La "madre" de Dieumerci
(AE)
Los ojos de Dieumerci lo dicen todo. Para tener 14 años le falta la espontaneidad y el brillo de un muchacho de su edad. Hace un año, fue secuestrado por los guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) en su aldea de Rafai, en
el Este de la República Centroafricana, y desde entonces se ha visto obligado a presenciar muchos horrores, entre ellos la muerte a machetazos de dos de sus mejores amigos con los que fue arrancado de sus padres. Hace pocos días consiguió escapar, pero apenas habla y pasa todo el día sentado mirando a ninguna parte.
Casos como los de Dieumerci los he conocido a miles durante mis casi dos décadas en el Norte de Uganda, donde el infame LRA secuestró a 40.000 niños, asesinó a miles de personas y llegó a desplazar a dos millones de personas, pero aunque en la República Centroafricana –donde el LRA se infiltró en 2008- las cifras son mucho más bajas, no por eso dejan de ser una tragedia para quienes padecen estas atrocidades.
Diezmado y bajo presión militar, el LRA se marchó del Norte de Uganda a finales de 2006. Sus cientos de combatientes se instalaron entonces en el parque nacional de la Garamba, en el Noreste de la República Democrática del Congo, donde permanecieron tranquilamente mientras sus representantes negociaban un acuerdo de paz con el gobierno de Uganda en Yuba, la capital de Sudán del Sur. En abril de 2008 el documento final estaba listo pero su líder Joseph Kony -en busca y captura por la Corte Penal Internacional- se negó a firmar. Desde entonces el LRA ha adoptado una estrategia de dividirse en infinidad de grupos muy pequeños –de entre cinco y diez rebeldes- con una gran movilidad que siembran el terror en una amplia zona donde confluyen las fronteras de tres países: la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y la República Centroafricana. Se calcula que en esta región han provocado el desplazamiento de unas 450.000 personas. Siguiendo una sanguinaria tradición de muchos años, el LRA utiliza a los menores secuestrados como porteadores y –si ven que tienen el cerebro suficientemente lavado- como niños soldado, y a las muchachas como esclavas sexuales. A los que no logran soportar la dureza de la vida en la selva o a los que intentan escapar los matan sin más miramientos.
Dieumerci logró escapar hace pocos días. Fue durante un choque armado entre un grupo de guerrilleros y una patrulla conjunta de soldados centroafricanos y ugandeses (el ejército de Uganda opera en el país desde 2009 gracias a un acuerdo con el gobierno centroafricano). Durante la escaramuza murieron dos rebeldes y Dieumerci fue rescatado junto con tres mujeres secuestradas (dos ugandesas y una sudanesa) más sus tres bebés.
En Obo, el lugar desde donde escribo estas líneas, hay una ONG italiana que se ocupa de la acogida y reintegración de los menores centroafricanos secuestrados. Hace pocos años puso en marcha un sistema de familias de acogida donde los menores que han conseguido escapar de los horrores del LRA pasan algunas semanas recuperándose antes de volver con sus padres. Marie Francine, una sonriente centroafricana que trabaja en Radio Zereda –la única emisora de FM que funciona en este aisladísimo rincón del país- se ha ocupado ya de nueve de estos menores y ahora dedica su tiempo y sus cuidados maternales a Dieumerci, y lo hace a cambio de nada. Durante los muchos años que llevo trabajando en lugares en conflicto donde tienen lugar las peores crueldades que uno pueda imaginar he aprendido que siempre surgen, como signos de esperanza, personas que muestran una gran generosidad y una humanidad desbordante. Marie Francine es una de ellas. Los medios de comunicación casi siempre se fijan (o nos fijamos) en la parte más dramática de la historia, de la que por otra parte resulta inevitable hablar si queremos hacer honor a la verdad. Por desgracia, a menudo se nos escapa mencionar la parte de la historia que contiene semillas de esperanza, cometiendo una grave injusticia. Por eso hablo hoy de esta mujer. Estoy seguro de que en esta parte de la República Centroafricana hay muchas otras personas como ella, por eso cada día me despierto con la esperanza de que seguramente me encontraré con alguna más. El día que esta zona de África conozca finalmente la paz será gracias a este ejército de personas generosas.
