No matarás para comer... Programa de vida, ideal vegetariano de la Biblia
El 31.1.23, el Instituto Teológico de Murcia OFM,se celebra una jornada sobre la paz integral de la creación. Conforme a su programa (cf. imagen), participo en la mesa redonda, desarrollando el tema de la paz según Gen 1-2.
Destacaré el gozo cósmico, con la alegría de la vida (varón y mujer), insistiendo en el "mandato" de no matar para comer, conforme al ideal vegetariano del principio del Génesis.
En contra del primer mensaje de la Biblia,los hombres rompimos desde antiguo (y seguimos rompienco actualmente) ese ideal, pues empezamos a matar y matamos sin piedad y sin conciencia a millones de animales, para así alimentarnos de sangre y acabar matándonos unos a los otros.
Para tener una visión inicial del tema puede verse el esquema que sigue o pasar por Mucia OFM el 31.Para una visión de fondo véase mi libro Antropología Bíblica, cap. 1. Buen día a todos.
En contra del primer mensaje de la Biblia,los hombres rompimos desde antiguo (y seguimos rompienco actualmente) ese ideal, pues empezamos a matar y matamos sin piedad y sin conciencia a millones de animales, para así alimentarnos de sangre y acabar matándonos unos a los otros.
Para tener una visión inicial del tema puede verse el esquema que sigue o pasar por Mucia OFM el 31.Para una visión de fondo véase mi libro Antropología Bíblica, cap. 1. Buen día a todos.
| X.Pikaza
Gen 1, 1-2, 4b. Vio Dios que todo era bueno. Gran
Este capítulo parece obra de un liturgista o celebrante cósmico que insiste en la armonía del hombre con la naturaleza entendida como obra de un Dios bueno que va creando las cosas por placer, por el gozo de que existan; por eso las mira y dice que son buenas (tob-tobim): hermosas, agradables, armoniosas.
Dios y el mundo. Visión de conjunto(Gen 1, 1-25)."En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y vacío, las tinieblas cubrían la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas...". Siga leyendo el lector, hasta Gen 1, 25, destacando los momentos principales del relato.
Dios, Siete Palabras (Gen 1, 25). No podemos definir a Dios, pues no tiene fines y toda definición implica finitud. Pero sabemos que se expresa en forma de Palabra, diciéndose a sí mismo. En esa línea podemos decir que la ecología sólo tiene sentido como experiencia abierta a la palabra, a la comunicación en la que todos los seres se comunican con Dios y entre sí.
Espacio y tiempo: siete días, siete realidades. Este relato se despliega en torno a dos ejes o planos, uno temporal (siete días) y otro espacial (siete realidades, desde la luz primera hasta el hombre y el sábado). El sentido del mundo no lo constituye un tipo de unidad superior (un Todo dictatorial), sino la armonía de esos "siete círculos" dobles del cosmos, entrelazados, formando un equilibrio en la diferencia: como los colores de la luz o los sonidos de la música (sinfonía del arco-iris, concierto polifónico), como los días de la semana y los planetas del cielo. De esa forma, vistas en su unidad y diferencia, las cosas (luz, aguas y tierra, estrellas, aire y mar, con pájaros y peces, animales y hombres...) son valiosas y sagradas, siendo diferentes.
Equilibrio de bondad. La armonía del cosmos está hecha de multiplicidad y equilibrio. No se puede hablar de una cosa que domine a las demás, porque la unidad está hecha de acuerdos y convenios de valor-belleza. Por eso se dice que Dios "miró las cosas y vio que eran tob”,es decir, buenas. En este gozo del Dios creador que se expresa en la bondad de las cosas múltiples se funda toda ecología, como dice otro texto de la Biblia: "Tú compadeces de todos los seres, porque todo lo puedes. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa no la habrías creado. ¿Cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?" (Sab 11, 22-12, 1).
Principios.
- Gen 1, 26-31. Ecología humana, Hombre en el mundo:"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...". El hombre forma parte del sexto día de la creación, lo mismo que los vivientes superiores (fieras del bosque, animales domésticos y reptiles: Gen 1, 23-25). La ciencia puede afirmar que los hombres son una especie más entre los vivientes. La Biblia, en cambio, sabe que hombres y animales habitan en un mismo espacio vital, pero añade que sólo los hombres son signo de Dios y tienen responsabilidad sobre el mundo y en concreto sobre los animales:
- Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen…Hombre como imagen y presencia de Dios en el mundo, para crear armonía y mantener la obra de Dios. Ciertamente, el mundo tiene su propia armonía superior, pues las cosas eran en sí mismas ya buenas, antes que el hombre surgiera. Pero, en otro sentido, todo existe en relación al hombre, es decir, a su servicio, en armonía universal
- Y domine sobre peces y aves, cuadrúpedos y reptiles(1, 26).Este no es un “dominio despótico” (usar y abusar, ius utendi et abutendi) El Génesis no hace al hombre un déspota que puede utilizar a su capricho la vida de plantas y animales, sino rey pacificador, organizador, delegado de Dios para cuidar su creación, para que todo pueda existir en armonía, siendo cada uno lo que es. El hombre bíblico no es (como Rey León) un ser más fuerte que impone su paz pretendidamente superior, pero hecha de violencia sobre otros animales que parecen inferiores (hienas o ratas), sino un rey-amigo, que puede expandir una vida de amistad sobre la tierra, en la línea del Rey-Cordero enamorado de Ap 21-22.
- Poner nombre a los animales es “domesticarlos” (no domarlos), es hacerlos compañeros que de alguna manera “convivan” con los hombres, no en pura igualdad, pues carecen de palabra, pero sí en respeto. Ponerles nombres significa en su espacio de palabra y comunicación. Eso significa que los animales, pero que los animales no están solos con los hombres que les llaman y les habla
- Varón y hembra los creó(1, 27). Hasta ahora, el humano (en hebreo ha-adam) aparecía, como ser individual y colectivo, en sentido abarcador. Pues bien, Dios mismo hace que surja en él la dualidad sexual, que no es un simple hecho biológico (como parece en los animales), sino un don personal, don sagrado, pues se enraíza en el mismo Dios: "a imagen de Elohim (=lo divino) lo creó (al humano), varón y hembra los creó (a los humanos)". Ahora Dios dice "hagamos" y así, en diálogo, suscita a varones y mujeres. No hay primero varón, ni primero mujer, sino varones y mujeres. En el origen de toda ecología está el diálogo fundante del varón y mujer en cuanto iguales y complementarios, brotando de un mismo y único "hagamos" de Dios.
- Comida vegetariana
- Y les bendijo Dios y les dijo: Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla(1, 28). No se lo dice al varón por dominador, ni a la mujer por materna, sino a los dos. En el principio de la vida y acción humana no existen jerarquías de rango: A los dos a la vez se les manda que crezcan y se multipliquen(atribuyéndoles la fecundidad); y a los dos se les pide que llenen la tierra y la sometan (atribuyéndoles dominio sobre el mundo). La bendición de Dios se expresa según eso en la acción compartida de la fecundidad y del trabajo, que hace que los hombres puedan llenar toda la tierra, y no sólo un espacio breve de ella, con la bendición de su vida y su trabajo. Lógicamente, el hombre (varón y mujer) ha de ser signo de Dios, fuente de bendición (no destrucción ni maldición) para la tierra.
