El Templo de Jesús (I)
| ALFONSO JESÚS OLAZ
El Templo de Jesús (I)
Es urgente y no es testimonial: Hacen falta testigos de Jesús comprometidos con su causa, la causa de los Subversivos del reino de Jesús.
Volver con urgencia a hacer de nuestros templos, la casa de Dios, su hogar.. a donde invita con predilección al pobre y espera al despistado y al rico.
Hemos creado los templos de la indiferencia, de la insolidaridad, hemos hecho de este mundo, de esta iglesia, de su templo; Palacios de hielo y cristal, Circos de nuestras indiferencias que brillan al entrar el hombre y al salir se blindan sus puertas duras como el diamante.
Dónde no dejamos que el sol se ponga, con las monedas falsas de nuestra indiferencia e insolidaridad, aquí Jesús está muy incómodo con los visitantes que vienen a comprar chollos y saldos a los comerciantes que venden humo y
que acuden cada día y con los que faltan de acudir a su fiesta: los pobres de Jesús, sus predilectos.
¡Esta no es su casa!
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No está la alegría de Jesús, está la hermana tristeza y la desesperanza.
Ahora nos reclama que su verdadero hogar está en las periferias de nosotros mismos, en los arrabales que le niegan por justicia, por su Reino.
Está en los Hospitales y en las Residencias de mayores, en las Cárceles y en los Palacios de justicia.
En las Aulas de los infantes y en la de los Universitarios.
En las Fábricas que no son para el hombre y en los centros comerciales y Grandes superficies que se parecen a los Templos del Jesús que nos hemos hecho a nuestra medida.
Él quiere que el poderoso sea de carne y pueda tocar a sus predilectos los pobres para hacerse con un corazón de pobre.
Es tremendo que hayamos hecho una figura de esperpento y le hayamos arrancado los ojos y la lengua, sus brazos y sus piernas y cubierto con un rico manto, le hayamos clavado cada día en nuestros templos, al Jesús que está vivo y moribundo en nuestra triste iglesia que hemos creado y hemos dado culto a la indiferencia, a la injusticia, a todo lo que es anti- Jesús, a todos los modelos sociales, económicos, políticos, religiosos que no son de Jesús, un Dios de la indiferencia, esto no es así.
Es duro que hayamos bendecido y sacralizado y adorado como un mandamiento más, el amor al culto del anti-Jesús.
Y se sigue estremeciendo cuando negamos que su templo está dentro de cada uno de nosotros y le negamos cuando seguimos anulandonos para no querer reconocerle cada día.