"¡Somos ricos, tenemos comida! Podemos y debemos invitar a todos al convite de la vida" Xabier Pikaza: "Ostentosamente mostramos nuestro gran derroche, pero cerramos las puertas y los puertos"
Puertas cerradas, corazones secos. Tema político, económico, social y personal
"¿Qué podemos dar y no damos los occidentales ricos? ¿Qué podemos dar como iglesia, como creyentes, como humanos?"
Domingo 22. Tiempo ordinario. Ciclo C. Lc 14. 1. 7-14. ¿Qué podemos ofrecer? ¿Qué tenemos para invitar? ¿Qué nos ofrecen ellos? Pasar de las puertas cerradas a los corazones abiertos.Este evangelio nos pone ante un tema sorprendente: ¡Somos ricos, tenemos comida!
Podemos y debemos invitar a todos al convite de la vida: Que vengan y comas los subsaharianos, los pobres del mundo, en caravanas de tierra o pateras de mar…
Pero en conjunto nos cerramos… Tenemos comida, nos sobra…, y así ostentosamente mostramos nuestro gran derroche, pero cerramos las puertas y los puertos, ponemos ejércitos y vallas, para que nadie venga… Que nos vean comen, pero que no vengas, cerramos la muerte.
Este es un evangelio sorprendente:
¿Qué podemos dar y no damos los occidentales ricos? ¿Qué podemos dar como iglesia, como creyentes, como humanos. Aquí en occidente somos ostentosos, tenemos y guardamos; somos ricos, decimos, porque lo hemos trabajado y no podemos malgastarlos con vagos y maleantes pobres que vienen del hambre o de la guerra (por su culpa…).
¿Qué puedan darnos ellos, los hambrientos de comida, quizá ricos de humanidad, pues nosotros la hemos perdido). Pero quizá somos nosotros los más pobres… Tenemos y no damos y así lo perdemos (nos perdemos). Ignoramos que ellos pueden darnos otras cosas quizá más importantes,…?
¿Qué puede hacer la Iglesia? Este es una palabra de política y economía, pero es ante todo una palabra de evangelio, es decir, de Dios, de la persona. En este campo se juega al futuro de las vida los hombres, no sólo de aquellos a quienes no invitamos a nuestro banquete, sino nuestro futuro de ricos de dinero y pobres de humanidd.
Texto. Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Y dijo al que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.
Comentario reflexivo
La liturgia sigue haciendo que leamos y comentemos el evangelio de Lucas y lo hace un de un modo insistente, volviendo una y otra a vez a los temas de pobreza. Para sorpresa de muchos, habla poco de Dios en sí y muchos de primeros y últimos, de ricos y pobres, de comidas (¡e incluso de vestidos!). Así quiero leerlo, sabiendo que “entre esos pucheros” también anda está Dios (o, sobre todo, anda Dios). Pondré en cursiva el evangelio, en redonda el comentarios (destacando algunas cosas con negrita).
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales de los fariseos. para comer (=comer pan), y ellos le estaban espiando.
Posiblemente hay un recuerdo histórico: Jesús se dejaba invitar, compartía muchas cosas con los fariseos, que aparecen de esa forma, básicamente, como amigos, aunque el texto diciendo que ellos (autoi) le estaban espiando. Se trata, por tanto, de una amistad discutida, como todo el texto muestra. El fariseo y los espías empiezan pareciendo extraños a la Iglesia. Pero después, sin darnos casi cuenta, descubrimos que nosotros somos ellos. Entre fariseos (entre nosotros) andaba Jesús. Claro ya queda que Jesús no era un “purista”, ni un radical en sentido negativo. Es capaz de comer con gente con la que no está totalmente de acuerdo.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Hay una ironía de base: El convite del fariseo (que debía ser espacio y tiempo de fraternidad, para romper distancias, para hablar todos con todos) se vuelve convite que marca las jerarquías sociales. Ciertamente, es importante la comida, pero más importante parece aún aquí. Da la impresión de que algunos no van a comer (¡han comido suficiente en casa!), sino a que se les vea por encima de otros, en la escala farisea de la vida.
El texto nos sitúa ante una carrera de honores: los puestos en la mesa del mundo marcan las diversas clases sociales, dentro del continuo alimenticio, donde el Rey León ocupa el primer puesto y luego van bajando en la escala los diversos animales… En esta mesa se disputan los puestos a codazos. Es la vida. La mesa del mal convite.
Han venido a espiar a Jesús (para ver si cura en sábado, para ver cómo come…). Pues bien, también Jesús espía o (si queréis) se pone a mirar y advierte lo que pasa. Está en un buen observatorio. Ve la pirámide de los puestos sociales y da un consejo: “Cuando te conviden a una boda…”. La respuesta de Jesús… puede entenderse en sentido evangélico (de verdadera humildad).
Pero también puede entenderse en sentido “hipócrita”, es decir, como expresión de pura sabiduría popular: Yo no me pongo en el primer puesto para que me ponga allí el amor. Por eso, hay que entenderla como parábola, como una comparación para pensar. La pudo decir Jesús. Pero no hace falta que la dijera él. Esa parábola es común en muchos pueblos; es sabiduría popular.