-Hombres y animales, compañeros de comida. Comida vegetariana (1, 29-30). La comida primordial de hombres y animales deberían ser las plantas que dan fruto de un modo espontáneo, sin tener que morir para volverse alimento, pues el alimento que ofrecen las plantas son los frutos. Hombres y animales se alimentan de un modo semejante, aunque on una diferencia básica:
(a) Los animales se alimentan de hierbas que la tierra produce de forma espontánea y que los animales se comen sin matarlas, pues las hierbas y ramas partes cortadas crecen de nuevo, sin que el pastizal o el árbol muera.
(b) Por el contrario, los hombres comen de los frutos de los árboles, frutos que les sobran; no matan animales para comer, son vegetarianos. No comen “vida en sí”, sino aquello que les sobre a las hierbas y los árboles.
(c) Los animales comen lo que da el campo, sin tener que trabajar… En cambio los hombres (como dirá Gen 2) tienen que cultivar el campo para comer frutos cultivados de árboles y plantas… Y tienen que cuidar animales, pero no matarles… Comen lo que les sobre, se visten de la lana que también les sobra.
Por eso, el hecho de que muchos animales sean carnívoros (alimentándose unos de otros, en proceso de violencia biológica) y de que unos animales vivan matando a los otros es para la Biblia un rasgo derivado, posterior. En principio no pudo ser así, ni podrá ser al final, como saben los profetas, pues se juntarán lobo y el cordero, alimentándose de hierba sobre el campo (Is 11, 2-9; 65, 25; cf. Ez 34, 25). La Biblia no ha querido presentar aquí ninguna lección de biología, pues parece que muchos animales (y hombres) han sido desde el principio carnívoros, sino un proyecto de reconciliación final de todos los vivientes.Al presentar las cosas de esta forma, nuestro autor eleva la más honda protesta contra la forma de existencia actual de un mundo en el que hombre y animales viven de la muerte (matándose y comiéndose unos a otros).
-- Conforme a esta visión, el hombre originario debía ser vegetariano: comía tallos o semillas de plantas (de trigo, centeno...) o frutas de los árboles (olivo, palmera, higuera, manzano...). Vivía en paz sobre la tierra, recogiendo lo que ella le ofrecía como madre buena que regala su leche al hijo agradecido para que así crezca y vivan todos. En este nivel, la Biblia supone que la comida de carne (sacrificio y derramamiento de sangre de animales) lleva en sí un elemento de violencia: no implica señorío del hombre sobre los animales, sino dictadura. En el principio hallamos un ideal de paz vegetariana para hombre y animales (leones y panteras, serpientes y lobos de Is 11, 1-9), de manera que todos los vivientes (cuadrúpedos, aves, reptiles) comerán la hierba verde, en paz con la vida de la tierra(Gen 1, 30). Históricamente, somos hijos de unos animales y unos hombres que han crecido y pervivido matando y comiendo (en sentido físico o simbólico) a otros animales y hombres. Pero las cosas no fueron, ni tienen que ser de esa manera para siempre. El camino del futuro, la verdadera ecología empezará en el momento en unos seres no tengan que matar a otros y en que todos (y en especial los más débiles) tengan posibilidades de existencia.
- Gen 2, 1-4b. Hombre y sábado. Trabajo y descanso
Según el texto anterior, el fin y meta de la creación era el hombre, dominando sobre los animales, como rey vegetariano. Pues bien, ahora, con el día séptimo, el fin de la creación y del hombre es el "sábado", entendido como descanso y plenitud de Dio "que bendijo Dios el séptimo día y lo consagró, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación".
Sábado. Tiempo de belleza, descanso, convivencia…El hombre no es un simple ser dlel mundo, un constructor herramientas que trabaja para imponerse sobre el conjunto de la realidad y para convertirse, con su poder, en medida y meta de todas las cosas (como ha dicho la cultura moderna). Según este pasaje, el hombre define más bien por la por la santidad del Sábado que es tiempo de belleza y alabanza, de armonía interior y descanso: Dios ha hecho a los hombres para que gocen y celebren la vida sobre el mundo.
- Pero el hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre… (como dirá Mc 2, 23-28).
La primera cultura del hombre es el sábado… El sábado está hecho para “descanso” de los hombres y de los mismos animales… y en el fondo para descanso de la misma tierra, como pone de relieve la tradición de los años sabáticos y “jubilares” (cf. Lev 25). Cada 7 años descansan las tierras, cada 70 dejan de ser propiedad perpetua de unos hombres.
De ese sábado de Dios en el mundo han tratado de un modo minucioso los rabinos de Israel, de manera que sus reflexiones, contenidas en la Misná y el Talmud constituye la expresión más intensa de la necesidad de un descanso de los hombres en Dios, de una ecología entendida como reconciliación de la naturaleza, de manera que cada año sabático (cada 7 años) y más aún cada año jubilar (cada 49 años) se repartan y compartan todos los bienes del mundo entre todos los hombres (cf. Lev 25). Esto significa que, por encima del despliegue del mundo, que tiende a cerrarse en los seis días de la creación presidida por el hombre, se extiende el sábado de Dios, que se expresa en la liturgia de gozo y alabanza del cosmos, que se une con el hombre para proclamar la fiesta de la creación y de la vida.
El hombre es imagen de Dios porque celebra el sábado, porque descubre y recrea cada siete días, con su propia vida, la armonía sagrada del tiempo (semana) y del espacio (cosmos), acompañando a Dios en el gesto radical de su trabajo (dirigiendo la vida de los animales, comiendo del fruto de las plantas) y de su descanso (de su gozo más hondo por el don de la creación). En un plano, los hombres están hechos para trabajar, como lo muestra el sexto día de la creación. Pero en un plano más alto ellos están hechos para descansar y contemplar: para participar del gozo de Dios que es la misma vida, la liturgia del amor fecundo.
- Los cristianos han identificado este Sábado de Dios con la vida, el amor, resurrección de Cristo, interpretándolo así de un modo evangélico: el sábado es la reconciliación y el perdón entre los hombres. Es evidente que esa opción tiene sus ventajas, pues está vinculada a la encarnación de Dios en un hombre que ha vivido al servicio de todos (Jesús), especialmente de los más pobres, superando las posibles fronteras del judaísmo histórico. Pero al decir que "el sábado ha sido creado para el hombre y no el hombre para el sábado", algunos cristianos han corrido el riesgo de olvidarlo, convirtiendo este mundo en lugar de puro trabajo y productividad, con vacación laboral, pero sin fiesta de gozo gratuito y alabanza para todos. La modernidad ha ido suscitando un mundo sin celebración, un tiempo sin sábado. De esa forma ha corrido el riesgo de quedarse anclada en la pura eficiencia productiva, sin más Dios que el capital (que no es creador), ni más palabra que la productividad económica, ni más fiesta que el mercado donde sólo compran los que puedan, mientras la mayoría de los hombres muere de hambre.
