Bandeja de flashes vivos Corazonadas-Paradojas-Indicios-Humoradas 19-XII-2018
Si la corazonada es un presentimiento; un impulso rápido hacia algo sin que la intuición que supone sea óbice para que sea certera…
Si la paradoja es algo aparentemente contrario a la lógica, sin que tal cosa impida que una inteligencia viva pueda manejarse con soltura en ello…
Si el indicio es fogonazo de luz que lleva o induce a suponer o dar por hecho algo que se mantiene oculto y no es sabido, y que, aunque no sea prueba, va de camino hacia ella…
Y si la humorada es –dejemos aparte las de Campoamor- un punto de ironía o de gracejo puesto como guinda para mostrar un tanto de perplejidad o asombro, aunque sin delatar a las claras el revés…, quiero decir que hoy, con esta bandeja de flashes vivos, me veo vagando a lomos del sentido de alguna de esas cuatro palabras del encabezamiento. Quiere decirse que lo que van a ofrecer mis reflexiones lleva intenciones, mucho más de incitar a pensar que de recrearse en lo que piensen otros; más de toque para despertar y salir de pesadillas, que de puntada o puntazo para romper el sueño a garrotazos. Son –quisiera que fuesen- algo de todo eso que indican las palabras y nada más: corazonadas/paradojas/indicios/humoradas.
+++
1. Libertad religiosa de amplio espectro
En humano y en cristiano, los derechos fundamentales del hombre son derechos de Dios, hacedor del mismo a su imagen y semejanza; y por tanto valedor aguerrido de su cuerpo y de su alma.
Y el respeto global debido a alguno de los más fonderos entre ellos, como el de libertad religiosa, aunque parezca o pueda parecer opuesto a la verdadera religión, por preservar el fuero de la conciencia respecto de todas las religiones, en realidad no prejuzga la verdad o la falsedad de una religión. En realidad, pone el acento y se fija en algo previo a eso, por cuanto salvaguarda la libertad de la conciencia –exigencia primaria de la libertad humana- y su carácter de soporte básico de otras libertades, en lo que van las de pensamiento, ideas y creencias, culto, etc.
Por eso, cuando se mata o se atenta contra la libertad religiosa, la referible a la religión católica o a otra religión- lo que se mata o se atenta no es tanto la religión como el hombre mismo.
¿Lo ven así quienes, en estos momentos, juegan a construir en España un estatuto de la enseñanza humano, moderno y de progreso? ¿No seguirán poniendo su ideología antes que al hombre?
2. Meditación a partir de unos interrogantes.
¿Es concebible en Europa el caso de España con la cuestión catalana?
¿Es concebible que el gobierno de España vaya de la mano de los que quieren romper España como los independentistas catalanes? ¿De quienes aspiran a subvertir el orden jurídico-político establecido y vigente, como Podemos y sus compinches?
¿No es todo esto una contradicción en sus propios términos?
¿Serían concebibles esta misma realidad y estos mismos métodos en Francia, en Alemania o en los Estados Unidos?
¿Será que somos más demócratas, más altruistas, más educados y tolerantes, más respetuosos, quizá más caritativos en el mejor sentido de esta palabra y más delicados en el trato con los que mienten, fabulan, nos insultan y miran por encima del hombro?
¿Será que tal vez aspiramos a “santos de altar” por tan beatífica conducta con los que están -y llevan demasiado tiempo ya- abusando de nuestra paciencia y aguante?
¿Es que nos fiamos tanto de los políticos que nos dirigen –a diestra y siniestra- que nos tragamos –impasibles- lo mismo sus “pasotismos” que sus “bla-bla-blá”, tan “naïf” todos ellos y pueriles que darían lástima en una escuela de párvulos?
¿Somos normales o vivimos empeñados en “ser diferentes”? ¿No seremos, tal vez, los más idiotas, dicho sea con todo el respeto debido a quien proceda?.
3.- Hoy es noticia… el arrepentimiento y el “mea culpa” de Pablo Iglesias. En declaraciones de estos mismos días afirma no compartir cosas de su pasado político. Reconoce, por ejemplo, que la situación política y económica en Venezuela “es un desastre”.
