Escenas de campaña electoral

(JCR)
La ciudad de Goma ha estado en ebullición durante los dos últimos días (14 y 15 de noviembre). El presidente Joseph Kabila y su opositor Etienne Thisekedi llegaron aquí para participar en sendos actos electorales. A los que tenemos que

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desplazarnos para trabajar estas movidas que se organizan de cara a las próximas elecciones del 28 de noviembre nos suponen hacer mil rodeos ante la cantidad de calles que se quedan cortadas o invadidas por los exultantes seguidores de uno u otro candidato. Faltan pocos días para los congoleños acudan a las urnas en las que serán las segundas elecciones democráticas de su atormentada historia.

Como ya tuve ocasión de ver en mis años anteriores en Uganda, es raro escuchar propuestas de gobierno contenidas en programas electorales o razonamientos sobre lo que el actual presidente ha hecho o dejado de hacer durante los últimos cinco años. La campaña electoral aquí es una ocasión de salir de la monotonía, disfrutar de fiestas y recibir regalos, que pueden ir desde una simple camiseta de un candidato hasta sobres con dinero. Quien tiene toda la ventaja es el presidente, que usa descaradamente los recursos del Estado para su campana electoral, algo que la Constitución prohíbe expresamente y que la Comisión Electoral no tiene el valor de exigir que se cumpla.

Entre las muchas cosas que me llaman la atención, tengo que mencionar los enormes carteles publicitarios en los que un sonriente Kabila aparece al lado de tres fotografías: en la primera de ellas, aparece una cabaña derruida junto a la palabra JANA (ayer), a continuación se ve una casa de ladrillo con tejado de metal sobre la leyenda LEO (hoy) y después una barrio de elegantes chalets en el que se ha escrito MAÑANA.

Otra versión del mismo mensaje presenta unos vagones de tren viejos y roñosos (ayer), seguido de otra foto de vagones más modernos (hoy) para al final presentar una impresionante imagen de un tren de alta velocidad (mañana).

Me sorprenden estos mensajes porque las casas derruidas presentadas como cosa del pasado se parecen mucho a las viviendas de las personas desplazadas que viven en las barriadas donde tenemos en proyecto de mi ONG en la que trabajo, y aquí en el Este del país no he visto nunca ningún tren, y las únicas vías de transporte son carreteras llenas de baches en un estado lamentable. Para cubrir los 90 kilómetros de Goma hasta la frontera con Uganda tarde cuatro horas la última vez que pase por allí. Me da pena ver como durante esta campaña electoral, ademas de usar mensajes de odio, se utiliza la mentira. La gente se da cuenta de que durante los últimos cinco años quienes están en el poder no han hecho nada por ellos, pero la campaña se convierte en una ocasión de vender sueños, ilusiones y espejismos. En un país que figura entre los más pobres y conflictivos del mundo sera muy difícil que haya una verdadera democracia mientras la campaña electoral sea una feria en la que la gente espera recibir dádivas que llenan el estomago un día, sin pensar en el futuro. Me llama también la atención que en un país que ha conocido cinco millones de muertos durante las guerras que han ocurrido desde 1996, se pase página como si no hubiera ocurrido nada y los numerosos crímenes cometidos queden en la impunidad.

Llegara el día 28, la gente votará y ya se sabe quién ganará. Lo peor que puede pasar es que haya reacciones de violencia. Lo menos malo sera que al día siguiente se acabe el sueño y los dirigentes vuelvan a mostrarse como son en realidad: como seres cuyo único interés es el enriquecimiento personal y mantenerse en el poder. Mucho me temo que esa, y no otra, es aquí la única realidad de ayer, de hoy y de mañana.
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