Gen 2, 4b-25. Paraíso de Dios, la perfección del hombre
El capítulo anterior (Gen 1, 1-2, 4a) presentaba la Edad de Oro con rasgos de fuerte equilibrio sagrado: el mundo está bien como está, es un conjunto de elementos, una armonía donde todo lo que existe (incluido el ser humano) tiene un sentido duradero. Pues bien, este nuevo capítulo define esa Edad de Oro como paraíso ecológico, un lugar donde todo es hermoso, pero se halla abierto al riesgo de la destrucción. Al interior de ese paraíso de plantas y animales, aparece el hombre como viviente no fijado que debe realizarse en libertad, decidiendo su sentido e introduciendo un riesgo en su vida y en el resto de las cosas.
Vivientes de estepa. Ecología del trabajo (2,4b-6). "Cuando Yahvé Dios hizo la tierra y los cielos, aún no había ninguna planta del campo sobre la tierra ni había nacido ninguna hierba del campo...". El texto anterior(Gen 1, 1-2, 4a) suponía que todo ha brotado de las aguas, a las que Dios dividía y limitaba, para que surgiera tierra seca. Parece que el hombre no debía trabajar, pues la tierra producía por sí misma su alimento. Pues bien, el nuevo texto, comienza en un desierto sin vegetación donde Dios y el hombre deben colaborar. Yahvé (=Jehová) Dios debe enviar el agua de la lluvia.
- Los hombres deben abrir pozos y canalizar el agua para el riego (cf. 2, 4b-6). Vivientes de estepa son los hombres, llamados a convertir el desierto en paraíso (huerto de plantas comestibles). En contra de una fácil ecología de países verdes, donde todo parece brotar por sí mismo, Gen 2-3 nos sitúa ante unos campos duros, dónde sólo el agua de la lluvia irregular y el riego humano permiten que surja un parque cultivado. Del desierto venimos, al desierto podemos volver, si no trabajamos a conciencia la tierra, para convertirla en jardín. Colaboran así ambos: Dios lloviendo, el humano trabajando. Frente a la ilusión de una buena tierra madre que tenemos que dejar como está (intocada, virgen), presenta nuestro autor la realidad de una tierra arisca, que debemos trabajar para que ofrezca frutos verdaderos. El hombre no ha sido un puro depredador de animales y plantas, sino también un trabajador que humanizar la tierra.
- Estepa y jardín. El humano, ser de frontera(2, 7). "Entonces Yahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida...". Hasta ahora, Dios no se había fijado en el mundo, ni había hombre (adam) para trabajar la adamah y transformar el yermo (shadeh) en jardín (gan): al principio sólo había estepa, con un vaho informe que brotaba de la tierra. Pues bien, Dios ha formado al hombre del polvo de esa estepa (tierra sin cultivo), para introducirlo después en un huerto. El hombre es alma viviente y la Vida (Hayya) pertenece a Yahvé (el Viviente).El hombre es un mestizo: es dura tierra y es gracia (aliento) de Dios. Por eso dice el texto que “vive”. Contra todo racionalismo, este pasaje eleva la certeza de que el hombre vive en el aliento de Dios. En un primer momento sólo había Dios y mundo, poder creador y tierra seca. Pero Dios ha sacado al hombre de la tierra y le ha infundido su aliento, para que sea representante del mundo ante Dios (adam de adamah) y delegado de Dios ante el mundo (alma que vive).
Un jardín para el hombre (2, 8-14), el hombre para el jardín que es para su nicho ecológico "Yahvé Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado...".No se dice cómo lo ha plantado, no tiene que decirse, aunque podemos suponer que lo ha hecho humedeciendo y regando la tierra con la lluvia y el agua de los ríos, para que así el polvo de la tierra se volviera barro o humus cultivable, para que la estepa pueda ser jardín florido. El Dios alfarero se vuelve hortelano o jardinero. Ciertamente, el hombre ha brotado de la tierra seca de la estepa (adamah), pero Dios ha hecho llover, le ha dado su aliento y le ha introducido en el jardín. En su entraña misteriosa, el hombre ya no es morador de desierto o montaña, ni salvaje del bosque o nómada del campo, ser perdido en los hielos o calores de la dura tierra, sino un cultivador de huerto, un viviente de cultura que cuida la tierra y goza de ella, un ser de ecología.
- 4. Este es un jardín gratuito, que se expresa ante todo en formavegetal. "Dios Hizo brotar en el Edén todos los árboles"... ¿Cómo? El texto no lo dice, pero están allí. Basta que miremos las tierras cultivados, los huertos feraces que se extienden desde Caldea hasta Egipto. Estamos ante el primer milagro: que este mundo duro pueda convertirse en jardín de felicidad para los hombres, lugar donde crecen árboles de abundancia y belleza, deseables a la vista (nehmad) y apetecibles para la comida(tob). Los árboles son lo más propio del jardín: ellos sacian el ansia de felicidad y ternura, de gozo y belleza, siendo, al mismo tiempo, buenos para comer. El texto anterior (Gen 1) nos decía que Dios miraba hacia las cosas y encontraba que eran buenas. Ahora son los hombres los que miran y descubren que los árboles son deseables-buenos, en una especie de gozo ecológico centrado en las plantas.
- 5. De la estepa (polvo) nacimos y al polvo volveremos (cf. Gen 3 19), pero en el centro queda este huerto, paraíso ecológico de vida y amor que Dios quiso (quiere) ofrecernos, en la fuente de los bosques y las aguas primordiales. Este es un jardín de contemplativos y vegetarianos: de seres que han nacido para saciar sus deseos de conocimiento, comida y belleza, pues el oro y las piedras pertenecen al plano del adorno, del arte gozoso, más que al comercio centrado en la lucha económica. Este es un huerto de riqueza, lugar de oro y piedras preciosas, campo de abundancia, casa donde los hombres tienen todo aquello que desean (comida, perfumes, belleza…).
- 6. El hombre en el jardín. Ley ecológica (Gen 2, 15-17). "Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara. Y mandó Yahvé Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás". Estamos asentados en las manos (en el seno) de una tierra buena, de un mundo positivo (que nos alimenta con sus frutos). No somos dueños del jardín: no lo podemos manipular a capricho, haciéndonos señores del bien y el mal, pues si lo hiciéramos correríamos el riesgo de matarnos, iniciando una dinámica de muerte sin fin. Pero hombres cultivarlo ('abad) y guardarlo (shamar). El hombre es un ángel guardián del huerto cósmico de Dios, encargado de cuidar y proteger sus riquezas.
En este contexto se sitúa la ley del jardín, que marca y define la tarea del hombre. Las cosas existen sin saberlo, están ahí. El hombre, en cambio, no está sin más, sino que debe estar, descubriendo y cumpliendo una ley que se encuentra vinculada en principio a la comida (comerás, no comerás). El mandato de Dios traza un camino de gozo, pero marca también una frontera. El hombre puede disponer del huerto, pero no es dueño absoluto ni arbitrario, sin regla o control, de las cosas. Por eso escucha una palabra superior que es positiva (puedes comer todo...) y negativa (pero del árbol del bien-mal no comerás...). Esta palabra, que viene de Dios, surgiendo de la misma entraña del hombre, en un proceso de maduración y enriquecimiento social, define al Adam como ser religioso y arriesgado y puede interpretarse como una ley ecológica.