Al observar su compunción, Rosa Díaz –a quien él mismo montó un “escrache” para impedirle hablar en la Univ. Autónoma de Madrid- califica a Iglesias de “impostor” y “posturero”, que lo mismo afirma una cosa que la contraria”. De hecho ayer o anteayer, él mismo se pavoneaba de “cabalgar” sobre las contradicciones. Y estos días también –ante lo del Consejo de ministros del viernes en Barcelona- no duda en aliarse, a la vez, con lo uno y su contrario.: proclama el derecho de reunión de los ministros del gobierno de España en Barcelona y al mismo tiempo proclama el derecho de reunión de los que tratan de impedir la reunión de esos mismos ministros.
Se puede observar fácilmente que algo falla en estas proclamas contradictorias: ¿cabeza? Corazón? Sentidos, incluso el sexto? Y sobre todo, esto otro: ¿puede alguien fiarse de quien dice cabalgar sobre contradicciones y va –según eso- por la vida diciendo una cosa y su contraria?
Además, resulta curioso y hasta cómico, que, al rectificar en su idea de Venezuela, omita la contrición completa, que hubiera estado en señalar con el dedo a los que, como él mismo, han sido asesores, inspiradores, promotores de las políticas de Chaves y de Maduro en Venezuela. ¿Puede uno fiarse?
De todos modos, como rectificar, aunque sea a medias y mal, es de sabios y tiene su mérito, ante el “mea culpa”; a pesar de los indicios, mantengo la pregunta: ¿puede uno fiarse?. Y me digo que yo no me fío; que veo estos golpes de pecho como más de lo mismo, del mismo cuento, a que nos tiene acostumbrados. Pero añado más, en mi deseo de creer en el cambio: me fiaré de ellos el día que los vea ponerse corbata, como hacen todos, para ir al Congreso de los Diputados, aunque se la pongan al entrar y se la quiten al salir. Acabo de oír, por cierto, que a un abogado sin corbata el tribunal le impidió ejercer el oficio hasta que no se la pusiera.
Por ser cosa de cortesía y de respeto. Y por lo de Gracián que dice que un mal modo lo pierde todo, “todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón…”; y que “es el modo una de las prendas del mérito” (cfr. Oráculo manual¸11; y El discreto, c. XXII).
4. Sarcasmo, paradoja o chiste.
Otra vez y a otro respecto, entre la espada y la pared; entre creer o no creer; entre la paradoja y la humorada. Esta vez, la noticia viene de otros parajes y de otro tiempo. Se remonta a la Alemania de Hitler y llega a través de la entrevista a una escritora italiana.
El sábado 3 de nov¡embre pasado, el diario El Mundo publicada en su última página la entrevista hecha a Rosella Pastorino. Se hace constar que la escritora, para su última y premiada novela, titulada “La catadora”, se basa en la historia real de una de las mujeres que probaban las comidas del Führer para evitar que lo envenenaran. Ella misma lo ratifica: su novela, DICE, es “la historia real de Margot Wölk, una de las 25 catadoras de Hitler”.
Entre las curiosidades que satisface la entrevista, hay una según la cual, como consta por las Memorias de una de las secretarias de Hitler, el dictador y genocida era “profundamente contradictorio”. De tal modo era contradictorio que, como dice. “no come carne porque los mataderos le parecen crueles”. “Efectivamente –añade-, parece absurdo que alguien como Hitler no soporte los mataderos. Tan absurdo como que el mismo año en que promulgó las leyes raciales que fueron el punto de partida del exterminio de los judíos, prohibió cortar la cola y las orejas a los perros, una práctica entonces bastante habitual”.
Cuando leí esto por primera vez a principios de noviembre interrumpí al punto la lectura para restregarme los ojos y pensar o convencerme de que no soñaba o que me fallaba esencialmente la vista…. Pero no. Al releerlo, era lo mismo. Es decir, el mismo que promulga las leyes más genocidas de la historia humana y ordena el asesinato de seis millones de judíos, era socio favorito de las sociedades defensoras de los animales.
