La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Recuerdos a Marx de parte de Jesús


Marx se subleva contra una sociedad-mercado, en que se compran y venden, la virtud, el amor, la conciencia, el honor, la ciencia y la opinión: Vino al fin el tiempo en que todo lo que los hombres habían considerado como inalienable, se convirtió en objeto de cambio, de tráfico, y podía venderse

Es el tiempo en que las cosas mismas que hasta entonces eran comunicadas pero nunca permutadas; dadas pero nunca vendidas; adquiridas, pero nunca compradas _virtud, amor, opinión, ciencia, conciencia, etc._ en que todo, en fin, entró en el comercio. Es el tiempo de la corrupción general, de la venalidad (lo vendible) universal". (Miseria de la filosofía, 1847).

"La forma precio no sólo admite la posibilidad de una divergencia cuantitativa entre el precio y la magnitud del valor, es decir, entre esta última y su expresión monetaria, sino que puede entrañar además una contradicción absoluta, de suerte que el precio cesa totalmente de expresar valor, a pesar de no ser el dinero sino la forma valor de las mercancias. Cosas que en sí mismas no son mercancías, como, por ejemplo, el honor, la conciencia etc., pueden convertirse en venales y adquirir así por el precio que se les da la forma mercancia" (El Capital I, 1867).

En el capitalismo el hombre queda esclavizado al dinero. Por eso se opone Marx a él. "La tesis principal (de la economía política capitalista) es la renuncia a la vida y a las necesidades humanas. Cuanto menos comas, bebas, compres libros, acudas al teatro, a los bailes y al café, y cuanto menos pienses, ames teorices, cantes, pintes, practiques la esgrima, etc., más podrás ahorrar y mayor será tu tesoro que ni la polilla ni la herrumbre detoriarán: tu capital.

A medida que sean menos, que expreses menos tu propia vida, tendrás más, más enajenada estará tu vida y más economizarás de tu propio ser enajenado. Todo lo que el economista te quita en forma de vida y de humanidad, te lo devuelve en forma de dinero y de riqueza. Y todo lo que no puedes hacer, tu dinero puede hacerlo por tí (...) Pero, aunque puede hacer todo ésto, sólo desea crearse a sí mismo y comprarse a sí mismo, porque todo lo de más le está sometido" (Manuscritos, 1844)

En la economía capitalista, el hombre queda subordinado al capital y perece o se deshumaniza: "El desprecio de los hombres aparece y se manifiesta por la dilapidación de bienes que podrían alimentar cien vidas humanas _o también en la infame ilusión de que su prodigalidad desenfrenada y su consumo incontrolado, improductivo son la condición para que haya trabajo y consiguientemente la subsistencia de los demás. La riqueza no conoce la realización de las facultades humanas sino en tanto que realización de su nada, de su capricho y de sus ideas arbitrarias".(Manuscritos, 1844).

Marx se preocupa de la liberación de los obreros de su tiempo, cuyas condiciones de vida nos son conocidas por la historia. (El problema, a nivel mundial, sigue planteado en la actualidad). "Ciertamente, el trabajo produce maravillas para los ricos, pero para el trabajador, produce la desnudez. Produce palacios, pero para el obrero sólo hay tugurios. Produce belleza, pero para el obrero hay enfermedad.

Reemplaza el trabajo por las máquinas, pero rechaza a una parte de los trabajadores hacia un trabajo bárbaro y transforma a la otra parte en máquinas. Produce el espíritu, pero para el obrero es el embrutecimiento, el cretinismo". (Manuscritos 1844)
ver: JM. Díez-Alegría, Rebajas teológicas de otoño
Edit. Desclée de Brouver
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