Jardín de libertad…Podemos matar la vida y matarnos
Éste es un jardín de vida hermosa, pero arriesgada.: El hombre no puede (=no debe) comer del fruto del bien y del mal, no puede ni debe matar el jardín, pues se mataría a sí mismo. Ciertamente, el proceso científico y económico, político y social de la modernidad ha tenido muchos valores. Pero, al mismo tiempo, tal como ha venido a culminar en el sistema dominante, los gestores de ese proceso han querido “comer la fruta del bien y del mal”, adueñándose de un modo dictatorial de los recursos de la tierra, corriendo el riesgo de mancharla y destruirla. Dios quiere que el hombre sea un ser moral, capaz de reconocer la diferencia entre lo que puede y lo que debe, pues si hiciera todo lo que puede, dominando sobre el mundo, por encima del bien y del mal, se negaría a sí mismo. Un adam que pretenda comer (probar, dominar) todo lo que existe acaba deshaciendo su huerto y matándose a sí mismo. Por eso, el no-comas de Dios es un mandato creador y ecológico.
- Paraíso y compañía humana: hombre y animales; varón y mujer (2, 18-25). "Después dijo Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda semejante al él. Yahvé Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo.... De la costilla que Yahvé Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!".
Los animales son más que árboles de jardín, que el hombre cultiva para su provecho (comida) y así venían a mostrarse de algún modo como compañeros iniciales, con quienes el hombre puede conversar ya de alguna forma (como sabe el Popol Vuh de los mayas). Pero el diálogo verdadero sólo puede darse entre dos seres humanos. Así lo muestra nuestro texto cuando dice que la primera relación personal es la de un varón y la mujer (2, 21-25), de manera que ellos aparecen como verdadero paraíso, en uno para el otro. Del hombre abstracto pasamos así a un varón y una mujer, personas concretas. Hasta ahora, el término Adam se entendía en sentido presexual, como totalidad humana, que incluye a varones y mujeres. Sólo ahora, superando ese nivel, surgen varón y varona, hombre y hembra (ish e isah) Adán junto a Eva, la viviente, mujer-madre y persona. El texto supone que la dualidad sexual nace del hueco (la costilla abierta) del Adam pre-sexuado o bisexual. Pero podemos ampliar esa imagen: cada ser humano (varón o mujer) es como un "hueco" donde habita y se realiza otro ser humano, de manera que ambos se completan, siendo cada uno hueso de los huesos y carne de la carne del otro.
Un jardín para el amor. Los dos desnudos, transparente… El hombre cantando a la mujer…De esa forma culmina y se cumple la Edad de Oro o paraíso y se puede añadir que ambos estaban 'arumim, desnudos, abiertos uno al otro (2, 25), en actitud de gozo intenso que se expresa en la palabra del hombre ya varón, que se eleva ante la mujer, igual y diferente: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos, carne de mi carne! ... (cf. 2, 23-24). Uno a uno habían ido pasando los elementos primordiales: el cosmos en su totalidad (Gen 1), plantas y ríos, muchos animales. Pero sólo ahora surge un hombre (varón o mujer) que nace cuando nace el otro. Este es el sentido de su desnudez: cada uno se encuentra abierto a la mirada y cuidado del otro, en debilidad y pasión de amor. Mientras no hubo dos no había ser humano.
De un modo sorprendente, este paraíso ecológico ha culminado en la palabra del canto enamorado del varón. Normalmente, en la Biblia, los cantos de amor son de mujeres; pero en este principio escuchamos la ternura enamorada del varón que por vez primera descubre el gozo de la vida, viendo a la mujer, y afirmándose a sí mismo como humano, al saberse parte de ella. Dios había dicho que las cosas eran buenas, ya desde
- Seres para el jardín, para la vida… Pero hemos preferido salir del jardín: Pecado, como lo prohibido (lo que mata la vida).
Relato simbólico… Dios expulsa a los hombres de jardín… como si fuera un castigo…
- Realidad. Pero son los hombres los que prefieren salir del jardín:
- Salir del jardín, optar por la muerte…Sospecha y ruptura entre hombre y mujer
- Riesgo de destrucción ecológica…
el principio (cf. Gen 1, 4.10 etc). El varón sólo dice que son buenas al situarse ante la mujer. Hasta este momento no sabía, no decía nada. Ahora dice que ella es buena, su casa verdadera. Según eso, la ecología resulta inseparable del amor mutuo, del encuentro enamorado. Es hermoso y bueno el mundo, es importante el dominio del hombre sobre los animales. Pero la bondad y belleza plena sólo tiene sentido y puede disfrutarse en compañía, donde varón y mujer (amigos o amigas) se encuentran y cantan, sabiendo cada uno que su casa verdadera está en el otro, como he mostrado Amor de hombre, Dios enamorado. El Cántico Espiritual, Desclée de Brouwer, Bilbao 2004.
AMPLIACIÓN. Gen 4-8LOS TRES RIESGOS ECOLÓGICOS
Comer del fruto del bien y del mal…. (Pecado original)… El hombre puede comer todo… pero si se hace dueño del bien y del mal se destruye a sí mismo… Entra en el camino de la muerte:
Hay una muerte natural, biológica… Esta es una muerte que está abierta a la vida. Es morir para abrirse a un nivel superior de existencia… El texto supone que, de alguna forma, la vida del ser humano se abre a la Vida (a lo divino) por encima de la muerte
Hay una muerte anti-natural. El “pecado” impide que el hombre viva, le cierra en la muerte…una muerte que está vinculada la destrucción de la naturaleza…De un modo profundo, la vida del hombre está vinculada a la vida de la naturaleza, es decir, del muno.
- Gen 4: Caín y Abel… El hombre puede matar a otro hombre, destruyéndose de esa forma a sí mismo…El mayor desastre ecológico es la sangre de los asesinados… una sangre que convierte la tierra en maldita para los hombres…
Gen 6-8. El tercer pecado es la “violación” de las mujeres, un pecado propio de “vigilantes angélico/humanos” que convierten la vida en violación y guerra”. Esos vigilantes n destruyan, violan a las mujeres y se destruyan a sí mismo…. Convirtiendo la tierra en pura guerra.
- Pecado de fondo mítico (los hijos de Dios que violan a las mujeres…) pueden ser ángeles o varones poderosos… De esa violación nace la guerra universal…
- Diluvio. Ese pecado lleva a la destrucción de la tierra, que se expresa simbólicamente en forma de diluvio…
- Dios se arrepiente de haber creado…La libertad y el deseo sexual de poder corre el riesgo de destruir a la humanidad entera…
TRAS EL DILUVIO… nueva humanidad.
La humanidad nace del perdón… Dios perdona, pero el hombre (a pesar del perdón de ) vive ya en el mundo que él ha escogido, un mundo de Muerte. Dios perdona todo, los hombres a veces se perdonan… Pero la no puede perdonar de esa manera. Si nosotros destruimos a la naturaleza ella también puede respondernos destruyéndonos a nosotros
- Vivimos en Una humanidad “rebajada”, amenazada… en una naturaleza en la que podemos destruirnos
- Humanidad de guerras…
- Humanidad de sangre…Ya no somos vegetarianos, vivimos de domar y matar animales… Vivimos de su sangre
- Humanidad de “sacrificios…”,
es decir, de muerte para aplacar a Dios.