No tiene desperdicio por lo que de sarcasmo entraña, y hasta por lo que de afín tiene con otros comportamientos de otras gentes contradictorias igualmente. Hitler se niega a comer carne no por prescripción médica, sino porque le duele ver sufrir o que se haga sufrir a los animales. En un asesino como él, la cosa –insisto- suena a paradoja y sarcasmo.
Hace no mucho tiempo, un partido político español presentó en el Congreso una proposición no de ley para prohibir por ley cortar el rabo a los perros… ¿Lo recuerdan?
Como pienso que se trata de una mera coincidencia, y sin Óbice de que alguen pueda pensar lo peor, aquí dejo esta reflexión; aunque no sin antes hacerme eco de otros apuntes de la misma entrevista- Como cuando a la novelista se le pregunta si -lo mismo que Hitler, un psicópata, llegó al poder con los votos del pueblo alemán- no habrá en estos momentos “neuróticos gobernando” del mismo o parecido modo. La escritora se sale por la tangente y se limita a realzar la diferencia que puede haber entre “basura” y “neurosis”. Lo que pasa es que, si me piden elegir entre ambas situaciones, me quedaría sin ninguna.
5. Anécdota edificante. El palo y la zanahoria
Fue hace varios años, por el otoño de 2012, cuando parece ser que don Arturo Más planteó al entonces presidente Rajoy –en forma de dilema- o cupo vasco para Cataluña o referéndum de independencia; y que –al no ceder Rajoy al acoso del dilema- vino la deriva nacionalista-separatista en la que andamos metidos.
En la Navidad de aquel año, una antigua alumna catalana y nacionalista –por cierto, muy bien preparada en Derecho matrimonial-, al felicitarme la Navidad, se holgaba con el referéndum ya por entonces anunciado por Mas. Por fin, me decía, se iba a celebrar el referendum que haría que los catalanes fueran lo que debían ser, es decir, catalanes.
Le dije que bien, aunque no veía claro un referéndum de sola Cataluña para la independencia de Cataluña; pero le añadí que, si algún día se celebrara en España un referéndum del si o el no a la independencia de Cataluña, contara con mi voto a favor del sí, para que se fueran lo antes posible y lo más lejos posible. Textualmente así le dije entre ironías y guasas mutuas.
Ella me replicó enseguida. No; no es eso ni es para tanto. Nos darán lo de siempre, la zanahoria…
La verdad, siempre he pensando que lo de las independencias periféricas, y la de Cataluña en primer plano, aunque lleven en las banderas las banderas de la independencia, en la recámara llevan una cuestión económica y en la mente, unas ínfulas de superioridad xenófoba y racista. Se creen superiores y eso les hace creerse con derecho -por sentirse y creerse que son mas- a tener más.
Y pienso de este modo no por otra cosa sino porque, siendo los catalanes listos (cosa que no dudo), no me parece que se entreguen retóricamente a la desatada euforia de lo que es en este momento de la Historia una ilusa y anacrónica regresión. Me parece a mí que los entusiasmos por la independencia -ahora mismo- llevan vitola y son camuflage de otros fines…
Acabo de oír susurrar lo mismo en la radio; que, si se hiciera ahora mismo un referéndum en España sobre el sí o el no a la independencia de Cataluña, pudiera no ser sorpresa que la mayoría de los restantes españoles votaran a favor del sí; a favor de que nos dejaran en paz y se fueran –como yo le dije a mi antigua y querida alumna ante su esbozo de euforia separatista: lo a ntes posible y lo más lejos posible…
Y yo me dijo; si son tan superiores y listos, como se dicen a sí mismos, los que jalean y apuran en estos momentos al independentismo, por qué no ensayan esta vía natural del referéndum de todos, en vez de andar como andan mareando la perdiz y buscando connivencias hasta de los gobernantes de la España entera? ¿Por qué no cambian de táctica y de camino los Puigdemont, los Torra Pla, los Sánchez y la restante patulea separatista por si, de este modo, lograran lo que, de otro modo, van a tener muy difícil de lograr?
Por lo demás, y poniéndome en lo peor, acaso no deje de tener mucha razón Bieito Rubido en su Astrolabio Soberbia del ABC del 2-XII-2018, cuando intuye que “el pecado de la soberbia se paga con el infierno de la indigencia”. Es cierto que el director del diario mira las cosas desde otra perspectiva, pero sirven las palabras.
