teología de J. Ortega y Gasset. Evolución del cristianismo, Madrid 2012
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