- Una humanidad que mata para comer… La muerte de animales para comer va en contra del orden primigenio de la tierra…
La ecología, como actitud de respeto programado ante la naturaleza y como ciencia que busca la manera de protegerla, constituye un elemento nuevo en la conciencia del hombre. Sin embargo ella posee raíces muy antiguas, pues casi todas las culturas han mostrado en algún momento una gran veneración por la naturaleza, entendida como “cuerpo de Dios”, matriz de la que los hombres y mujeres nacen, en la que viven (conviven) y mueren, poniendo su vida en manos del Misterio de la Vida. Desde ese fondo he querido evocar unas páginas de la Biblia (Gén 1-2), que ofrecen uno de los manifiestos ecológicos más hondosde la historia.
- Gen 1, 1-2, 4b. Vio Dios que todo era bueno. Gran armonía
Este capítulo parece obra de un liturgista o celebrante cósmico que insiste en la armonía del hombre con la naturaleza entendida como obra de un Dios bueno que va creando las cosas por placer, por el gozo de que existan; por eso las mira y dice que son buenas (tob-tobim): hermosas, agradables, armoniosas.
- Dios y el mundo. Visión de conjunto(Gen 1, 1-25)."En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y vacío, las tinieblas cubrían la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas...". Siga leyendo el lector, hasta Gen 1, 25, destacando los momentos principales del relato.
- Dios, Siete Palabras (Gen 1, 25). No podemos definir a Dios, pues no tiene fines y toda definición implica finitud. Pero sabemos que se expresa en forma de Palabra, diciéndose a sí mismo. En esa línea podemos decir que la ecología sólo tiene sentido como experiencia abierta a la palabra, a la comunicación en la que todos los seres se comunican con Dios y entre sí.
- Espacio y tiempo: siete días, siete realidades. Este relato se despliega en torno a dos ejes o planos, uno temporal (siete días) y otro espacial (siete realidades, desde la luz primera hasta el hombre y el sábado). El sentido del mundo no lo constituye un tipo de unidad superior (un Todo dictatorial), sino la armonía de esos "siete círculos" dobles del cosmos, entrelazados, formando un equilibrio en la diferencia: como los colores de la luz o los sonidos de la música (sinfonía del arco-iris, concierto polifónico), como los días de la semana y los planetas del cielo. De esa forma, vistas en su unidad y diferencia, las cosas (luz, aguas y tierra, estrellas, aire y mar, con pájaros y peces, animales y hombres...) son valiosas y sagradas, siendo diferentes.
- Equilibrio de bondad. La armonía del cosmos está hecha de multiplicidad y equilibrio. No se puede hablar de una cosa que domine a las demás, porque la unidad está hecha de acuerdos y convenios de valor-belleza. Por eso se dice que Dios "miró las cosas y vio que eran tob”,es decir, buenas. En este gozo del Dios creador que se expresa en la bondad de las cosas múltiples se funda toda ecología, como dice otro texto de la Biblia: "Tú compadeces de todos los seres, porque todo lo puedes. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa no la habrías creado. ¿Cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?" (Sab 11, 22-12, 1).
Principios.
- Gen 1, 26-31. Ecología humana, Hombre en el mundo:"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...". El hombre forma parte del sexto día de la creación, lo mismo que los vivientes superiores (fieras del bosque, animales domésticos y reptiles: Gen 1, 23-25). La ciencia puede afirmar que los hombres son una especie más entre los vivientes. La Biblia, en cambio, sabe que hombres y animales habitan en un mismo espacio vital, pero añade que sólo los hombres son signo de Dios y tienen responsabilidad sobre el mundo y en concreto sobre los animales:
- Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen…Hombre como imagen y presencia de Dios en el mundo, para crear armonía y mantener la obra de Dios. Ciertamente, el mundo tiene su propia armonía superior, pues las cosas eran en sí mismas ya buenas, antes que el hombre surgiera. Pero, en otro sentido, todo existe en relación al hombre, es decir, a su servicio, en armonía universal
- Y domine sobre peces y aves, cuadrúpedos y reptiles(1, 26).Este no es un “dominio despótico” (usar y abusar, ius utendi et abutendi) El Génesis no hace al hombre un déspota que puede utilizar a su capricho la vida de plantas y animales, sino rey pacificador, organizador, delegado de Dios para cuidar su creación, para que todo pueda existir en armonía, siendo cada uno lo que es. El hombre bíblico no es (como Rey León) un ser más fuerte que impone su paz pretendidamente superior, pero hecha de violencia sobre otros animales que parecen inferiores (hienas o ratas), sino un rey-amigo, que puede expandir una vida de amistad sobre la tierra, en la línea del Rey-Cordero enamorado de Ap 21-22.
- Poner nombre a los animales es “domesticarlos” (no domarlos), es hacerlos compañeros que de alguna manera “convivan” con los hombres, no en pura igualdad, pues carecen de palabra, pero sí en respeto. Ponerles nombres significa en su espacio de palabra y comunicación. Eso significa que los animales, pero que los animales no están solos con los hombres que les llaman y les habla
- Varón y hembra los creó(1, 27). Hasta ahora, el humano (en hebreo ha-adam) aparecía, como ser individual y colectivo, en sentido abarcador. Pues bien, Dios mismo hace que surja en él la dualidad sexual, que no es un simple hecho biológico (como parece en los animales), sino un don personal, don sagrado, pues se enraíza en el mismo Dios: "a imagen de Elohim (=lo divino) lo creó (al humano), varón y hembra los creó (a los humanos)". Ahora Dios dice "hagamos" y así, en diálogo, suscita a varones y mujeres. No hay primero varón, ni primero mujer, sino varones y mujeres. En el origen de toda ecología está el diálogo fundante del varón y mujer en cuanto iguales y complementarios, brotando de un mismo y único "hagamos" de Dios.
- Comida vegetariana
- Y les bendijo Dios y les dijo: Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla(1, 28). No se lo dice al varón por dominador, ni a la mujer por materna, sino a los dos. En el principio de la vida y acción humana no existen jerarquías de rango: A los dos a la vez se les manda que crezcan y se multipliquen(atribuyéndoles la fecundidad); y a los dos se les pide que llenen la tierra y la sometan (atribuyéndoles dominio sobre el mundo). La bendición de Dios se expresa según eso en la acción compartida de la fecundidad y del trabajo, que hace que los hombres puedan llenar toda la tierra, y no sólo un espacio breve de ella, con la bendición de su vida y su trabajo. Lógicamente, el hombre (varón y mujer) ha de ser signo de Dios, fuente de bendición (no destrucción ni maldición) para la tierra.