6. Política de ideologías
Más de una vez –siguiendo el ejemplo de mi maestro de Derecho Político, Jiménez de Parga- he manifestado gratitud sincera a los que muestran adhesión a mis ideas o puntos de vista, y la misma, o más, a los que disienten o discuten mis opiniones; mi entera gratitud merecen todos ellos, los unos por su comprensión y tolerancia y los otros por ayudarme a cultivar ese bien tan grande que es la autocensura y que –de su mano- me obligo a realizar.
El caso es que –a rebufo del mismo “leit motiv” de la sedición catalana- uno de mis amigos me dice que no puede uno hipotecarse con la política y sus cosas, si se quiere evitar caer en iras o en frustraciones continuas, en riesgos de partidismos o en desencantos imprevisibles.
Estoy de acuerdo, le respondo, aunque no sin advertirle que no es lícito abstraerse de la política, porque, si somos ciudadanos con derecho a ser libres, si somos “pueblo” y no rebaño, a todos importa e interesa no perder de vista el modo de llevar a cabo la polìtica por el gobernante, por lo de la vieja regla de un orden social justo, “lo que a todos atañe por todos ha de ser aprobado”, o al menos pasado por el arco de la propia conciencia y no caer en connivencias malsanas. Darle carta blanca al gobernante para cuanto se le pueda ocurrir es complicidad con los desmanes posibles y eso –en democracia- es pecado grave. Eso sí, la crítica y las valoracioes han de hacerse con respeto hacia las personas y con razones para la crítica.
Además, le añado, es cuestión de supervivencia como seres libres en una sociedad libre. La democracia y con ella la sociedad moderna tienen su “talón de Aquiles” en el estatalismo rabioso y extremado. Y cuando, como ahora mismo por ejemplo, al proyectarse una Ley de Educación, se menosprecian o se dejan de lado las llamadas “demandas sociales” –lo que en directo suena y quiere decir “demandas de la sociedad” (aunque sea de una parte de ella porque también eso es “pueblo”), no hace falta ser demasiado linces para ver que con ello ya no se tiene ante los ojos educar, sino meter ideología partidista en el alma de los niños –lo quieran o no lo quieran sus padres.
No se olvide de paso que el socialismo ideológico es mucho más estatalista que personalista. Y recordemos al respecto –ahora que se cumplen años de la muerte de J. Marías- algo que el insigne pensador anota y razona en uno de sus magistrales ensayos, el que titula Sociedad y Estado. “El Estado opera mediante ‘leyes’, y su fuerza es la coacción jurídica –hablo del Estado en su verdadera función, no en la mera bu-surpación de sus funciones por un poder más o menos arbitrario. La sociedad actúa mediante sus ‘vigencias’, y consiste en un sistema de presiones difusas. Ahora bien, la sociedad amorfa es aquella en que el individuo no tiene posibilidades de actuación, y el Estado, por su parte, es prepotente. La sociedad estructurada y activa es, por el contrario, la que permite la eficacia del individuo, y entonces el Estado ejecuta sus funciones propias: ‘fomentar’ lo que el individuo inventa y la sociedad realiza, y ‘ejercer’ el mando”… Y lo más grave es –añade poco más adelante- que “una forma deficiente de Estado –lo cual casi siempre quiere decir una forma excesiva de Estado- acabe por ahogar a la sociedad o, lo que es si cabe peor, informe a los individuos y los haga a su semejanza” (cfr. Meditaciones sobre la sociedad española, Alianza Edit., Madrid 1966, pp. 7-45).
Estos avisos ¿no hacen volver la vista atrás, a no hace tantos años, y rememorar el grito aquel de que “A España no la va a conocer ni la madre que la parió?” ¿No era un grito del monte de las ideologías sobre la política?
Ojo, pues, con el gobernante que –al gobernar- no hace política, sino que se sirve de la política para “meter” ideologías, la suya en concreto.
Corazonadas – Paradojas –Indicios –Humoradas.
Algo de todo esto va con estas reflexiones. Ved de poner, amigos, “cada oveja con su pareja”. Entre las cuatro palabras anda el juego, o así me lo parece.
