UN CORAZÓN COMPASIVO NECESITADO DE MISERICORDIA.

UN CORAZÓN COMPASIVO NECESITADO DE MISERICORDIA.

El Papa Francisco realizó su viaje a Filipinas a principios del año 2015... De entre los momentos más emotivos se encuentra las palabras de una niña de la calle de 12 años, llamada Glyzelle, que preguntó al Papa, llorando: "Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchos víctimas de muchas cosas terribles como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas, aunque no es culpa de los niños?, ¿Por qué tan poca gente nos viene a ayudar? Estas palabras de Glyzelle llevaron al Papa a decir: "Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta y no le alcanzaron las palabras y tuvo que decirlas con lágrimas". Y añadió: "Cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los niños (...) que nuestra respuesta sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas".

El Papa recordó que "al mundo de hoy le falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar", y señaló que "sólo ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpiados por las lágrimas".

Las palabras del Papa me han recordado la novela “Las sandalias del pescador” de Morris West. El Cardenal Rinaldi, poco antes de ser elegido el Papa, un Papa eslavo, Cirilo Lakota, comentaba que había que elegir un hombre “con corazón suficiente para saber lo que muerde las entrañas de otros hombres y los hace sollozar de noche contra las almohadas”.

¡Cuántas veces nos echan en cara a los hombres y mujeres de Iglesia la poca humanidad que corre por nuestras fatigas y la poca sintonía con los problemas que hacen llorar a los seres humanos en la noche oscura de su vida!

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