-Hombres y animales, compañeros de comida. Comida vegetariana (1, 29-30). La comida primordial de hombres y animales deberían ser las plantas que dan fruto de un modo espontáneo, sin tener que morir para volverse alimento, pues el alimento que ofrecen las plantas son los frutos. Hombres y animales se alimentan de un modo semejante, aunque on una diferencia básica:
(a) Los animales se alimentan de hierbas que la tierra produce de forma espontánea y que los animales se comen sin matarlas, pues las hierbas y ramas partes cortadas crecen de nuevo, sin que el pastizal o el árbol muera.
(b) Por el contrario, los hombres comen de los frutos de los árboles, frutos que les sobran; no matan animales para comer, son vegetarianos. No comen “vida en sí”, sino aquello que les sobre a las hierbas y los árboles.
(c) Los animales comen lo que da el campo, sin tener que trabajar… En cambio los hombres (como dirá Gen 2) tienen que cultivar el campo para comer frutos cultivados de árboles y plantas… Y tienen que cuidar animales, pero no matarles… Comen lo que les sobre, se visten de la lana que también les sobra.
Por eso, el hecho de que muchos animales sean carnívoros (alimentándose unos de otros, en proceso de violencia biológica) y de que unos animales vivan matando a los otros es para la Biblia un rasgo derivado, posterior. En principio no pudo ser así, ni podrá ser al final, como saben los profetas, pues se juntarán lobo y el cordero, alimentándose de hierba sobre el campo (Is 11, 2-9; 65, 25; cf. Ez 34, 25). La Biblia no ha querido presentar aquí ninguna lección de biología, pues parece que muchos animales (y hombres) han sido desde el principio carnívoros, sino un proyecto de reconciliación final de todos los vivientes.Al presentar las cosas de esta forma, nuestro autor eleva la más honda protesta contra la forma de existencia actual de un mundo en el que hombre y animales viven de la muerte (matándose y comiéndose unos a otros).
-- Conforme a esta visión, el hombre originario debía ser vegetariano: comía tallos o semillas de plantas (de trigo, centeno...) o frutas de los árboles (olivo, palmera, higuera, manzano...). Vivía en paz sobre la tierra, recogiendo lo que ella le ofrecía como madre buena que regala su leche al hijo agradecido para que así crezca y vivan todos. En este nivel, la Biblia supone que la comida de carne (sacrificio y derramamiento de sangre de animales) lleva en sí un elemento de violencia: no implica señorío del hombre sobre los animales, sino dictadura. En el principio hallamos un ideal de paz vegetariana para hombre y animales (leones y panteras, serpientes y lobos de Is 11, 1-9), de manera que todos los vivientes (cuadrúpedos, aves, reptiles) comerán la hierba verde, en paz con la vida de la tierra(Gen 1, 30). Históricamente, somos hijos de unos animales y unos hombres que han crecido y pervivido matando y comiendo (en sentido físico o simbólico) a otros animales y hombres. Pero las cosas no fueron, ni tienen que ser de esa manera para siempre. El camino del futuro, la verdadera ecología empezará en el momento en unos seres no tengan que matar a otros y en que todos (y en especial los más débiles) tengan posibilidades de existencia.
- Gen 2, 1-4b. Hombre y sábado. Trabajo y descanso
Según el texto anterior, el fin y meta de la creación era el hombre, dominando sobre los animales, como rey vegetariano. Pues bien, ahora, con el día séptimo, el fin de la creación y del hombre es el "sábado", entendido como descanso y plenitud de Dio "que bendijo Dios el séptimo día y lo consagró, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación".
Sábado. Tiempo de belleza, descanso, convivencia…El hombre no es un simple ser dlel mundo, un constructor herramientas que trabaja para imponerse sobre el conjunto de la realidad y para convertirse, con su poder, en medida y meta de todas las cosas (como ha dicho la cultura moderna). Según este pasaje, el hombre define más bien por la por la santidad del Sábado que es tiempo de belleza y alabanza, de armonía interior y descanso: Dios ha hecho a los hombres para que gocen y celebren la vida sobre el mundo.
- Pero el hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre… (como dirá Mc 2, 23-28).
- La primera cultura del hombre es el sábado… El sábado está hecho para “descanso” de los hombres y de los mismos animales… y en el fondo para descanso de la misma tierra, como pone de relieve la tradición de los años sabáticos y “jubilares” (cf. Lev 25). Cada 7 años descansan las tierras, cada 70 dejan de ser propiedad perpetua de unos hombres.
- De ese sábado de Dios en el mundo han tratado de un modo minucioso los rabinos de Israel, de manera que sus reflexiones, contenidas en la Misná y el Talmud constituye la expresión más intensa de la necesidad de un descanso de los hombres en Dios, de una ecología entendida como reconciliación de la naturaleza, de manera que cada año sabático (cada 7 años) y más aún cada año jubilar (cada 49 años) se repartan y compartan todos los bienes del mundo entre todos los hombres (cf. Lev 25). Esto significa que, por encima del despliegue del mundo, que tiende a cerrarse en los seis días de la creación presidida por el hombre, se extiende el sábado de Dios, que se expresa en la liturgia de gozo y alabanza del cosmos, que se une con el hombre para proclamar la fiesta de la creación y de la vida.
El hombre es imagen de Dios porque celebra el sábado, porque descubre y recrea cada siete días, con su propia vida, la armonía sagrada del tiempo (semana) y del espacio (cosmos), acompañando a Dios en el gesto radical de su trabajo (dirigiendo la vida de los animales, comiendo del fruto de las plantas) y de su descanso (de su gozo más hondo por el don de la creación). En un plano, los hombres están hechos para trabajar, como lo muestra el sexto día de la creación. Pero en un plano más alto ellos están hechos para descansar y contemplar: para participar del gozo de Dios que es la misma vida, la liturgia del amor fecundo.
- Los cristianos han identificado este Sábado de Dios con la vida, el amor, resurrección de Cristo, interpretándolo así de un modo evangélico: el sábado es la reconciliación y el perdón entre los hombres. Es evidente que esa opción tiene sus ventajas, pues está vinculada a la encarnación de Dios en un hombre que ha vivido al servicio de todos (Jesús), especialmente de los más pobres, superando las posibles fronteras del judaísmo histórico. Pero al decir que "el sábado ha sido creado para el hombre y no el hombre para el sábado", algunos cristianos han corrido el riesgo de olvidarlo, convirtiendo este mundo en lugar de puro trabajo y productividad, con vacación laboral, pero sin fiesta de gozo gratuito y alabanza para todos. La modernidad ha ido suscitando un mundo sin celebración, un tiempo sin sábado. De esa forma ha corrido el riesgo de quedarse anclada en la pura eficiencia productiva, sin más Dios que el capital (que no es creador), ni más palabra que la productividad económica, ni más fiesta que el mercado donde sólo compran los que puedan, mientras la mayoría de los hombres muere de hambre.
- Gen 2, 4b-25. Paraíso de Dios, la perfección del hombre
El capítulo anterior (Gen 1, 1-2, 4a) presentaba la Edad de Oro con rasgos de fuerte equilibrio sagrado: el mundo está bien como está, es un conjunto de elementos, una armonía donde todo lo que existe (incluido el ser humano) tiene un sentido duradero. Pues bien, este nuevo capítulo define esa Edad de Oro como paraíso ecológico, un lugar donde todo es hermoso, pero se halla abierto al riesgo de la destrucción. Al interior de ese paraíso de plantas y animales, aparece el hombre como viviente no fijado que debe realizarse en libertad, decidiendo su sentido e introduciendo un riesgo en su vida y en el resto de las cosas.