SANTIAGO PANIZO ORALLO
Si la paradoja es algo aparentemente contrario a la lógica, sin que tal cosa impida que una inteligencia viva pueda manejarse con soltura en ello…
Si el indicio es fogonazo de luz que lleva o induce a suponer o dar por hecho algo que se mantiene oculto y no es sabido, y que, aunque no sea prueba, va de camino hacia ella…
Y si la humorada es –dejemos aparte las de Campoamor- un punto de ironía o de gracejo puesto como guinda para mostrar un tanto de perplejidad o asombro, aunque sin delatar a las claras el revés…, quiero decir que hoy, con esta bandeja de flashes vivos, me veo vagando a lomos del sentido de alguna de esas cuatro palabras del encabezamiento. Quiere decirse que lo que van a ofrecer mis reflexiones lleva intenciones, mucho más de incitar a pensar que de recrearse en lo que piensen otros; más de toque para despertar y salir de pesadillas, que de puntada o puntazo para romper el sueño a garrotazos. Son –quisiera que fuesen- algo de todo eso que indican las palabras y nada más: corazonadas/paradojas/indicios/humoradas.
+++
1. Libertad religiosa de amplio espectro
En humano y en cristiano, los derechos fundamentales del hombre son derechos de Dios, hacedor del mismo a su imagen y semejanza; y por tanto valedor aguerrido de su cuerpo y de su alma.
Y el respeto global debido a alguno de los más fonderos entre ellos, como el de libertad religiosa, aunque parezca o pueda parecer opuesto a la verdadera religión, por preservar el fuero de la conciencia respecto de todas las religiones, en realidad no prejuzga la verdad o la falsedad de una religión. En realidad, pone el acento y se fija en algo previo a eso, por cuanto salvaguarda la libertad de la conciencia –exigencia primaria de la libertad humana- y su carácter de soporte básico de otras libertades, en lo que van las de pensamiento, ideas y creencias, culto, etc.
Por eso, cuando se mata o se atenta contra la libertad religiosa, la referible a la religión católica o a otra religión- lo que se mata o se atenta no es tanto la religión como el hombre mismo.
¿Lo ven así quienes, en estos momentos, juegan a construir en España un estatuto de la enseñanza humano, moderno y de progreso? ¿No seguirán poniendo su ideología antes que al hombre?
2. Meditación a partir de unos interrogantes.
¿Es concebible en Europa el caso de España con la cuestión catalana?
¿Es concebible que el gobierno de España vaya de la mano de los que quieren romper España como los independentistas catalanes? ¿De quienes aspiran a subvertir el orden jurídico-político establecido y vigente, como Podemos y sus compinches?
¿No es todo esto una contradicción en sus propios términos?
¿Serían concebibles esta misma realidad y estos mismos métodos en Francia, en Alemania o en los Estados Unidos?
¿Será que somos más demócratas, más altruistas, más educados y tolerantes, más respetuosos, quizá más caritativos en el mejor sentido de esta palabra y más delicados en el trato con los que mienten, fabulan, nos insultan y miran por encima del hombro?
¿Será que tal vez aspiramos a “santos de altar” por tan beatífica conducta con los que están -y llevan demasiado tiempo ya- abusando de nuestra paciencia y aguante?
¿Es que nos fiamos tanto de los políticos que nos dirigen –a diestra y siniestra- que nos tragamos –impasibles- lo mismo sus “pasotismos” que sus “bla-bla-blá”, tan “naïf” todos ellos y pueriles que darían lástima en una escuela de párvulos?
¿Somos normales o vivimos empeñados en “ser diferentes”? ¿No seremos, tal vez, los más idiotas, dicho sea con todo el respeto debido a quien proceda?.
3.- Hoy es noticia… el arrepentimiento y el “mea culpa” de Pablo Iglesias. En declaraciones de estos mismos días afirma no compartir cosas de su pasado político. Reconoce, por ejemplo, que la situación política y económica en Venezuela “es un desastre”.
