“Síganme y yo los haré pescadores de hombres”
Domingo III del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 4, 12-23) 22 de enero de 2017
Al enterarse de que Juan el Bautista había sido encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, pero no se quedó a vivir en Nazaret, donde se había criado, sino que se fue a la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago, en la región de las tribus de Zabulón y Neftalí. “Desde entonces, Jesús comenzó a proclamar: ‘Vuélvanse a Dios, porque el reino de Dios está cerca”. Fue allí en esta pequeña población de pescadores, donde Jesús comenzó a formar una pequeña comunidad que viviera ya la realidad del reino que él anunciaba. El evangelio que nos propone hoy la liturgia nos habla del llamamiento que recibieron los primeros cuatro discípulos. Eran pescadores que pasaban su tiempo ocupados en las labores propias de su profesión. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes, sus familias y todo lo que tenían, para seguir al Señor.
Hace algunos meses me pidieron algunas orientaciones para formar una comunidad cristiana. Les sugerí que las reuniones deberían tener estos cuatro momentos:
1. Un momento para compartir la VIDA: Esto se puede hacer con base en una pregunta que puede estar orientada de muchas maneras. También podría organizarse algún tipo de dinámica que ayude a conocerse más, a conversar sobre lo que les llama la atención, lo que les gusta, lo que vive cada uno, etc. Algunas preguntas, podrían ser las siguientes: ¿Qué buscamos cuando venimos a construir una comunidad cristiana? ¿Cuál es mi historia de vida? ¿Qué etapas ha tenido mi vida, mi relación con Dios, mi desarrollo profesional, etc.? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado en nuestro vida familiar en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado a nivel social y político en este último tiempo? La idea es generar un momento de compartir la VIDA, que es el elemento inicial de cualquier comunicación y construcción comunitaria.
2. Un momento para escucha la PALABRA DE DIOS: Podrían ir leyendo en cada reunión, una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles; en él, san Lucas, cuenta cómo fue que los primeros cristianos hicieron para construir una comunidad fraterna alrededor de la fe en Jesús. No conozco otro método más apropiado para aprender a construir una comunidad cristiana. Podrían comenzar por leer juntos una pequeña introducción al libro de los Hechos de los Apóstoles. Luego pueden ir leyendo, en cada reunión, un capítulo o una pequeña parte y comentarla entre todos. ¿Qué nos enseña? ¿Cómo ilumina este texto lo que hemos compartido sobre nuestras vidas? etc.
3. Un momento para CELEBRAR LA FE EN COMUNIDAD: Un momento de oración, de pedir por nuestras necesidades, de dar gracias, etc. Se puede tomar una oración que uno conozca y repetirla juntos. Se puede invitar a que cada uno ore en voz alta o se puede dirigir un momento de oración personal. Lo fundamental es tener un momento de oración compartida.
4. Un momento para COMPARTIR fraternalmente. Este momento sería para compartir un trozo de ponqué y una gaseosa. Durante este último momento se puede tener también un rato de esparcimiento sano, organizar algún juego, alguna dinámica, un momento para departir un rato.
Algunas sugerencias adicionales: 1) Cada momento de la reunión lo puede preparar una persona distinta cada vez. 2) No deberían ser momentos muy largos; una buena medida podría ser media hora cada momento. 3) Es muy importante ser muy puntuales para empezar y para terminar. 4) Sería bueno tener durante toda la reunión una velita o un cirio encendido en medio de la comunidad, representando a Cristo resucitado. Y también tener una Biblia colocada en un lugar especial, también como símbolo de la presencia del Señor en medio de la comunidad. A esto se pueden añadir flores, algún otro símbolo, dependiendo del tema que vayan a tratar, etc. 5) Hoy, la Iglesia se tiene que formar a partir de pequeñas comunidades en las que se pueda compartir la vida de cada uno de sus miembros. Sólo así podremos decir que el reino de Dios está cerca.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra”,
puedes escribir a herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo.
Al enterarse de que Juan el Bautista había sido encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, pero no se quedó a vivir en Nazaret, donde se había criado, sino que se fue a la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago, en la región de las tribus de Zabulón y Neftalí. “Desde entonces, Jesús comenzó a proclamar: ‘Vuélvanse a Dios, porque el reino de Dios está cerca”. Fue allí en esta pequeña población de pescadores, donde Jesús comenzó a formar una pequeña comunidad que viviera ya la realidad del reino que él anunciaba. El evangelio que nos propone hoy la liturgia nos habla del llamamiento que recibieron los primeros cuatro discípulos. Eran pescadores que pasaban su tiempo ocupados en las labores propias de su profesión. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes, sus familias y todo lo que tenían, para seguir al Señor.
Hace algunos meses me pidieron algunas orientaciones para formar una comunidad cristiana. Les sugerí que las reuniones deberían tener estos cuatro momentos:
1. Un momento para compartir la VIDA: Esto se puede hacer con base en una pregunta que puede estar orientada de muchas maneras. También podría organizarse algún tipo de dinámica que ayude a conocerse más, a conversar sobre lo que les llama la atención, lo que les gusta, lo que vive cada uno, etc. Algunas preguntas, podrían ser las siguientes: ¿Qué buscamos cuando venimos a construir una comunidad cristiana? ¿Cuál es mi historia de vida? ¿Qué etapas ha tenido mi vida, mi relación con Dios, mi desarrollo profesional, etc.? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado en nuestro vida familiar en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado a nivel social y político en este último tiempo? La idea es generar un momento de compartir la VIDA, que es el elemento inicial de cualquier comunicación y construcción comunitaria.
2. Un momento para escucha la PALABRA DE DIOS: Podrían ir leyendo en cada reunión, una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles; en él, san Lucas, cuenta cómo fue que los primeros cristianos hicieron para construir una comunidad fraterna alrededor de la fe en Jesús. No conozco otro método más apropiado para aprender a construir una comunidad cristiana. Podrían comenzar por leer juntos una pequeña introducción al libro de los Hechos de los Apóstoles. Luego pueden ir leyendo, en cada reunión, un capítulo o una pequeña parte y comentarla entre todos. ¿Qué nos enseña? ¿Cómo ilumina este texto lo que hemos compartido sobre nuestras vidas? etc.
3. Un momento para CELEBRAR LA FE EN COMUNIDAD: Un momento de oración, de pedir por nuestras necesidades, de dar gracias, etc. Se puede tomar una oración que uno conozca y repetirla juntos. Se puede invitar a que cada uno ore en voz alta o se puede dirigir un momento de oración personal. Lo fundamental es tener un momento de oración compartida.
4. Un momento para COMPARTIR fraternalmente. Este momento sería para compartir un trozo de ponqué y una gaseosa. Durante este último momento se puede tener también un rato de esparcimiento sano, organizar algún juego, alguna dinámica, un momento para departir un rato.
Algunas sugerencias adicionales: 1) Cada momento de la reunión lo puede preparar una persona distinta cada vez. 2) No deberían ser momentos muy largos; una buena medida podría ser media hora cada momento. 3) Es muy importante ser muy puntuales para empezar y para terminar. 4) Sería bueno tener durante toda la reunión una velita o un cirio encendido en medio de la comunidad, representando a Cristo resucitado. Y también tener una Biblia colocada en un lugar especial, también como símbolo de la presencia del Señor en medio de la comunidad. A esto se pueden añadir flores, algún otro símbolo, dependiendo del tema que vayan a tratar, etc. 5) Hoy, la Iglesia se tiene que formar a partir de pequeñas comunidades en las que se pueda compartir la vida de cada uno de sus miembros. Sólo así podremos decir que el reino de Dios está cerca.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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