- Vivientes de estepa. Ecología del trabajo (2,4b-6). "Cuando Yahvé Dios hizo la tierra y los cielos, aún no había ninguna planta del campo sobre la tierra ni había nacido ninguna hierba del campo...". El texto anterior(Gen 1, 1-2, 4a) suponía que todo ha brotado de las aguas, a las que Dios dividía y limitaba, para que surgiera tierra seca. Parece que el hombre no debía trabajar, pues la tierra producía por sí misma su alimento. Pues bien, el nuevo texto, comienza en un desierto sin vegetación donde Dios y el hombre deben colaborar. Yahvé (=Jehová) Dios debe enviar el agua de la lluvia.
- Los hombres deben abrir pozos y canalizar el agua para el riego (cf. 2, 4b-6). Vivientes de estepa son los hombres, llamados a convertir el desierto en paraíso (huerto de plantas comestibles). En contra de una fácil ecología de países verdes, donde todo parece brotar por sí mismo, Gen 2-3 nos sitúa ante unos campos duros, dónde sólo el agua de la lluvia irregular y el riego humano permiten que surja un parque cultivado. Del desierto venimos, al desierto podemos volver, si no trabajamos a conciencia la tierra, para convertirla en jardín. Colaboran así ambos: Dios lloviendo, el humano trabajando. Frente a la ilusión de una buena tierra madre que tenemos que dejar como está (intocada, virgen), presenta nuestro autor la realidad de una tierra arisca, que debemos trabajar para que ofrezca frutos verdaderos. El hombre no ha sido un puro depredador de animales y plantas, sino también un trabajador que humanizar la tierra.
- Estepa y jardín. El humano, ser de frontera(2, 7). "Entonces Yahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida...". Hasta ahora, Dios no se había fijado en el mundo, ni había hombre (adam) para trabajar la adamah y transformar el yermo (shadeh) en jardín (gan): al principio sólo había estepa, con un vaho informe que brotaba de la tierra. Pues bien, Dios ha formado al hombre del polvo de esa estepa (tierra sin cultivo), para introducirlo después en un huerto. El hombre es alma viviente y la Vida (Hayya) pertenece a Yahvé (el Viviente).El hombre es un mestizo: es dura tierra y es gracia (aliento) de Dios. Por eso dice el texto que “vive”. Contra todo racionalismo, este pasaje eleva la certeza de que el hombre vive en el aliento de Dios. En un primer momento sólo había Dios y mundo, poder creador y tierra seca. Pero Dios ha sacado al hombre de la tierra y le ha infundido su aliento, para que sea representante del mundo ante Dios (adam de adamah) y delegado de Dios ante el mundo (alma que vive).
- Un jardín para el hombre (2, 8-14), el hombre para el jardín que es para su nicho ecológico "Yahvé Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado...".No se dice cómo lo ha plantado, no tiene que decirse, aunque podemos suponer que lo ha hecho humedeciendo y regando la tierra con la lluvia y el agua de los ríos, para que así el polvo de la tierra se volviera barro o humus cultivable, para que la estepa pueda ser jardín florido. El Dios alfarero se vuelve hortelano o jardinero. Ciertamente, el hombre ha brotado de la tierra seca de la estepa (adamah), pero Dios ha hecho llover, le ha dado su aliento y le ha introducido en el jardín. En su entraña misteriosa, el hombre ya no es morador de desierto o montaña, ni salvaje del bosque o nómada del campo, ser perdido en los hielos o calores de la dura tierra, sino un cultivador de huerto, un viviente de cultura que cuida la tierra y goza de ella, un ser de ecología.
- 4. Este es un jardín gratuito, que se expresa ante todo en formavegetal. "Dios Hizo brotar en el Edén todos los árboles"... ¿Cómo? El texto no lo dice, pero están allí. Basta que miremos las tierras cultivados, los huertos feraces que se extienden desde Caldea hasta Egipto. Estamos ante el primer milagro: que este mundo duro pueda convertirse en jardín de felicidad para los hombres, lugar donde crecen árboles de abundancia y belleza, deseables a la vista (nehmad) y apetecibles para la comida(tob). Los árboles son lo más propio del jardín: ellos sacian el ansia de felicidad y ternura, de gozo y belleza, siendo, al mismo tiempo, buenos para comer. El texto anterior (Gen 1) nos decía que Dios miraba hacia las cosas y encontraba que eran buenas. Ahora son los hombres los que miran y descubren que los árboles son deseables-buenos, en una especie de gozo ecológico centrado en las plantas.
- 5. De la estepa (polvo) nacimos y al polvo volveremos (cf. Gen 3 19), pero en el centro queda este huerto, paraíso ecológico de vida y amor que Dios quiso (quiere) ofrecernos, en la fuente de los bosques y las aguas primordiales. Este es un jardín de contemplativos y vegetarianos: de seres que han nacido para saciar sus deseos de conocimiento, comida y belleza, pues el oro y las piedras pertenecen al plano del adorno, del arte gozoso, más que al comercio centrado en la lucha económica. Este es un huerto de riqueza, lugar de oro y piedras preciosas, campo de abundancia, casa donde los hombres tienen todo aquello que desean (comida, perfumes, belleza…).
- 6. El hombre en el jardín. Ley ecológica (Gen 2, 15-17). "Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara. Y mandó Yahvé Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás". Estamos asentados en las manos (en el seno) de una tierra buena, de un mundo positivo (que nos alimenta con sus frutos). No somos dueños del jardín: no lo podemos manipular a capricho, haciéndonos señores del bien y el mal, pues si lo hiciéramos correríamos el riesgo de matarnos, iniciando una dinámica de muerte sin fin. Pero hombres cultivarlo ('abad) y guardarlo (shamar). El hombre es un ángel guardián del huerto cósmico de Dios, encargado de cuidar y proteger sus riquezas.
- En este contexto se sitúa la ley del jardín, que marca y define la tarea del hombre. Las cosas existen sin saberlo, están ahí. El hombre, en cambio, no está sin más, sino que debe estar, descubriendo y cumpliendo una ley que se encuentra vinculada en principio a la comida (comerás, no comerás). El mandato de Dios traza un camino de gozo, pero marca también una frontera. El hombre puede disponer del huerto, pero no es dueño absoluto ni arbitrario, sin regla o control, de las cosas. Por eso escucha una palabra superior que es positiva (puedes comer todo...) y negativa (pero del árbol del bien-mal no comerás...). Esta palabra, que viene de Dios, surgiendo de la misma entraña del hombre, en un proceso de maduración y enriquecimiento social, define al Adam como ser religioso y arriesgado y puede interpretarse como una ley ecológica.