Al observar su compunción, Rosa Díaz –a quien él mismo montó un “escrache” para impedirle hablar en la Univ. Autónoma de Madrid- califica a Iglesias de “impostor” y “posturero”, que lo mismo afirma una cosa que la contraria”. De hecho ayer o anteayer, él mismo se pavoneaba de “cabalgar” sobre las contradicciones. Y estos días también –ante lo del Consejo de ministros del viernes en Barcelona- no duda en aliarse, a la vez, con lo uno y su contrario.: proclama el derecho de reunión de los ministros del gobierno de España en Barcelona y al mismo tiempo proclama el derecho de reunión de los que tratan de impedir la reunión de esos mismos ministros.
Se puede observar fácilmente que algo falla en estas proclamas contradictorias: ¿cabeza? Corazón? Sentidos, incluso el sexto? Y sobre todo, esto otro: ¿puede alguien fiarse de quien dice cabalgar sobre contradicciones y va –según eso- por la vida diciendo una cosa y su contraria?
Además, resulta curioso y hasta cómico, que, al rectificar en su idea de Venezuela, omita la contrición completa, que hubiera estado en señalar con el dedo a los que, como él mismo, han sido asesores, inspiradores, promotores de las políticas de Chaves y de Maduro en Venezuela. ¿Puede uno fiarse?
De todos modos, como rectificar, aunque sea a medias y mal, es de sabios y tiene su mérito, ante el “mea culpa”; a pesar de los indicios, mantengo la pregunta: ¿puede uno fiarse?. Y me digo que yo no me fío; que veo estos golpes de pecho como más de lo mismo, del mismo cuento, a que nos tiene acostumbrados. Pero añado más, en mi deseo de creer en el cambio: me fiaré de ellos el día que los vea ponerse corbata, como hacen todos, para ir al Congreso de los Diputados, aunque se la pongan al entrar y se la quiten al salir. Acabo de oír, por cierto, que a un abogado sin corbata el tribunal le impidió ejercer el oficio hasta que no se la pusiera.
Por ser cosa de cortesía y de respeto. Y por lo de Gracián que dice que un mal modo lo pierde todo, “todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón…”; y que “es el modo una de las prendas del mérito” (cfr. Oráculo manual¸11; y El discreto, c. XXII).
4. Sarcasmo, paradoja o chiste.
Otra vez y a otro respecto, entre la espada y la pared; entre creer o no creer; entre la paradoja y la humorada. Esta vez, la noticia viene de otros parajes y de otro tiempo. Se remonta a la Alemania de Hitler y llega a través de la entrevista a una escritora italiana.
El sábado 3 de nov¡embre pasado, el diario El Mundo publicada en su última página la entrevista hecha a Rosella Pastorino. Se hace constar que la escritora, para su última y premiada novela, titulada “La catadora”, se basa en la historia real de una de las mujeres que probaban las comidas del Führer para evitar que lo envenenaran. Ella misma lo ratifica: su novela, DICE, es “la historia real de Margot Wölk, una de las 25 catadoras de Hitler”.
Entre las curiosidades que satisface la entrevista, hay una según la cual, como consta por las Memorias de una de las secretarias de Hitler, el dictador y genocida era “profundamente contradictorio”. De tal modo era contradictorio que, como dice. “no come carne porque los mataderos le parecen crueles”. “Efectivamente –añade-, parece absurdo que alguien como Hitler no soporte los mataderos. Tan absurdo como que el mismo año en que promulgó las leyes raciales que fueron el punto de partida del exterminio de los judíos, prohibió cortar la cola y las orejas a los perros, una práctica entonces bastante habitual”.
Cuando leí esto por primera vez a principios de noviembre interrumpí al punto la lectura para restregarme los ojos y pensar o convencerme de que no soñaba o que me fallaba esencialmente la vista…. Pero no. Al releerlo, era lo mismo. Es decir, el mismo que promulga las leyes más genocidas de la historia humana y ordena el asesinato de seis millones de judíos, era socio favorito de las sociedades defensoras de los animales.
No tiene desperdicio por lo que de sarcasmo entraña, y hasta por lo que de afín tiene con otros comportamientos de otras gentes contradictorias igualmente. Hitler se niega a comer carne no por prescripción médica, sino porque le duele ver sufrir o que se haga sufrir a los animales. En un asesino como él, la cosa –insisto- suena a paradoja y sarcasmo.