Los ojos de Dieumerci lo dicen todo. Para tener 14 años le falta la espontaneidad y el brillo de un muchacho de su edad. Hace un año, fue secuestrado por los guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) en su aldea de Rafai, en
Casos como los de Dieumerci los he conocido a miles durante mis casi dos décadas en el Norte de Uganda, donde el infame LRA secuestró a 40.000 niños, asesinó a miles de personas y llegó a desplazar a dos millones de personas, pero aunque en la República Centroafricana –donde el LRA se infiltró en 2008- las cifras son mucho más bajas, no por eso dejan de ser una tragedia para quienes padecen estas atrocidades.
Diezmado y bajo presión militar, el LRA se marchó del Norte de Uganda a finales de 2006. Sus cientos de combatientes se instalaron entonces en el parque nacional de la Garamba, en el Noreste de la República Democrática del Congo, donde permanecieron tranquilamente mientras sus representantes negociaban un acuerdo de paz con el gobierno de Uganda en Yuba, la capital de Sudán del Sur. En abril de 2008 el documento final estaba listo pero su líder Joseph Kony -en busca y captura por la Corte Penal Internacional- se negó a firmar. Desde entonces el LRA ha adoptado una estrategia de dividirse en infinidad de grupos muy pequeños –de entre cinco y diez rebeldes- con una gran movilidad que siembran el terror en una amplia zona donde confluyen las fronteras de tres países: la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y la República Centroafricana. Se calcula que en esta región han provocado el desplazamiento de unas 450.000 personas. Siguiendo una sanguinaria tradición de muchos años, el LRA utiliza a los menores secuestrados como porteadores y –si ven que tienen el cerebro suficientemente lavado- como niños soldado, y a las muchachas como esclavas sexuales. A los que no logran soportar la dureza de la vida en la selva o a los que intentan escapar los matan sin más miramientos.
Dieumerci logró escapar hace pocos días. Fue durante un choque armado entre un grupo de guerrilleros y una patrulla conjunta de soldados centroafricanos y ugandeses (el ejército de Uganda opera en el país desde 2009 gracias a un acuerdo con el gobierno centroafricano). Durante la escaramuza murieron dos rebeldes y Dieumerci fue rescatado junto con tres mujeres secuestradas (dos ugandesas y una sudanesa) más sus tres bebés.
En Obo, el lugar desde donde escribo estas líneas, hay una ONG italiana que se ocupa de la acogida y reintegración de los menores centroafricanos secuestrados. Hace pocos años puso en marcha un sistema de familias de acogida donde los menores que han conseguido escapar de los horrores del LRA pasan algunas semanas recuperándose antes de volver con sus padres. Marie Francine, una sonriente centroafricana que trabaja en Radio Zereda –la única emisora de FM que funciona en este aisladísimo rincón del país- se ha ocupado ya de nueve de estos menores y ahora dedica su tiempo y sus cuidados maternales a Dieumerci, y lo hace a cambio de nada. Durante los muchos años que llevo trabajando en lugares en conflicto donde tienen lugar las peores crueldades que uno pueda imaginar he aprendido que siempre surgen, como signos de esperanza, personas que muestran una gran generosidad y una humanidad desbordante. Marie Francine es una de ellas. Los medios de comunicación casi siempre se fijan (o nos fijamos) en la parte más dramática de la historia, de la que por otra parte resulta inevitable hablar si queremos hacer honor a la verdad. Por desgracia, a menudo se nos escapa mencionar la parte de la historia que contiene semillas de esperanza, cometiendo una grave injusticia. Por eso hablo hoy de esta mujer. Estoy seguro de que en esta parte de la República Centroafricana hay muchas otras personas como ella, por eso cada día me despierto con la esperanza de que seguramente me encontraré con alguna más. El día que esta zona de África conozca finalmente la paz será gracias a este ejército de personas generosas.