- Jardín de libertad…Podemos matar la vida y matarnos
Éste es un jardín de vida hermosa, pero arriesgada.: El hombre no puede (=no debe) comer del fruto del bien y del mal, no puede ni debe matar el jardín, pues se mataría a sí mismo. Ciertamente, el proceso científico y económico, político y social de la modernidad ha tenido muchos valores. Pero, al mismo tiempo, tal como ha venido a culminar en el sistema dominante, los gestores de ese proceso han querido “comer la fruta del bien y del mal”, adueñándose de un modo dictatorial de los recursos de la tierra, corriendo el riesgo de mancharla y destruirla. Dios quiere que el hombre sea un ser moral, capaz de reconocer la diferencia entre lo que puede y lo que debe, pues si hiciera todo lo que puede, dominando sobre el mundo, por encima del bien y del mal, se negaría a sí mismo. Un adam que pretenda comer (probar, dominar) todo lo que existe acaba deshaciendo su huerto y matándose a sí mismo. Por eso, el no-comas de Dios es un mandato creador y ecológico.
- - Paraíso y compañía humana: hombre y animales; varón y mujer (2, 18-25). "Después dijo Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda semejante al él. Yahvé Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo.... De la costilla que Yahvé Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!".
Los animales son más que árboles de jardín, que el hombre cultiva para su provecho (comida) y así venían a mostrarse de algún modo como compañeros iniciales, con quienes el hombre puede conversar ya de alguna forma (como sabe el Popol Vuh de los mayas). Pero el diálogo verdadero sólo puede darse entre dos seres humanos. Así lo muestra nuestro texto cuando dice que la primera relación personal es la de un varón y la mujer (2, 21-25), de manera que ellos aparecen como verdadero paraíso, en uno para el otro. Del hombre abstracto pasamos así a un varón y una mujer, personas concretas. Hasta ahora, el término Adam se entendía en sentido presexual, como totalidad humana, que incluye a varones y mujeres. Sólo ahora, superando ese nivel, surgen varón y varona, hombre y hembra (ish e isah) Adán junto a Eva, la viviente, mujer-madre y persona. El texto supone que la dualidad sexual nace del hueco (la costilla abierta) del Adam pre-sexuado o bisexual. Pero podemos ampliar esa imagen: cada ser humano (varón o mujer) es como un "hueco" donde habita y se realiza otro ser humano, de manera que ambos se completan, siendo cada uno hueso de los huesos y carne de la carne del otro.
- Un jardín para el amor. Los dos desnudos, transparente… El hombre cantando a la mujer…De esa forma culmina y se cumple la Edad de Oro o paraíso y se puede añadir que ambos estaban 'arumim, desnudos, abiertos uno al otro (2, 25), en actitud de gozo intenso que se expresa en la palabra del hombre ya varón, que se eleva ante la mujer, igual y diferente: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos, carne de mi carne! ... (cf. 2, 23-24). Uno a uno habían ido pasando los elementos primordiales: el cosmos en su totalidad (Gen 1), plantas y ríos, muchos animales. Pero sólo ahora surge un hombre (varón o mujer) que nace cuando nace el otro. Este es el sentido de su desnudez: cada uno se encuentra abierto a la mirada y cuidado del otro, en debilidad y pasión de amor. Mientras no hubo dos no había ser humano.
De un modo sorprendente, este paraíso ecológico ha culminado en la palabra del canto enamorado del varón. Normalmente, en la Biblia, los cantos de amor son de mujeres; pero en este principio escuchamos la ternura enamorada del varón que por vez primera descubre el gozo de la vida, viendo a la mujer, y afirmándose a sí mismo como humano, al saberse parte de ella. Dios había dicho que las cosas eran buenas, ya desde
- Seres para el jardín, para la vida… Pero hemos preferido salir del jardín: Pecado, como lo prohibido (lo que mata la vida).
- Relato simbólico… Dios expulsa a los hombres de jardín… como si fuera un castigo…
- Realidad. Pero son los hombres los que prefieren salir del jardín:
- Salir del jardín, optar por la muerte…Sospecha y ruptura entre hombre y mujer
- Riesgo de destrucción ecológica…
el principio (cf. Gen 1, 4.10 etc). El varón sólo dice que son buenas al situarse ante la mujer. Hasta este momento no sabía, no decía nada. Ahora dice que ella es buena, su casa verdadera. Según eso, la ecología resulta inseparable del amor mutuo, del encuentro enamorado. Es hermoso y bueno el mundo, es importante el dominio del hombre sobre los animales. Pero la bondad y belleza plena sólo tiene sentido y puede disfrutarse en compañía, donde varón y mujer (amigos o amigas) se encuentran y cantan, sabiendo cada uno que su casa verdadera está en el otro, como he mostrado Amor de hombre, Dios enamorado. El Cántico Espiritual, Desclée de Brouwer, Bilbao 2004.
AMPLIACIÓN. Gen 4-8LOS TRES RIESGOS ECOLÓGICOS
- Comer del fruto del bien y del mal…. (Pecado original)… El hombre puede comer todo… pero si se hace dueño del bien y del mal se destruye a sí mismo… Entra en el camino de la muerte:
- Hay una muerte natural, biológica… Esta es una muerte que está abierta a la vida. Es morir para abrirse a un nivel superior de existencia… El texto supone que, de alguna forma, la vida del ser humano se abre a la Vida (a lo divino) por encima de la muerte
- Hay una muerte anti-natural. El “pecado” impide que el hombre viva, le cierra en la muerte…una muerte que está vinculada la destrucción de la naturaleza…De un modo profundo, la vida del hombre está vinculada a la vida de la naturaleza, es decir, del muno.
- Gen 4: Caín y Abel… El hombre puede matar a otro hombre, destruyéndose de esa forma a sí mismo…El mayor desastre ecológico es la sangre de los asesinados… una sangre que convierte la tierra en maldita para los hombres…
- Gen 6-8. El tercer pecado es la “violación” de las mujeres, un pecado propio de “vigilantes angélico/humanos” que convierten la vida en violación y guerra”. Esos vigilantes n destruyan, violan a las mujeres y se destruyan a sí mismo…. Convirtiendo la tierra en pura guerra.
- Pecado de fondo mítico (los hijos de Dios que violan a las mujeres…) pueden ser ángeles o varones poderosos… De esa violación nace la guerra universal…
- Diluvio. Ese pecado lleva a la destrucción de la tierra, que se expresa simbólicamente en forma de diluvio…
- Dios se arrepiente de haber creado…La libertad y el deseo sexual de poder corre el riesgo de destruir a la humanidad entera…
TRAS EL DILUVIO… nueva humanidad.
- La humanidad nace del perdón… Dios perdona, pero el hombre (a pesar del perdón de ) vive ya en el mundo que él ha escogido, un mundo de Muerte. Dios perdona todo, los hombres a veces se perdonan… Pero la no puede perdonar de esa manera. Si nosotros destruimos a la naturaleza ella también puede respondernos destruyéndonos a nosotros
- Vivimos en Una humanidad “rebajada”, amenazada… en una naturaleza en la que podemos destruirnos
- Humanidad de guerras…
- Humanidad de sangre…Ya no somos vegetarianos, vivimos de domar y matar animales… Vivimos de su sangre
- Humanidad de “sacrificios…”,
es decir, de muerte para aplacar a Dios.
- Una humanidad que mata para comer… La muerte de animales para comer va en contra del orden primigenio de la tierra…