Hace no mucho tiempo, un partido político español presentó en el Congreso una proposición no de ley para prohibir por ley cortar el rabo a los perros… ¿Lo recuerdan?
Como pienso que se trata de una mera coincidencia, y sin Óbice de que alguen pueda pensar lo peor, aquí dejo esta reflexión; aunque no sin antes hacerme eco de otros apuntes de la misma entrevista- Como cuando a la novelista se le pregunta si -lo mismo que Hitler, un psicópata, llegó al poder con los votos del pueblo alemán- no habrá en estos momentos “neuróticos gobernando” del mismo o parecido modo. La escritora se sale por la tangente y se limita a realzar la diferencia que puede haber entre “basura” y “neurosis”. Lo que pasa es que, si me piden elegir entre ambas situaciones, me quedaría sin ninguna.
5. Anécdota edificante. El palo y la zanahoria
Fue hace varios años, por el otoño de 2012, cuando parece ser que don Arturo Más planteó al entonces presidente Rajoy –en forma de dilema- o cupo vasco para Cataluña o referéndum de independencia; y que –al no ceder Rajoy al acoso del dilema- vino la deriva nacionalista-separatista en la que andamos metidos.
En la Navidad de aquel año, una antigua alumna catalana y nacionalista –por cierto, muy bien preparada en Derecho matrimonial-, al felicitarme la Navidad, se holgaba con el referéndum ya por entonces anunciado por Mas. Por fin, me decía, se iba a celebrar el referendum que haría que los catalanes fueran lo que debían ser, es decir, catalanes.
Le dije que bien, aunque no veía claro un referéndum de sola Cataluña para la independencia de Cataluña; pero le añadí que, si algún día se celebrara en España un referéndum del si o el no a la independencia de Cataluña, contara con mi voto a favor del sí, para que se fueran lo antes posible y lo más lejos posible. Textualmente así le dije entre ironías y guasas mutuas.
Ella me replicó enseguida. No; no es eso ni es para tanto. Nos darán lo de siempre, la zanahoria…
La verdad, siempre he pensando que lo de las independencias periféricas, y la de Cataluña en primer plano, aunque lleven en las banderas las banderas de la independencia, en la recámara llevan una cuestión económica y en la mente, unas ínfulas de superioridad xenófoba y racista. Se creen superiores y eso les hace creerse con derecho -por sentirse y creerse que son mas- a tener más.
Y pienso de este modo no por otra cosa sino porque, siendo los catalanes listos (cosa que no dudo), no me parece que se entreguen retóricamente a la desatada euforia de lo que es en este momento de la Historia una ilusa y anacrónica regresión. Me parece a mí que los entusiasmos por la independencia -ahora mismo- llevan vitola y son camuflage de otros fines…
Acabo de oír susurrar lo mismo en la radio; que, si se hiciera ahora mismo un referéndum en España sobre el sí o el no a la independencia de Cataluña, pudiera no ser sorpresa que la mayoría de los restantes españoles votaran a favor del sí; a favor de que nos dejaran en paz y se fueran –como yo le dije a mi antigua y querida alumna ante su esbozo de euforia separatista: lo a ntes posible y lo más lejos posible…
Y yo me dijo; si son tan superiores y listos, como se dicen a sí mismos, los que jalean y apuran en estos momentos al independentismo, por qué no ensayan esta vía natural del referéndum de todos, en vez de andar como andan mareando la perdiz y buscando connivencias hasta de los gobernantes de la España entera? ¿Por qué no cambian de táctica y de camino los Puigdemont, los Torra Pla, los Sánchez y la restante patulea separatista por si, de este modo, lograran lo que, de otro modo, van a tener muy difícil de lograr?
Por lo demás, y poniéndome en lo peor, acaso no deje de tener mucha razón Bieito Rubido en su Astrolabio Soberbia del ABC del 2-XII-2018, cuando intuye que “el pecado de la soberbia se paga con el infierno de la indigencia”. Es cierto que el director del diario mira las cosas desde otra perspectiva, pero sirven las palabras.
