La cigüeña sobre el campanario
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Capítulo XII
El secuestro de María Santísima
Jesús genética y socialmente es del pueblo-pueblo y es, a la vez y sobre esta base, la cumbre de la pobreza con Espíritu. Para esto, tiene que nacer de una mujer de los pobres. Sólo desde esta perspectiva se comprende con profundidad el misterio de Jesús.
Un día se le acercó un teólogo (Mateo 8, 19) _para Lucas 9, 57 simplemente "uno"_ y le dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas".
La respuesta de Jesús tiene dimensión social histórica (y no ascético-religiosa como se ha supuesto inconscientemente): "Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos, pero el hombre (el ser humano) no tiene dónde reclinar la cabeza"(Mateo 8, 20; lucas 9, 58)
Los negros de América lo han comprendido bien y lo han reflejado en uno de sus "espirituales":
Las zorras tienen guaridas en el suelo
y los pájaros en el aire.
Cada bestia tiene su escondrijo;
pero nosotros, pobres pecadores, no tenemos nada.
Seguir a Jesús es entrar en el mundo de los pobres, no por una decisión ascética o espiritual, sino por una opción histórica y real. Porque Jesús es "el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón", y sus hermanas están en Nazaret, entre la gente (Marcos, 6, 5).
San Pablo, exhortando a los cristianos de Corinto a ser generosos en la colecta de solidaridad con la comunidad pobre de Jerusalén, les dice: "Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza" (2 Cor., 8,9).
La riqueza de Jesús de que aquí habla Pablo se refiere al misterio de su trascendencia, de aquella "condición divina" a que alude el himno incluidos por Pablo en la carta a los Filipenses (2, 6). Como hombre, Jesús no se hizo pobre, sino que "fue" pobre. Y el factor condicionante para esto consistió en ser su madre la "señá" María, la bendita entre todas las mujeres, esta es raiz y entraña de la totalidad del evangelio, de la "buena noticia" para los pobres.
Jesús, verdadero hombre y Mesías de los pobres. Este es el misterio de Dios. Y María está imbricada en la médula de este sacramento, que es el evangelio.
Los cristianos tenemos el convencimiento, vivo, cordial, anclado en nuestra fe hondamente, de que María es el número uno, incomparablemente, en la participación de la gracia salvadora de Jesucristo. Pero también aquí nos encontramos con la paradoja evangélica.
Ver: JM. Diéz Alegría, Rebajas teológicas de otoño Desclée de Brouwer 1980.
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Capítulo XII
El secuestro de María Santísima
Jesús genética y socialmente es del pueblo-pueblo y es, a la vez y sobre esta base, la cumbre de la pobreza con Espíritu. Para esto, tiene que nacer de una mujer de los pobres. Sólo desde esta perspectiva se comprende con profundidad el misterio de Jesús.
Un día se le acercó un teólogo (Mateo 8, 19) _para Lucas 9, 57 simplemente "uno"_ y le dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas".
La respuesta de Jesús tiene dimensión social histórica (y no ascético-religiosa como se ha supuesto inconscientemente): "Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos, pero el hombre (el ser humano) no tiene dónde reclinar la cabeza"(Mateo 8, 20; lucas 9, 58)
Los negros de América lo han comprendido bien y lo han reflejado en uno de sus "espirituales":
Las zorras tienen guaridas en el suelo
y los pájaros en el aire.
Cada bestia tiene su escondrijo;
pero nosotros, pobres pecadores, no tenemos nada.
Seguir a Jesús es entrar en el mundo de los pobres, no por una decisión ascética o espiritual, sino por una opción histórica y real. Porque Jesús es "el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón", y sus hermanas están en Nazaret, entre la gente (Marcos, 6, 5).
San Pablo, exhortando a los cristianos de Corinto a ser generosos en la colecta de solidaridad con la comunidad pobre de Jerusalén, les dice: "Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza" (2 Cor., 8,9).
La riqueza de Jesús de que aquí habla Pablo se refiere al misterio de su trascendencia, de aquella "condición divina" a que alude el himno incluidos por Pablo en la carta a los Filipenses (2, 6). Como hombre, Jesús no se hizo pobre, sino que "fue" pobre. Y el factor condicionante para esto consistió en ser su madre la "señá" María, la bendita entre todas las mujeres, esta es raiz y entraña de la totalidad del evangelio, de la "buena noticia" para los pobres.
Jesús, verdadero hombre y Mesías de los pobres. Este es el misterio de Dios. Y María está imbricada en la médula de este sacramento, que es el evangelio.
Los cristianos tenemos el convencimiento, vivo, cordial, anclado en nuestra fe hondamente, de que María es el número uno, incomparablemente, en la participación de la gracia salvadora de Jesucristo. Pero también aquí nos encontramos con la paradoja evangélica.
Ver: JM. Diéz Alegría, Rebajas teológicas de otoño Desclée de Brouwer 1980.
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