El que se enaltece será humillado…
Ésta es una sentencia sabia de toda la tradición israelita y también de otros pueblos. Jesús la ha podido asumir, evidentemente, pero no recoge su enseñanza más profunda…
Y dijo al que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.
Ésta es la enseñanza propia de Jesús. Ante ella quiero pararme un momento, marcando algunos de sus rasgos. Jesús está hablando al fariseo rico, que descansa el día del sábado y que tiene medios para “invitar”. Le pide que rompa el círculo del “buen talión” (invito a los que me invitan, creando así un mundo de buenas relaciones…), para invitar a los de fuera, a los que no cuentan, a los que no pueden responder… De esa forme abre un camino de gratuidad…Invita a los pobres y enfermos: es decir a los que no son limpios según los cánones de la pureza farisea, a los que no tienen traje de fiesta.
Cuando des una comida… Cuando invites. El texto es de gran riqueza, habla de comida (ariston), cena (deipnon), banquete (dojên….), como para indicar diversos tipos de invitaciones, no sólo a la comida como tal, sino a la comida como tiempo largo de conversación y de diálogo, de acogida en la casa y de solidaridad familiar… Antes ha hablado de bodas (¡cuando te inviten a unas bodas…!), porque ellas solían ser en aquel contexto la ocasión fundamental para los banquetes. Ahora amplia el abanico de comidas y habla de todo tipos de reuniones sociales en torno a un tipo de comida.
Ciertamente, el texto trata de comidas… pero más que de puras comidas materiales trata de relaciones sociales… En aquel tiempo, para mucha gente pobre, un banquete era un sueño, el sueño de la vida…¡Una vez comí!. Para muchos de nosotros, de la franja rica del mundo, la comida material no importa tanto. Pero el tema de fondo sigue siendo esencial. Jesús está tratando de mostrar lo que es una nueva familia, que se va creando en torno a un nuevo tipo de banquete, el banquete de la vida compartida.
Invita a los pobres, lisiados, cojos, ciego… Éstos son los que no pueden, por desgracia (falta de fortuna), por injusticia o por enfermedad… (o quizá por vagancia). No pueden, no tienen. Invítales al banquete de la vida: abre tu casa para ellos: ten tiempo para ellos, el tiempo del sábado, pero de tal forma que toda la semana se vuelva así sábado, tiempo y espacio de acogida.
¿Qué tienes para invitarles? El Papa Benedicto XV, en su libro sobre Jesús de Nazarte, dice de manera impresionante que el mundo occidental solo puede dar (sólo ha dado muchas veces, y mal) una comida externa. En esa línea se sitúa la parábola de Jesús: trata del “pan” (¡Jesús fue a comer pan a casa del fariseo!), pero habla también de todo lo que está vinculado con las relaciones humanas. Habla de apertura y acogida, de cultura, y de afecto y conversación… Habla no sólo de “ser”, sino de “tener”, pero de un tener para invitar, para acoger, para acompañar…
La Iglesia. ¿Invitar sólo a comer….? Éste es el tema: si nosotros, hoy, podemos invitar, si nuestra invitación es gozosa y atrayente… El tema puede referirse a nuestras eucaristías: la Iglesia invita… ¿invita a los pobres? ¿sabe ofrecer de verdad? ¿cómo lo ofrece? Gran parte de la humanidad pasa hoy de largo ante lo que ofrecemos, quizá porque no ofrecemos de corazón, quizá no ofrezcamos lo que dice y quiere Jesús.
Porque no podrán pagarte… o te pagaran de otra manera, porque los más pobres son los que más dan…Se trata de superar el sistema de cambio e intercambio, de hacer un mundo donde la vida sea gratuidad… Se trata de dar por generosidad: de abrir la casa y lo que tiene, con su comida y conversación… con toda la humanidad.
Te lo devolverán en la resurrección de los justos, pero no sólo al final de los tiempos, sino aquí en este mundo… De modo sorprendente, este pasaje presenta que estos cojos-mancos-ciegos como justos, a los que vienen del hambre y de la guerra, de otras tierras y costumbre…… Aquí, la resurrección de los justos está indicando el camino del Reino, la nueva forma de vida que puede ir surgiendo en el camino de Jesús… y, evidentemente, la resurrección final.
Algunas cuestiones abiertas: No cerrar la puerta, sino invitar
Este pasaje, tan sencillo, nos sitúa ante los temas básicos de la vida humana, temas que no tienen respuesta fácil. Por eso los planteo como interrogantes abiertos:
¿Qué puede ofrecer el llamado mundo rico…? ¿Qué puede ofrecer el llamado mundo pobre, los pobres de pan, de tierra y casa? ¿Nos pueden ofrecer una riqueza, un temple de vida, una esperanza?
¿Habrá que buscar buenos vestidos para el banquete? ¿Qué vestidos? ¿Los de la fe en Dios, los de la humanidad, los de la riqueza de corazón y la ternura?
Éste es un tema político, un tema eclesial, un tema persona…