6. Política de ideologías
Más de una vez –siguiendo el ejemplo de mi maestro de Derecho Político, Jiménez de Parga- he manifestado gratitud sincera a los que muestran adhesión a mis ideas o puntos de vista, y la misma, o más, a los que disienten o discuten mis opiniones; mi entera gratitud merecen todos ellos, los unos por su comprensión y tolerancia y los otros por ayudarme a cultivar ese bien tan grande que es la autocensura y que –de su mano- me obligo a realizar.
El caso es que –a rebufo del mismo “leit motiv” de la sedición catalana- uno de mis amigos me dice que no puede uno hipotecarse con la política y sus cosas, si se quiere evitar caer en iras o en frustraciones continuas, en riesgos de partidismos o en desencantos imprevisibles.
Estoy de acuerdo, le respondo, aunque no sin advertirle que no es lícito abstraerse de la política, porque, si somos ciudadanos con derecho a ser libres, si somos “pueblo” y no rebaño, a todos importa e interesa no perder de vista el modo de llevar a cabo la polìtica por el gobernante, por lo de la vieja regla de un orden social justo, “lo que a todos atañe por todos ha de ser aprobado”, o al menos pasado por el arco de la propia conciencia y no caer en connivencias malsanas. Darle carta blanca al gobernante para cuanto se le pueda ocurrir es complicidad con los desmanes posibles y eso –en democracia- es pecado grave. Eso sí, la crítica y las valoracioes han de hacerse con respeto hacia las personas y con razones para la crítica.
Además, le añado, es cuestión de supervivencia como seres libres en una sociedad libre. La democracia y con ella la sociedad moderna tienen su “talón de Aquiles” en el estatalismo rabioso y extremado. Y cuando, como ahora mismo por ejemplo, al proyectarse una Ley de Educación, se menosprecian o se dejan de lado las llamadas “demandas sociales” –lo que en directo suena y quiere decir “demandas de la sociedad” (aunque sea de una parte de ella porque también eso es “pueblo”), no hace falta ser demasiado linces para ver que con ello ya no se tiene ante los ojos educar, sino meter ideología partidista en el alma de los niños –lo quieran o no lo quieran sus padres.
No se olvide de paso que el socialismo ideológico es mucho más estatalista que personalista. Y recordemos al respecto –ahora que se cumplen años de la muerte de J. Marías- algo que el insigne pensador anota y razona en uno de sus magistrales ensayos, el que titula Sociedad y Estado. “El Estado opera mediante ‘leyes’, y su fuerza es la coacción jurídica –hablo del Estado en su verdadera función, no en la mera bu-surpación de sus funciones por un poder más o menos arbitrario. La sociedad actúa mediante sus ‘vigencias’, y consiste en un sistema de presiones difusas. Ahora bien, la sociedad amorfa es aquella en que el individuo no tiene posibilidades de actuación, y el Estado, por su parte, es prepotente. La sociedad estructurada y activa es, por el contrario, la que permite la eficacia del individuo, y entonces el Estado ejecuta sus funciones propias: ‘fomentar’ lo que el individuo inventa y la sociedad realiza, y ‘ejercer’ el mando”… Y lo más grave es –añade poco más adelante- que “una forma deficiente de Estado –lo cual casi siempre quiere decir una forma excesiva de Estado- acabe por ahogar a la sociedad o, lo que es si cabe peor, informe a los individuos y los haga a su semejanza” (cfr. Meditaciones sobre la sociedad española, Alianza Edit., Madrid 1966, pp. 7-45).
Estos avisos ¿no hacen volver la vista atrás, a no hace tantos años, y rememorar el grito aquel de que “A España no la va a conocer ni la madre que la parió?” ¿No era un grito del monte de las ideologías sobre la política?
Ojo, pues, con el gobernante que –al gobernar- no hace política, sino que se sirve de la política para “meter” ideologías, la suya en concreto.
Corazonadas – Paradojas –Indicios –Humoradas.
Algo de todo esto va con estas reflexiones. Ved de poner, amigos, “cada oveja con su pareja”. Entre las cuatro palabras anda el juego, o así me lo parece.
SANTIAGO PANIZO ORALLO